“A UN
MENOR NO SE LO TOCA NI DE CERCA NI DE LEJOS”
Maestro de artistas, reflexiona sobre el
caso de Thelma Fardín y el trabajo de los menores que actúan.
Fuiste
director de grandes e importantes eventos culturales y deportivos en distintos
momentos políticos. ¿Hasta donde te atraviesa la grieta?
Cuando preparaba el espectáculo de los 10
años de la democracia, me pregunté si debía hacerlo o no. Yo no estaba de
acuerdo con el gobierno de Menem, pero al mismo tiempo se celebraba la
democracia. Me atraviesa un pensamiento de Foucault que dice que la
construcción del enemigo es necesaria para que yo tenga entidad. Siempre vi la
grieta como una necesidad de la gente de posicionarse, la grieta obliga a no
ser un libre pensador.
¿Sufres
la grieta? ¿La padecés?
La sufro mucho, pero la atravieso con un
alto grado de impunidad que me dio mi personalidad. No estoy dispuesto a
enmarcar mi deseo, según para quien trabaje. Soy jefe de mi deseo. Fui
criticado por eso siempre. Siento que estuve dispuesto a cumplir con las
estrategias y los mandatos, siempre que no hubiera un acto fascista. La grieta
es un salvavidas para no desesperar. Porque en la grieta sigue habiendo
esperanza.
¿Cuál
es la esperanza?
En que yo tengo razón y tu no. Desde chico
lo vi de afuera: tuve grandes amigos hippies, amigos que se drogaban, amigos
políticos que vivieron tragedias y yo no ingresaba en esos grupos. Entendía que
la ilusión no iba por comportamientos grupales. Esa frase que dice que “el
cambio empieza por uno” cada vez la creo más.
Por haber dirigido Argentum para la reunión
del G20 se te puede tildar de simpatizante del PRO y del gobierno. ¿Cómo lo
vives?
Se que Macri es el Presidente y que estoy
creando un proyecto para su política, el beneficio o el problema era para él.
Lo que sigo pensando es desde la fe infinita, que donde yo esté, voy a apostar
a lo que creo. Me pidieron un espectáculo inclusivo y diverso. Y yo podría
haberme inclinado por muchos de los casos en los que tengo fe. Por ejemplo,
podría haber trabajado por la inclusión de los travestis, por la mujer, por el
gay... Elegí hacer un espectáculo inclusivo por lo federal, por los chicos que
tienen de verdad la necesidad de inclusión: por el color de la tez, por
ejemplo.
¿Trabajaste
para el gobierno de Cristina?
Sí. En eventos menos importantes, trabajaría
para cualquiera. Tengo un alto grado de consciencia de qué implica lo
políticamente incorrecto de uno y de otro. La cultura no acompaña a Macri.
Ahora, ¿a qué se llama cultura? A un ambiente artístico encriptado. El
espectáculo que se bailó en el Teatro Colón es un hecho cultural porque
vinieron a bailar de todas partes del país, porque los protagonistas hacen la
verdadera artesanía de la tierra. La bagualera o el folclorista no te preguntan
si sos K o no. Están felices porque van a bailar, entran en “la no grieta”, un
verdadero encuentro entre personas que hacen en sí mismo un hecho político. La
grieta es la posibilidad de defenderse antes de pensar. Y yo insisto: primero
viene el deseo que conforma un pensamiento y no un pensamiento político que construye
un deseo.
¿Qué
es lo que no registra y no lleva adelante el statu quo de la cultura hoy?
El statu quo de la cultura no cree que haya
una estrategia posible entre la cultura y el poder. Pero, la estrategia produce
cambios. Si tengo fe infinita en mi persona, voy a influir en lo que hago.
Argentum no sólo es un apoyo a Macri sino un hecho artístico. Pensemos en el
llanto de los presidentes o en los que sonrieron: a mí que no me vengan con que
una sonrisa no cambia nada. Todos sonrieron y se pusieron de pie. Yo vi el show
en China y no pasó nada de nada de eso.
Emocionó
verlo por la televisión.
La gente ahora me reconoce por la calle y me
dice : “Orgullo de ser argentino”, me da vergüenza decirlo. Hubo una actriz que
me dijo: “Lloré tanto, lástima que no fue en el gobierno de Cristina”.
Como
maestro de actores, ¿qué reflexiones te dejó el testimonio descarnado de Thelma
Fardín?
Tengo una compañía de Teatro Musical Juvenil
gratuita, con nuestra orquesta, y un espacio que los contiene en esa etapa
donde se sienten sapo de otro pozo. No doy clases a menores porque no estoy
capacitado. Un chico tiene que tener un profesor que comprenda su lenguaje y
que tenga los códigos muy claros. Cuando trabajé con Julio Bocca, yo prohibía
que los chicos entraran a un baño si no había nadie más, prohibía todo tipo de
situación en la que hubiera algún contacto entre adultos y menores, fueran
maestros o chicos de 18 años. Dicho esto, cuando se habla de gira, en la
Argentina se protege a los chicos, la cantidad de horas de trabajo, se obliga a
que haya adultos en los ensayos, el cuidado en relación al trabajo de los niños
artistas es extremo. Frente al relato de Thelma, espeluznante, pienso que
adultos y menores tenían las habitaciones en el mismo piso y que quizás no
alcanzó la plata para que fueran todas las madres. Esas cosas que no pueden
pasar: los chicos no pueden viajar solos. Yo les digo a los padres que,
mientras puedan, no le den rienda a la necesidad de trabajar: a un niño que
quiere ser artista hay muchas maneras de encauzarlo. Si mi hija quiere ser
abogada o limpiar una casa y es menor de edad, no puede. Pero siendo artistas
sí pueden...
¿Y en
relación a la violación y el silencio?
Thelma dice con claridad algo que es tan
inteligente: “Me costó nombrarlo, me costó poner la palabra violación”. La
mirada de los hechos relativiza todo en estos tiempos y termina haciendo que el
hecho en sí -“estuve en una habitación con un hombre mayor”- esté plagado de
culpas. Yo tenía 13 años y mi psicóloga se enamoró de mí. Ella tenía 36 y yo 13
años y me empezó a decir que se enamoró de mí y yo viví un momento de
relatividad.
¿Qué
es relatividad en un caso así?
“Ella me ama, es secreto, lo nuestro es
único, no le cuentes a nadie”. Empezó como una necesidad sexual de ella. La
plata que me daban mis padres para pagarle, ella no la aceptaba. Duró 3 años,
ella me seguía, me veía. Se los conté a mis padres y no me creyeron. Dejé el
colegio, me deprimí. Mis padres me creyeron el día que ella llamó a mi casa y
mi madre la reconoció. La relativización te obnubila: tenía que estar orgulloso
de mí porque yo la seduje a ella. El chico se tiene que hacer cargo que es un
faro de seducción, pero eso no es problema del chico, es de los demás. El chico
es un tesoro que no se toca. En la cultura de la post verdad, de la
subjetividad de que todo se puede percibir, todos se preguntan “qué habré hecho
yo”. Si yo en algún momento hubiese gozado de ese encuentro, ¿el encuentro
pasaba a estar bien? No, jamás. No se puede juzgar eso con un chico: la ley es
la ley. A un menor no se lo toca ni de cerca ni de lejos. El tema son las
acciones. Las fantasías están permitidas, la acción es un delito y en
situaciones como ésta también es abuso de poder, no es sólo violación, porque
Darthes le dijo que estaba asegurado el trabajo. Hay una mezcla de daños.