“YO
CRÍO SOLA: HISTORIAS DE FAMILIAS MONOPARENTALES Y MAMÁS LUCHONAS”
Por elección o por destino, ellas están al
frente de hogares y crianzas. Las redes las ayudan a visibilizar los enormes
esfuerzos que realizan por sus hijos.
Hace algunas semanas, miles de mujeres
salieron a contar en Twitter sus historias acerca de cómo es criar un hijo sin
ayuda económica y sostén emocional. El hashtag #YoCríoSola en apoyo a Jimena
Barón visibilizó a madres y abuelas que sacaron sus familias a flote.
Dentro de las crianzas monoparentales hay
matices. La denominación “madre soltera” se incorporó al imaginario social como
la representación de aquella mujer que fue madre fuera del matrimonio, en
muchos casos sin el reconocimiento del padre. Habría que agregar -en otras
épocas- el prejuicio y el dedo acusatorio de la sociedad señalando el “error”
de no cuidarse (que además recaía sobre las mujeres y no sobre los varones).
En los últimos años, aparecieron las
"madres solteras por elección", sumando la carga positiva y el
orgullo de llevar adelante un deseo (criar un hijo sin pareja) que, en otros
momentos, no tenía lugar porque era difícil de concretar (no existían los
bancos de donantes de esperma, por ejemplo).
Por último, de reciente aparición es el término
"mamá luchona", una "mujer maravilla", en general jefa de
hogar, que se carga al hombro la casa que su compañero decidió abandonar. Por
esta o alguna otra razón de fuerza mayor, todas las cuestiones de la crianza
recaen ahora sobre ella, que tiene que salir a la lucha diaria entre mamaderas
y cuadernos de comunicaciones.
Según el sitio Economía Feminista, el 26,7%
de las mujeres jefas de hogar están al frente de un hogar monoparental contra
el 3,7% que son conducidos por varones. Además, el 85% de esos hogares los
conducimos nosotras.
Explica el psiquiatra y sexólogo Walter
Ghedin: "Si décadas atrás las mujeres callaban su dolor en soledad y
llevaban adelante la crianza de sus hijos, en estos tiempos pueden expresar sus
decisiones, actuar con libertad, compartir sus vivencias con quienes las apoyan
y responder a las críticas de una parte de la sociedad que se resiste a estos
cambios. Hablar de familia monoparental se ajusta más a este modelo, ya sea
porque la mujer decide tener un hijo -que antes no estaba presente como deseo
en su proyecto de vida- o bien porque desea ser madre y busca los medios para
lograrlo."
Y de
pronto un hijo
Dice
M: “Mi
hijo ya tiene 32 años, hoy las cosas han cambiado, pero hace décadas atrás
algunas personas valoraban tu lucha y otras la denostaban por ser sola, pero
sobre todo por no haber tenido la precaución para no quedar embarazada. Yo
elegí tenerlo. En un principio él me decía que lo sacara, después dijo
entenderme y que lo reconocería, finalmente, al poco tiempo de nacer
desapareció. Mi hijo siempre supo la verdad de lo sucedido y cuando fue mayor
quiso conocerlo. Yo respeté su decisión y ahora mantienen una relación
cordial". Bajo los viejos paradigmas, las mujeres afrontan necesidades,
sacrifican su carrera para estar más en la casa o tienen que hacer el doble de
tareas. "Ser madre sola me obligó a trabajar muchas horas y a necesitar de
la familia y amigas que me ayudaron mucho en los primeros años. Sin esa ayuda
de la gente querida me hubiera sentido muy sola”, agrega M.
Comenta
Ghedin:
"La maternidad no es una condición impresa en la construcción del género
femenino. Como somos sujetos que deseamos, una mujer, interpelada de pronto por
la señal positiva del embarazo tendrá de frente realidad que no esperaba pero
que merece una decisión totalmente libre."
Para las que deciden seguir adelante con su
embarazo el entorno es muy importante. Sin embargo, no siempre la ayuda es la
esperada y tienen que hacer grandes esfuerzos para llevar adelante la crianza y
la educación de sus hijos contratando niñeras, recurriendo a los abuelos y a
los amigos. Muchas veces el padre biológico reaparece queriendo tener alguna
participación como si la consanguinidad fuera suficiente para definirse como
“padre”.
Madres
solas por deseo
Dice
S: “Siempre
quise ser madre, con mis 35 años deseaba que fuera un proyecto de pareja, pero
no pudo ser. Conocí hombres que ya tenían hijos (y ni hablar de ser padres
nuevamente) y otros que me decían 'ya llegará el momento' y a mí se me pasaba
el tiempo. Me costó decidirme a ir a un centro médico de fertilidad, los
análisis dieron bien y al poco tiempo quedé embarazada. Hoy miro para atrás y
me reprocho haber dejado pasar el tiempo creyendo en promesas que nunca se iban
a cumplir. Estoy muy feliz con mi hijo. Y si la pareja llega en algún momento
tendrá que aceptar mi realidad, no voy a ceder en nada. Me costó mucho llegar a
este momento de felicidad.”
Así como existen mujeres que son madres sin
proyecto previo de serlo, existe otro grupo que lleva adelante su deseo
valiéndose de las posibilidades que le brinda la ciencia o la adopción. Se
trata de las "madres solteras por elección", según Guedin,
"están entre los 35 y los 40 años, tienen solvencia económica y
autonomía". En algunos casos congelaron sus óvulos tiempo atrás, optan por
la fertilización asistida, la ovodonación, o la adopción.
Dice
N:
“Tuve parejas mujeres que me acompañaban en el proyecto de tener un hijo, pero
cuando había que llevarlo adelante desistían. Todavía la presión social y
familiar, aunque las cosas se van relajando y hay más aceptación. Una tiene que
defender sus derechos frente a la idea de familia tradicional que nos
inculcaron. Al final me puse fuerte y lo tuve sola. La resistencia en un
principio de mis padres cambio totalmente, ahora son excelentes abuelos y me
ayudan en todo lo que pueden, pero la educación corre por mi cuenta.” Las
mujeres heterosexuales y homosexuales que deciden ser madres solas, con su
acción, permiten repensar el modelo tradicional de familia y los roles parentales.
Hermanos, abuelos, amigos, todo el círculo de
contención más cercano es importante. Los roles dentro del marco familiar deben
ser flexibles, el estancamiento de los mismos promueve la desigualdad, la
represión de los afectos y la incomunicación. Pensar el modelo de familia
tradicional no es pretender destruirlo, es reflexionar sobre lo que subyace, en
cómo se construyen las interacciones, como circulan los mandatos, como se
expresan los afectos, qué lugar ocupan las libertades individuales y los valores
trasmitidos.
¡Arriba las mamás luchonas!