“REFLEXIONES
SOBRE CÓMO CRIAR: LA MATERNIDAD SALE DEL CLÓSET ACADÉMICO”
El Círculo de Estudios Maternidad(es) y
Maternaje(s) situados de la UNSAM aborda las prácticas plurales de maternidad y
maternaje, así como las múltiples relaciones entre maternidades emergentes y
hegemónicas. Crece Mujer dialogó con sus coordinadoras.
Aquella vieja frase que afirma que “madre hay
una sola” quedó notablemente desactualizada. Nuevos modelos de familia, nuevas
creencias, nuevas exigencias y contextos diferentes hacen que maternar sea una
práctica tan plural y diversa como sujetos se involucran en ella.
En este contexto surge el Círculo de Estudios
Maternidad(es) y Maternaje(s) situados UNSAM (Universidad Nacional de San
Martín), que aborda “las prácticas plurales de maternidad y maternaje así como
las múltiples relaciones entre maternidades emergentes y hegemónicas”. “Nos
convocó la idea de sacar la maternidad del clóset académico”, dijo a Crece
Mujer una de sus responsables, Johana Kunin, docente del IDAES (Instituto de
Altos Estudios sociales de la UNSAM) y becaria doctoral del CONICET. Coordinan
junto a ella Catalina Kranner y Natalia de Lima, ambas estudiantes de
Antropología Social y Cultural del IDAES.
- ¿De
qué modo “las maternidades y los maternajes pueden ser fuente tanto de opresión
como de agencia”, tal como se afirma en el programa académico?
Johana
Kunin:
Varias de las llamadas olas del feminismo han tematizado la maternidad como
fuente de opresión. Eso no es tan novedoso justamente por las grandes
desigualdades sociales que trae a las mujeres o a las personas gestantes o
maternantes la situación de estar maternando. Nosotras hablamos de maternidades
y maternajes en plural porque queremos hacer énfasis en que no hay una única
manera de pensar ni la maternidad ni el maternaje sino que hay que pensarlo de
manera situada, tal como dice la antropóloga feminista Donna Haraway. Esto
tiene que ver con diferentes contextos, con diferentes momentos históricos, con
diferentes capas sociales y elecciones sexuales que van a influir en las
diferentes posibilidades y visiones que tienen que ver con las concepciones
acerca de las maternidades y las prácticas de maternaje. Pero creemos también
que hay diferentes casos en donde la maternidad puede ser pensada como una
fuente de agencia. Con fuente de agencia queremos decir que da a los sujetos
sociales que ocupan esa posición también una capacidad de acción que les permite
hacer ciertas cosas que otros sujetos que no están en esa posición no podrían.
Si pensamos en términos políticos, tenemos a las Madres de Plaza de Mayo, a las
Madres del Dolor y a las Madres de barrio Ituzaingó Anexo, que en calidad de
madres tienen un poder simbólico muy fuerte para reclamar por sus hijos.
Sucede en muchas comunidades humanas que la
mujer adquiere mayor prestigio social cuando comienza a ser madre. Creemos que
hay que discutir y pensar a las maternidades no sólo como fuente de opresión
sino también como fuente de posibilidad de acción en determinados contextos
sociales específicos (sin universalizar en ninguno de los casos).
- ¿En
qué estadio de la deconstrucción del instinto maternal consideran que están en
Argentina?
Catalina
Kranner: Es
una pregunta difícil. Considero que la cuestión del instinto todavía hay que
revisarla en su totalidad. En Argentina no se ha dado la deconstrucción total
sobre el instinto maternal o lo que tiene que ver con la naturaleza de la madre
con ese hijo. Si bien hay avance en lo que se considera la maternidad
holística, que revisiona la cuestión del apego o una crianza más total,
considero que aún hay una lucha pendiente en este sentido, porque hay
cuestiones muy impuestas a quienes deciden ser madres y a cómo tienen que
serlo. Todo el tiempo se está juzgando la forma, la educación o la crianza que
se les da a esos niños que llegan al mundo social. Hay una cuestión muy
impuesta del deber ser a partir de cómo las madres se relacionan con elles.
Johana
Kunin: Es
necesario aclarar que estamos lejos de reacciones homogéneas, lo pensamos
siempre de manera situada. No es lo mismo ser una madre “con apego” de capas
medias altas urbana, que una madre indígena o una madre rural o una madre donde
es muy importante su identidad sexual disidente. La idea del instinto maternal
se va a jugar de manera muy distinta en cada uno de estos casos. En términos
más generales, ahí está implícita la relación entre cultura y naturaleza. En
Argentina estamos muy lejos de la deconstrucción del instinto materno asociado
a un deber ser de la maternidad, porque el mercado no ayuda, porque políticas
públicas no ayudan y porque hay cantidad de paradigmas y valor simbólico
asociado tanto a lo natural como a lo cultural en sus diversas visiones que
afectan a madres y personas que crían.
-
¿Qué cambios significativos advierten en el ejercicio de la maternidad hoy?
Catalina
Kranner:
Consideramos que hay cambios significativos. Hay una cuestión no sólo
emancipatoria de las mujeres sino una cuestión que tiene que ver con el sistema
que nos obliga a salir. Ya no hay tantas madres que se queden adentro de la
casa y se dediquen únicamente a sus hijos y a su familia. Una novedad que se
está dando en el último tiempo son las tribus de crianza o los maternajes
compartidos, donde no es sólo la madre quien cuida de ese niño, sino que son
muchas las personas del círculo social cercano: tíos, abuelos, amigos.
