“HACIENDO RUIDO: LA ARGENTINA QUE HACE
MÚSICA CON UN NINTENDO GAME BOY DEL 89”
La artista
Maia Koenig estará en el Centro Cultural San Martín participando de Amplify,
una iniciativa dentro del festival de arte audiovisual MUTEK que nuclea a 20
artistas mujeres.
Sin
guitarras ni partituras: la artista argentina Maia Koenig eligió una Nintendo
Game Boy de 1989 para llevar adelante su proyecto artístico. Nació hace 31 años
en Rawson, Chubut, vivió en Buenos Aires y hoy recorre el mundo de la mano de
su proyecto audiovisual. Este fin de semana participa de Amplify, una
iniciativa que nuclea a 20 artistas mujeres dentro del festival de arte MUTEK.
"Mis
comienzos se dieron con el despertar adolescente, donde sentía que no encajaba
con nada que estaba pasando a mi alrededor, entonces tuve la idea de armar una
banda de chicas punk en ese pueblo chico, donde había muchas cosas para
replantearse y, de alguna manera, gritar", cuenta Maia a Crece Mujer.
A partir
de su investigación en el ámbito de la artesanal luthería se acercó a lo que se
llama circuit bending, una técnica que consiste en generar cortocircuitos en
dispositivos electrónicos de bajo voltaje -alimentados con baterías- con
motivos creativos. Así, sintetizadores chicos o juguetes en desuso son
convertidos en un instrumento musical.
Maia probó
con una Nintendo Game Boy: "Es portátil, funciona a pilas (recargables),
se usa con auriculares. Trabajo con un tracker -programa para hacer música-
llamado Little Sound DJ, donde se usa un lenguaje de programación para hacer
las canciones. Pero, más allá de esto, en la era digital me hice fan de lo
análogo y de este proceso sonoro; los chips que se usan son únicos en su
especie, generan otro tipo de timbre, hablan por sí solos contando la historia
de la obsolescencia programada", detalla.
En esta
búsqueda, Maia pretende salirse de los convencionalismos centrada en "la
desobediencia tecnológica y la experimentación a través de dispositivos. Puede
ser algo cotidiano como un tenedor o una caja de bombones, ahí la creatividad
juega sin ser juzgada con el fin de transformar cualquier cosa en música, en
sonido, en ruido. Cualquiera está al alcance de lo lúdico", asegura.
La artista
forma parte de MUTEK, un festival de arte audiovisual que se hace por segunda
vez en Argentina (esta edición termino el 16 de septiembre), luego de más de
una década de historia en Montreal, Canadá. Amplify es, a su vez, una
iniciativa avalada por SKYY Vodka que tiene lugar al interior del festival y
busca generar un espacio para el diálogo sobre el rol y el lugar de la mujer en
estos ámbitos.
Maia
trabaja por el empoderamiento de las mujeres en el mundo de la música
electrónica y artes digitales y, en esa línea, integra el colectivo Feminoise,
que nuclea a 130 mujeres de todo Latinoamérica. En 2016 hizo una gira por
varios países del continente y se replanteó la necesidad de conectar con más
colegas de la escena experimental: "Surgió la necesidad de crear un
compilado de obras sonoras de artistas mujeres, trans, no binarias, de toda
Latinoamérica con el label -sello- Sisters Triangla, donde empezamos a generar
un archivo y mapa sonoro".
A partir
de mayo de este año, "soltó" el proyecto para transformarlo en un
colectivo de arte que promueve, difunde y aúna a estas mismas personas,
pensando en el ruido como manifiesto desde todas las artes y en todas partes.
"Creamos lineamientos, nos manejamos bajo asambleas, promovemos las
investigaciones sobre cyberfeminismo y tecnofeminismo, damos talleres de
formación, festivales para promovernos y autogestionarnos". Actualmente
están haciendo una convocatoria para crear el disco Ruido por la autonomía de
los cuerpos, para llamar la atención sobre la legalización del aborto.
En el
marco de Amplify, el sábado 15 de septiembre a las 19.30 horas Maia y Feminoise
presentaron (con entrada gratis) en el Centro Cultural San Martín su obra EXE,
"una indagación de las posibilidades vinculantes entre movimiento y sonido
por medio de dispositivos autoconstruidos. La fantasía de un futuro
postindustrial que toma cuerpo sonoro, haciéndose carne en las
vulnerabilidades, la resiliencia y los vínculos humano-tecnológicos con un
código en común: el ruido. Es una metáfora de los lazos en mutación, la
perseverancia y la búsqueda de libertad por medio del rupturismo, en un presente
congelado".
Los
integrantes que darán vida a la obra fueron elegidos por convocatoria abierta
dentro del colectivo. El equipo está formado por María Heller, Jazmín Maagmma,
Ameba Gelosx, Margo Sol, Paula Acuña, Sabrina Frasrier, Regina Cei y yo.
"Somos una diversidad en movimiento para generar sonido, emoción y mente
combinados".
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