“LA MIRADA DE LA GENERACIÓN Z SOBRE LA
MENSTRUACIÓN”
Cinco
chicas de distintas partes del mundo reflexionan sobre los tabúes de la sangre
menstrual y le imprimen sello propio a las experiencias, volviéndolas más
creativas, auténticas y orgullosas.
Nuestra
sangre, nuestro cuerpo es un documental producido por Fox Lab que abre un
espacio para hablar abiertamente acerca de cómo las mujeres viven su
menstruación en distintas partes del mundo, y de acuerdo a la cultura en la que
están inmersas. Algo las une: el tabú, la vergüenza, y los esfuerzos por romper
crianzas cerradas e imposiciones culturales. ¿Los prejuicios son universales?
Así parece, aunque Escocia la semana pasada dio el ejemplo al incorporar como
política pública el reparto de toallitas y tampones a estudiantes, hacia
adentro se sigue hablando del tema con más distancia que cualquier otra función
fisiológica. El ejemplo escocés lejos de ser la norma.
Cinco
chicas de entre 13 y 19 años, pertenecientes a la llamada generación Z,
desarman con franqueza y arte la mirada y el estigma asociados al cuerpo
femenino y sus ciclos.
“La sangre
en una bombacha o en un pantalón escandaliza a todos, pero el principal tabú es
que viene de la mujer, en realidad”, cuenta Candela, la representante
Argentina. Rodeada de dibujos, rapada y con un look andrógino y fuerte que
rompe el ideal para su género, expresa su vulnerabilidad en la palabra, en la
mirada y hace de su propia vida una apuesta artística que cataliza su difícil
historia. Tiñe con brillantina roja toallitas blancas y pulcras y las pega en
un pizarrón; si nos educan para ocultar, ella lo expone como una obra de arte.
En 52
minutos, Nuestra sangre, nuestro cuerpo sabe combinar a la perfección los
elementos visuales más representativos de esta generación Z en un largometraje
que entrama documental con ficción: pelos teñidos, discursos irreverentes,
libertad corporal y redes sociales. Dice la brasilera Natália, “yo intentaba
ocultar cuando tenía la menstruación hasta a mi familia, hablábamos bajo para
que los hombres no escucharan y eso me hizo creer que yo tenía que esconderla”.
Otras cosas aparecen por debajo en estas historias: prejuicios estéticos que
buscan en toda belleza el estereotipo de tez blanca y el pelo lacio, que
Natália no cumple, porque es mulata y tiene el pelo fucsia y enrulado. “Creo
que cuando no tenemos una identidad propia es muy difícil. Yo creía que era lo
que las personas decían”.
Aranya
(India) derriba mandatos religiosos (“no rezarás si estás indispuesta”) y
encuentra un espacio de espiritualidad en el cual no se siente fuera de la
divinidad por tener su período, siente que las mujeres deberían menstruar con
orgullo. Volver sagrado y natural ese momento del mes es la tarea de Luciana
vive en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, llama “mi luna” a su menstruación,
inscribiéndose en las corrientes de salud alternativa y ciclicidad femenina.
Los picos emocionales no son distintos a las revoluciones en la naturaleza,
observa, ella posee una profunda conexión mística con su cuerpo que la llena de
preguntas sobre su imagen, su ciclo menstrual e incluso sus planes a futuro.
Miche, de Sudáfrica, quiere ser actriz y lucha por mejores condiciones para las
mujeres de su región que no tienen acceso a servicios de salud.
El miedo
de tener que ser una mujer de un día para el otro (sólo por esa mancha roja),
la revolución hormonal que no se pone en palabras (o sólo a través de los
mandatos, “usar corpiño de ahora en más”), lo que se puede o no se puede hacer
en esos días. ¿Y qué hacer con ese miedo? Arte, belleza con sello propio, una
espiritualidad distinta, con otro vuelo y otra empatía con los procesos del
cuerpo.
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