“TATUAJES
FEMINISTAS: LA REVOLUCIÓN GRABADA EN LA PIEL”
Son tendencia en búsquedas. Hablamos con
Walkiria Tattoo y La Maga, dos tatuadoras que nos contaron sobre su trabajo.
En los últimos años, el feminismo está en todo.
En la moda, en televisión, en la escuela, en la mesa familiar, en las calles.
¿Por qué no habríamos de pensar que una nueva generación de mujeres en lucha
permanente por la igualdad de género no habrían de llevar sus insignias al
cuerpo? Símbolos y frases, imágenes feministas, son una de las mayores demandas
en el terreno de los tatuajes.
Desde el famoso “We can do it”, una mujer con
el puño cerrado demostrando su fortaleza, pasando por las frases de libertad,
apropiación del cuerpo, guerreras indígenas, hasta arquetipos femeninos y
diosas celtas son elegidos como celebración de cuerpos históricamente
castigados y oprimidos, que buscan despertar. El “Girl Power” en sus diversas
expresiones (con flores, en blanco y negro, con el símbolo de Venus, abreviado
cómo #GRLPWR, etc), “Mi cuerpo, mis reglas” y “No soy tuyx” se graban con tinta
y aguja.
Luchas
en la piel
Walkiria Tattoo es el nombre de la marca (y
seudónimo) que esconde a María Belén Solís, tatuadora de profesión que vive en
Escobar y juega en las ligas mayores -participará del Expo Tattoo Show- junto a
los mejores tatuadores del país. "Me gusta trabajar mayormente con
mujeres, ya que mi estilo es delicado y femenino, y mis trabajos favoritos se
basan, justamente, en historias de vida, en la lucha por la aceptación del
cuerpo y el empoderamiento femenino".
Muchos de sus diseños se caracterizan por ser
una imagen abreviada con una gran historia detrás. "Ayer justamente hice
el tatuaje de una mamá soltera y su hija. Dentro de los tattoos feministas
también son comúnmente usadas las palabras "Girl Power" o
"Resiliencia", que hablan del poder de enfrentar las situaciones. Los
tatuajes hacen que las chicas se sientan representadas y vean sus propias
luchas grabadas en la piel", narra María Belén.
"Tatuarse
es un hecho rebelde"
Agostina Perrone (29), alias La Maga, comenzó
a tatuar hace diez años, pero desde hace seis lo hace profesionalmente y tiene
su propio estudio -con su socia Diana- llamado @espaciokadhabra. Cuenta que
siempre le tocó trabajar con mujeres. Muchas se acercaron por pensar que iba a
ser "más delicada", pero otras la elegían por sentirse cómodas con el
desvestirse (más que si lo hicieran en un estudio de hombres) e incluso huyendo
de situaciones que rozaron el abuso.
"Llegué al feminismo por el movimiento
de Parto en casa, con el embarazo de mi hija, escapando de un obstetra que me
había maltratado", cuenta Agos. Se inspiró con la feminista Casilda
Rodrigañez y empezó a diseñar para la revista de Las Casildas, subió estas
ideas a sus redes sin esperar repercusión. Pronto se convirtió en una de las
más buscadas en el ambiente. "Los dibujos tenían que ver con embarazadas
con serpientes, porteando, maternando desde el deseo y no desde el mandato, con
un aire de salvajismo, recuperando algo que en la sociedad se había perdido
(muchas de nosotras no fuimos amamantadas, por ejemplo)", comenta con
orgullo.
Le hizo, por ejemplo, un tatuaje a una chica
que quería reflejarse solamente a ella como modo de "recuperar lo propio
después de dos puerperios, como una promesa a sí misma de retomar las cosas que
le hacen bien", dice. A partir de las redes feministas que se mueven por
Internet, empezó a tener cada vez más pedidos. "Tatué a Daniela Fagioli,
por ejemplo, una abogada feminista especializada en violencia de género. Me
pidió el diseño de una mujer indígena con el pañuelo verde, y un útero
acompañado de flores con la frase 'ni la mujer ni la tierra somos territorio de
conquista'. Me emocionó mucho su historia, su responsabilidad y
compromiso".
Ese tatuaje se convirtió en una serie, y se
siguieron otros. Pañuelos verdes, hechizos, calderos, pociones, corpiños e
iglesias en llamas, abrazos entre mujeres representando la sororidad, chicas
que se abrazan (o incluso riegan) a sí mismas, mamás e hijas con el pañuelo
verde compartiendo la misma lucha, boxeadoras con la frase "pelea como una
chica".
"Una clienta me pidió que le tatuara en
la espalda a una chica gorda haciendo fuck you, como diciendo, 'me importa un
carajo lo que opinen de mi cuerpo', esto fue un quiebre para mí porque me di
cuenta de que en los trabajos que estaba haciendo realmente no contemplaba la
diversidad de cuerpos". El lugar elegido tampoco es casual, es reapropiado
y no admite más críticas externas.
Tatuarse, para Agostina, tiene que ver con el
hecho de decir "este es mi cuerpo y yo decido, estas son mis reglas",
y muchas veces se hace en contra de la familia, la sociedad, los medios, y
muchos otros mandatos que dicen cómo debe ser y vestir una mujer.
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