APUNTES SOBRE LA NUEVA LEY SUECA: EL
SEXO SIN CONSENTIMIENTO Y LAS COSTUMBRES HEREDADAS DE UNA CULTURA PATRIARCAL”
Suecia se
suma a la lista de países europeos que pena el sexo sin consentimiento.
Este 1 de
julio entró en vigor una nueva ley sueca que establece que cualquier acto
sexual sin un consentimiento explícito será considerado violación.
Y serán
diez los países europeos que trasladaron a sus legislaciones lo que establece
el convenio de Estambul, firmado en el año 2011, referido a la violencia
sexual: “El consentimiento debe prestarse voluntariamente como manifestación de
libre arbitrio de la persona considerado en el contexto de las condiciones
circundantes”. En Inglaterra, Bélgica, Chipre, Alemania, entre otros, tienen definiciones
basadas en el consentimiento. Según Amnistía Internacional, "los restantes
países europeos están muy rezagados, pues sus leyes penales siguen definiendo
la violación en función de la fuerza física o la amenaza de la fuerza, la
coacción o la incapacidad para defenderse".
En la
nueva ley también se introduce la figura de penal de la “violación negligente”,
es decir que se penará a quienes deberían de saber que su actuación no es
consentida (por ejemplo, a una o un menor que pueda parecer mayor, a alguien
que está bajo los efectos del alcohol...).
Tras la
polémica por la sentencia de La Manada, en España, también se abrió el debate
en algunos países sobre la necesidad de abordar cambios legales.
La
licenciada Daniela Villalba, psicóloga especializada en violencia de género e
integrante del equipo de la línea 144, explica: "En principio hay que
señalar que existe un marco legal, otorgado por el Código Penal, que habla de
abuso sexual y de sus agravantes, aunque la figura de acoso sexual no está aún
tipificada como un delito autónomo en el ordenamiento penal de la Argentina. En
base a esto, podría pensarse el acoso como parte de un posible escenario de
tentativa de abuso sexual o amenaza coaccionante. Acá ya comienzan las
dificultades para interpretar esto y poder llevarlo a la práctica".
"Nadie
nos enseña a ejercer un consentimiento explícito y afirmativo al tener
relaciones sexuales, porque nos han transmitido 'costumbres', construcciones
culturales, que nos dejan en una posición de sumisión, diciéndonos que es
incómodo hablar de ciertas cosas. Pensemos que culturalmente, por ejemplo, es
habitual hablar de roles pasivos y activos a nivel sexual, se piensa en eso de
manera estereotipada y allí está el peligro, no se registra que dicha
diferenciación, tan presente en el imaginario colectivo, puede influir de
manera directa en los modos de practicar nuestra sexualidad, reforzando
actitudes abusivas, incluso dentro del matrimonio o los vínculos de
pareja", agrega Villalba.
Poco tiene
que ver esto con el tipo de sexualidad que se lleve adelante, aunque parezca
obvio aclararlo. El sexo más extremo, las prácticas sadomasoquistas más
jugadas, sexo anal, oral, uso de juguetes. El consentimiento abre las puertas
del paraíso, y la omisión del límite ajeno abre las del infierno, llamado
violación.
Explica la
licenciada Mariana Kersz, psicóloga y sexóloga: "El consentimiento sexual
no tiene que ver con avanzar sobre el acto sexual, es independiente de estar
con o sin ropa, dando o recibiendo sexo oral o estando en pleno coito. Si en
algún momento alguna de las dos partes dice 'no', es no. Y debe ser tenida en
cuenta, respetada y validada: inmediatamente hay que detener toda la actividad
sexual. Si necesita revisar la situación por la que está atravesando, es
importante darle el tiempo y el espacio para que pueda tranquilizarse y poner
en palabras su malestar".
"Entonces,
aunque parezca ilógico, sucede que al vincularnos muchas veces terminamos
soportando abusos, que no interpretamos claramente que lo sean. Pesa tanto la
cultura patriarcal, que la mujer expuesta a situaciones de violencia de género,
puede naturalizar todo tipo de maltratos y llegar a tomar decisiones
completamente condicionada por dicho contexto. Hay mucho aún, para trabajar al
respecto, la Justicia Penal debería tener presente la Jurisprudencia y Doctrina
que propone la Unidad Fiscal Especializada en Violencia Contra las
Mujeres", concluye Villalba.
Tomar por
asalto a la otra persona cuando está dormida, o en un estado pseudoconsciente
por haber tomado alcohol, dar por sentado que la pareja quería tener sexo, usar
como excusa que se llegó a instancias eróticas avanzadas, forzar situaciones
cerrando las puertas del auto o inducir a una persona cuando está en una
situación de vulnerabilidad son eventos que violan el consentimiento y pueden
dejar huellas psíquicas traumáticas.
"Si
una pareja naturaliza la violencia, el consentimiento sexual también tendrá
límites difusos. Los golpes, la dominación, la sumisión económica suelen darse
en una situación de manipulación emocional, si uno de los miembros de la pareja
decide, por la razón que fuera, detener o pausar el acto sexual, suele no ser
tenido en cuenta en su determinación", opina Kersz.
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