“CAMBIO DE VIDA: DE PUBLICISTA WORKAHOLIC
A PINTORA HIPPIE”
La artista
Pato Gil Villalobos cerro la Jornada Anual de Voces Vitales el martes. Quién
es, qué hace y cómo piensa esta mujer autodidacta que dejó el mundo de la
publicidad por los pinceles.
"En
mi otra vida era una workaholic", recuerda Pato Gil Villalobos, una
artista argentina que hoy reside en Uruguay rodeada de colores y pinturas.
Antes del cierre que realizo durante la Jornada Anual de Voces Vitales el
martes 18 de septiembre, hablamos con esta mujer autodidacta que dejó el mundo
de la publicidad por los pinceles.
Durante un
verano en el que llegó a tener 800 personas trabajando en su agencia de
marketing y promociones -"fue como el 'pico del éxito'", dice- y fue
elegida "Mujer Emprendedora Endeavor", "me estaba dando un
masaje y vislumbré mi vida a futuro y me di cuenta de que no era eso lo que
quería. Supe que debía bajarme cuanto antes de ese barco; fue raro, porque en
la mayoría de los casos esto te pasa cuando te va mal o cuando estás frustrado
por algo, pero a mí me pasó después de 14 años de tener mi empresa y cuando me
iba muy bien. No tenía la paz mental que quería y me preguntaba '¿esto es
todo?'"
Así, esta
artista decidió "aprender a ser feliz y no vivir más en una montaña rusa
emocional", cosas para las que hasta ese momento no se había dado el
tiempo. Se fue a un ashram a la India y, aunque sus amigos y familiares
apostaban a que no duraría más de tres días allí, estuvo dos meses. "Al
principio lloré y estuve triste, pero después fue una experiencia deliciosa y
nutritiva, en la que salió el sol y el arcoíris en mi vida: por fin empezaba a
estar feliz de estar conmigo, empecé a reconectarme y a darme cuenta que lo más
importante es el amor y la confianza en uno mismo; estar bien para luego poder
dar también a los demás". Fue en esa transición que empezó a pintar, casi
sin darse cuenta.
Su vida
comenzó a florecer en ese momento, cuando corría el año 2001, en parte, a
partir de experimentar uno de sus lemas: "CasARTE contigo misma". Dos
años después, se fue a vivir a las afueras de José Ignacio, Uruguay.
- ¿Qué significa para ti "casarte
contigo misma"? La sologamia es un concepto que se hizo cada vez más
popular, ¿cómo lo vives tu?
- Me casé
conmigo en 2001, cuando nadie hablaba de sologamia ni nada. Es más, yo recién
terminaba una relación con mi novio de aquel entonces y me dijo "van a
pensar que estás loca no entiendo qué estás haciendo". Y ahí me di cuenta
de que hacía bien en separarme y que si quería casarme con otra persona primero
tenía que casarme conmigo. Es como perdonarme para perdonar o amarme para poder
amar, el mismo concepto. Casarte con vos misma es perdonarte, amigarte,
encontrarte, enamorarte y casarte con vos misma, comprometerte a vivir en
armonía con vos misma, simplemente. Ya que vos sos la persona con quien más
tiempo pasarás en tu vida, ¿qué mejor que llevarte bien, respetarte, honrarte y
amarte?
En Uruguay
armó su familia y su nuevo estilo de vida dentro de su chacra Taller Museo del
Color. "Dejar todo" y ponerse un bar en la playa está muy idealizado
y, aunque su proyecto no es exactamente ese, tiene que ver con dejar las
ataduras y lanzarse a un desafío nuevo. Sobre esto, la artista cree que
"en la vida hay dos caminos: el camino del amor o el camino del miedo, de
donde luego se bifurcan un montón de caminitos en un sinfín de direcciones.
Pero la decisión es por cuál camino vas a transitar. Creo en las leyes
universales, la ley de atracción y la ley de causa y efecto, por la cual si
actúas desde el corazón verdaderamente y con amor y das un salto cuántico jamás
puede irte mal. Ojo, esto no quiere decir que tenga que salir tal cual lo
planeaste... Pero tienes que estar segura desde dónde estás queriendo hacer el
cambio, si es a través del miedo o desde el amor".
Hoy define
sus creaciones bajo el concepto de "happy art", o arte dhármico:
"Es el que se realiza con la vibración de sentirse feliz al momento de la
creación. Es un arte que alegra, inspira, colorea la realidad e invita a
conectar con la vibración de felicidad que vive dentro de cada uno a través de
la paleta arcoíris y los mensajes felices. No se enseña, más bien se descubre y
está dentro".
En esa
línea, los mándalas cumplen un papel importante en sus creaciones: "Me
encanta seguir mi instinto y siempre me cautivaron los círculos. Desde que fui
empresaria, el logo de mi empresa era un círculo con un símbolo del infinito,
porque me parece una forma perfecta que hace que todo fluya, la energía del dar
y recibir constante; adoro la forma circular que está en el origen de todas las
cosas". Y recuerda que la primera obra de arte que pintó en su chacra en
las afueras de José Ignacio fue un mándala, cuando estaba embarazada de su
primera hija Sathya: "¡Veía todo redondo! Hoy lo tenemos colgado nuestro
cuarto y siempre decimos que lo pintamos juntas, ella conmigo desde la
panza".
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