“MUJERES CON IMAGINACION: Miriam
Martínez Abellán: «Mezclo en mi obra energía y delicadeza»”
Miriam Martínez Abellán
(Cieza, 1978) afirma que el título de su exposición tiene el origen en un
adjetivo latino de la tercera declinación: 'Latens, latentis'. Y, además,
aclara que proviene del verbo 'latere', «que significa estar oculto, escondido
y, aparentemente, inactivo». ¿Por qué esta búsqueda clásica para bautizar su
exposición? «Porque también me gusta precisar, desde el inicio, qué quiero
ofrecer al espectador en las obras que expongo». Licenciada en Bellas Artes y
diplomada en piano, en 'Latente' incluye «obras de reciente creación,
realizadas exprofeso para la sala de La Casa del Mar. Hay trabajos que ya
expuse en el Museo Siyâsa, en la Fundación Casa Pintada y en Espacio Pático, y
que son como complementos de esta muestra», integrada por una treintena de
piezas, elaboradas entre 2015 y 2017, «en las que he mostrado mi predilección
por soportes como la tabla de madera pintada o el papel fabriano de alta
calidad. Mi pretensión ha sido dar un sentido unificador a esa serie de piezas,
porque creo que encierran un tipo de sensación que se mantiene con fuerza, al
igual que el sentimiento que las engendró».
Miriam reconoce que encontró
en el collage su «verdadera forma artística» de expresarse, y que, inspirada en
las vanguardias, en las modas y en la publicidad, «me he creado un universo
plástico muy personal, en el que siempre he sentido la necesidad artística de
contar historias e interpretar el mundo que me rodea, que me motiva y me
preocupa». Y, ¿a través de qué y cómo las cuenta? «Se trata de una labor mixta,
en la que juegan papeles muy importantes el pegamento, las tijeras, el
acrílico, los metacrilatos... Es un desarrollo de las formas con un estilo en
el que mezclo en mi obra energía y delicadeza, superponiendo diversas texturas.
Además, me gusta jugar con el conceptualismo, el surrealismo y la figuración,
siempre a la búsqueda de la imagen entrañable y sugestiva, o del 'vintage',
esas antigüedades singulares de segunda mano, que pueden encontrarse en los
mercadillos, a las que busco transferir nuevas identidades. En mi obra hay de
todo, porque también aparece el antagonismo de elementos refinados con otros de
mayor rudeza. Creo que soy un poco así también, refinada y ruda, porque todas
las personas, nos consideremos o no artistas, estamos llenos de luces y
sombras».
Añade la autora que le gusta
interpretar la dualidad conceptualismo-surrealismo, «porque, por una parte,
muestro lo que, aparentemente, soy capaz de interpretar; por otra, lo que
cualquiera pueda interpretar. Mis obras podrían ser como un espejo, en el que
el espectador, a través de la contemplación de una experiencia biográfica,
también puede experimentar la suya. Diría que son como una mirada activa de
múltiples aristas». Entre ellas hay «cromos antiguos en forma de caracolas, que
engullen las caras de unas divas de los años cincuenta, con rostros anónimos,
lo que facilita y amplifica las posibles versiones de una misma leyenda; sin
embargo, solo yo creo saber cuál es y dónde está la verdad que ocultan». ¿Por
qué lo hace así? ¿No está dificultando la interpretación? «No digo que no, pero
es que me gusta sugerir con este tipo de simbolismos, de modo que el espectador
se muestre capaz de indagar y se deje seducir». Para Miriam, siempre que
trabaja en sus obras, se siente invadida «por la necesidad de contar mi
historia y, a través de ella, me considero capaz de contar otras, con las que
nada tenga que ver. Es un modo de conseguir que la imaginación amplíe sus
posibilidades».
Son evidentes las referencias
femeninas, y la propia autora muestra su interés por artistas surrealistas de
la talla de Hannah Hoch y Leonora Carrington, aunque no olvida al pintor,
fotomontador y muralista Josep Renau.
¿Por qué esa preferencia por
imágenes femeninas? «Es un aspecto al que recurro en todas sus facetas. Para mí
es un tema muy recurrente, con el que pretendo que determinados valores no se
pierdan. A veces, desarrollo un proceso de investigación en el que la
reivindicación femenina está a la misma altura que la belleza estética, algo
que también me apasiona. Reconozco que, en la mayor parte de mis obras, es el
mundo femenino el que aparece prácticamente enaltecido, porque no entiendo mis
creaciones sin esta implicación social. Lo hago así porque me resulta más
familiar e interesante la forma de sentir de la mujer. Pienso que esto tiene su
lógica, porque soy una mujer y, además, defiendo la feminidad y me preocupa la
situación discriminatoria que está viviendo en determinadas sociedades. En
muchas obras, quiero expresar mi intención claramente reivindicativa. Considero
que es muy necesario implicarse en la problemática que, actualmente, atraviesa
el mundo de la mujer». Y, ¿no puede quedar excesivamente limitado su campo
interpretativo? «Creo que no. Se trata de un profundo aliciente para transmitir
lo que yo estoy viviendo día a día».
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