Johana
Kunin: En
ciertas capas sociales están apareciendo un nuevo "deber ser"
respecto a la figura del padre, cuando esa figura existe, que lentamente va
ocupando lugares nuevos, pero en círculos y en lugares geográficos muy
acotados. La falta de cuidados provistos por el Estado y la obligación de que
los hogares tengan dos sueldos para llegar a fin de mes hace que los grupos
humanos hayan encontrado diferentes maneras de sostener las prácticas de
crianza en estos contextos críticos.
No hay que olvidarse de los cuidados
comunitarios, lo que el feminismo negro llamaba hace decenas de años
“othermothers”, que tiene que ver con esta crianza que se hace en los barrios
marginalizados urbanos, entre familias que viven en comunidades indígenas en
Argentina, o en zonas rurales donde no hay necesariamente una relación de apego
intensiva, donde no se concibe al hijo como solamente “de la madre”, en un
sentido de “su” propiedad. Hay una cantidad de sujetos y esto está resuelto por
la sociedad civil y no por el Estado. La sociedad argentina es creativa frente
a una necesidad muy grande que son las guarderías o los jardines públicos que,
por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires, son insuficientes en términos
cuantitativos. Los padres con posibilidades económicas les pagan a terceras
personas para que se hagan cargo de esto o, en otros contextos, son jardines o
cuidados comunitarios.
Natalia
de Lima: Uno
de los cambios significativos es que la maternidad en algunos sectores sociales
está comenzando a tomar un espacio dentro del ámbito y los problemas públicos.
Esa capacidad de repreguntarnos qué lugar estamos ocupando como sujetos
políticos y sociales que tenemos hijos está haciendo un eco más fuerte que en
décadas anteriores. Los maternajes compartidos, los sujetos que maternan se
vuelven sujetos más políticos, exigen que se reconozcan ciertos derechos como
una licencia por maternidad más extendida; el derecho a un lugar digno para
poder retirarse leche en el caso de que decidan sostener una lactancia materna;
mujeres que se acercan a espacios políticos o de reflexión con sus hijos.
- Uno
de los ejes del debate por la despenalización del aborto es que “la maternidad
será deseada o no será”, ¿por qué creen que esto genera tanta oposición en los
autodenominados “provida”?
Johana
Kunin: Ahí
la cuestión es el deseo como fuente de posibilidad de elección, tanto como de
desear ser madre como de no desearlo. Que el deseo sea politizado y sea puesto
en la agenda pública es algo que trae oposición en los provida. Como tantos
otros grupos sociales, tienen una moral y un deber ser particular acerca de
cómo debería ser la maternidad que es deseada. En general se está pensando en
maternidades muy acotadas y particulares, en una familia nuclear, heterosexual,
con cierto pasar económico, con cierta disposición habitacional. No conciben a
la maternidad como deseo por fuera de ese marco muy normativo y muy
restrictivo.
Catalina
Kranner: Hay
una cuestión de mucha influencia cristiana o católica. Esto en Argentina
todavía está muy arraigado. Y hay un rechazo al no deseo de ser madre, así como
un rechazo a otro tipo de deseo o a otro tipo de placer, de disfrutar el cuerpo
en un placer que no sea el de concebir a un nuevo sujeto social; no existe
placer por fuera de eso, la relación sexual es para procrear.
Natalia
de Lima:
Tiene que ver con esta cuestión de que el deseo empezó a ocupar el espacio público.
Las mujeres somos dueñas de nuestro cuerpo, de nuestras propias decisiones, y
esto es lo que molesta, también arraigado a estos sectores de cierta moral
religiosa donde la maternidad queda encasillada en una sola forma de ser.
-
Respecto a maternidades disidentes, queer y lésbicas: ¿cuáles creen que son las
dificultades más notables que atraviesan?
Johana
Kunin: El
feminismo hace decenas de años ya dijo que “mujer se hace, no se nace”. Simone
de Beauvoir intentó así desbiologizar estas desigualdades de género, pero todo
lo que las maternidades trans, disidentes, queer y lésbicas traen de la mano de
personas gestantes que no se identifican necesariamente como mujeres es que hay
que volver a hablar de la biología en este contexto.
Entonces, donde identidad de género y
biología no siempre se van a corresponder y donde, por ejemplo, una madre no
gestante puede desear amamantar y conseguirlo, entonces tener también derecho a
sus licencias por amamantamiento, aunque no haya sido la madre gestante. Desde
esta pluralidad de concepciones acerca de las personas gestantes y maternantes
y su relación con identidades sexuales disidentes y diversas lo que traen como
urgencia es una vuelta a un debate sobre lo que es naturaleza y cultura; sobre
la biología, no desde esa vieja perspectiva donde se asociaba una cierta
corporalidad con capacidades reproductivas con una identidad de madre y con
determinada identidad heterenormada y cis. Sino justamente para pensar en una
pluralidad de posibilidades entre identidades sexuales y capacidad de gestar o
ganas de maternar que traen complejidades y desafío políticos en términos, por
ejemplo, de políticas públicas.
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