“DENUNCIAS DE ABUSO
SEXUAL ENTRE PARES Y EN LA ESCUELA, ¿CÓMO CONTENEMOS A LOS CHICOS?”
¿Cómo es el procedimiento cuando la acusación se da en el
colegio? Desde los escraches a la educación sexual. Crece Mujer consultó a una
especialista.
La escuela es uno de los ámbitos más importantes para niños,
niñas y adolescentes. No sólo por la cantidad de horas que pasan allí, sino por
su función y por los vínculos que allí construyen. En este marco, no es raro
que víctimas de abusos sexuales decidan que sea el colegio el ámbito elegido
para contar el delito que sufrieron. Pero ¿cómo es el proceso?, ¿cómo deben
actuar las autoridades?, ¿está preparado el sistema educativo para enfrentarse
a estas situaciones? Para abordar la temática, Crece Mujer consultó a una
docente y psicóloga que trabaja en un departamento de orientación escolar.
En principio, la especialista sostuvo que hay dos
procedimientos diferentes, dependiendo de quién sea el acusado, si se trata de
una persona del círculo íntimo de la víctima o si es un compañero del colegio,
lo cual torna el proceso mucho más complejo.
La psicóloga sostuvo que en el ámbito porteño “hay obligación
de todo funcionario público de hacer una presentación ante el organismo
correspondiente en caso de tomar conocimiento de una vulneración de derechos de
niña, niño o adolescente”. A partir de esto, lo que sucede es que las
defensorías toman intervención. Estos organismos se crearon para evitar la
judicialización de menores que, además, dejaron de mencionarse como tales y se
los comenzó a llamar “sujetos de derecho”. Sin embargo, la fuente consultada
aclaró que este circuito no siempre funciona bien y, “en muchos casos, se
revictimiza a la víctima”.
“Es importante que haya adultos interviniendo para acompañar
todo el proceso porque quien es abusado necesita contención legal y
psicológica. El espacio psicológico es fundamental”, aseguró la docente. En ese
sentido, explicó que la derivación psicológica sigue siendo uno de los puntos
complicados, ya que los lugares estatales para esta especialidad en la Ciudad
están colapsados.
“El tema de la prioridad de turnos sigue faltando, igual que
la cantidad de profesionales en espacios públicos para trabajar con esto, sin
entrar en las dificultades de que a veces hay profesionales que no trabajan con
perspectiva de género”, añadió.
En este marco, uno de los puntos álgidos es el abordaje con
los alumnos. La especialista recomendó “hacer un trabajo fuerte con los
estudiantes, porque hay factores comunes, hay regularidades que son el
silenciamiento, la vergüenza y la culpa”. Al mismo tiempo, resaltó “la
importancia de hablar de eso, de tener gente que acompañe y el espacio
terapéutico”.
En tanto, cuando el señalado es otro alumno del colegio, los
protocolos son diferentes. La docente mencionó que “en situaciones donde haya
estudiantes acusados es delicado y se está discutiendo”. Para ella, “se debe
sugerir el tratamiento de un espacio de género y el compromiso por parte de la
escuela de armar acuerdos donde no se crucen chicos y chicas, pero eso depende
de cada escuela”. Además, detalló que el tratamiento del tema es distinto
dependiendo de cómo lo informe la víctima. “Hay diferencias según cómo lo diga
la estudiante, si lo cuenta en una asamblea del centro de estudiantes, si lo
cuentan las amigas o si hay un escrache. Todo eso implica abordajes
diferentes”, dijo.
Los escraches en redes sociales, por ejemplo, se dispararon
luego de la denuncia de Thelma Fardín contra Juan Darthés. Es un fenómeno
reciente que genera opiniones contrapuestas, en el caso de los adolescentes, al
no mediar terceros o adultos, es posible que la situación se desborde por falta
de educación en el uso de redes (sobreexposición, condena social, opiniones de
desconocidos que pueden perjudicar).
Finalmente, aquí aparece reflejada una vez más lo
imprescindible y urgente de la educación sexual, “que haya herramientas a
disposición para los adultos y los estudiantes”. En ese sentido, la psicóloga
aclaró: “Hay veces que hay información, pero si desde el lugar de quienes
tienen responsabilidad de adultos la ejecutan con frialdad mecánica y judicial,
profundizan la violencia ya ejercida. No se trata meramente de información o
aplicación de protocolos sino de cuidado, respeto, ternura, acompañamiento más
en esa clave”.
¿Cómo es posible esto? Según ella, “a partir de pensar la ESI
no sólo como contenidos fríos sino en lo que hace a los modos de relación que
habitamos en estos tiempos. Una clave es trabajar qué ofrece la cultura o qué
hace el neoliberalismo con los cuerpos y qué decisiones podemos empezar a
construir en torno a eso, el armado de relaciones menos hostiles, de relaciones
de cuidado, en una clave completamente distinta a la que se propone en estos
tiempos”.
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