“SOY TU COMPAÑERA, NO
TU MAMÁ: HOMBRES QUE BUSCAN PAREJAS PARECIDAS A SU MADRE”
Qué pasa cuando hay una disparidad tal en la relación que la
transforma en un vínculo de cuidado (estilo maternal).
El psicoanálisis se encargó de repetir, hasta el hartazgo,
que nuestro primer gran amor es mamá. Este primer vínculo deja improntas y
modelos de referencia que nos van a servir de guía para seleccionar y
establecer relaciones significativas. Ya lo describió John Bowlby, el notable
psicoanalista inglés en su "teoría del apego".
Hay hombres que buscan encontrar en sus parejas el lazo que
los unió a sus madres, lazo que pudo haber sido amoroso y de presencia materna,
o ausente y descalificante.
Ahora bien, también hay mujeres que sostienen estos vínculos
con hombres que buscan el amor de mamá. Estos desordenes amorosos se establecen
siempre de a dos.
Cuando dos personas se enamoran y tienen un vínculo amoroso,
se pone en juego toda una dinámica de “amor” aprendida en la infancia. Esto
quiere decir, que recibimos en herencia un modelo de todo un sistema familiar
que persiste por lealtad inconsciente. ¿Qué lugar han ocupado los hombres en la
historia de la familia? ¿Qué lugar las mujeres?
Traemos de nuestra infancia heridas y carencias. Conviven en
nuestro ser adulto niños que guardan cicatrices sin cerrar. Cuando nos
enamoramos, proyectamos en nuestro partenaire a alguien que pareciera
prometernos reconocimiento y valoración, el mundo ideal que alguna vez
anhelamos de pequeños y que nunca alcanzamos. Con el tiempo salimos de esta
ilusión y volvemos a encontrar, como por repetición, la misma dinámica de apego
y dependencia emocional que aprendimos de niños.
Tal vez un hombre hubiese necesitado el afecto y la
protección de su madre, entonces busca lo que nunca tuvo, o, por el contrario,
su madre lo sobreprotegió y ahora necesita a otro para que lo ayude y lo cuide.
Usualmente ante madres sobreprotectoras, encuentran carencia
de presencia paterna. Madres solas o mujeres que han desvalorizado de alguna
manera la figura del padre y ante estas circunstancias, se crea una viscosidad
en la relación madre-hijos muy difícil de superar.
Nos encontramos con jóvenes adultos, hombres que no han podido
salir del campo de atracción de la “necesidad de madre” y se quedan orbitando
alrededor de la “vieja”, ya sea para recibir sus cuidados o porque ha sido su
función cuidarla a ella.
Esta trampa que tejen algunas madres alrededor, sobre todo de
los hijos varones, tiene como fundamento un exceso del ejercicio materno: ven a
sus hijos siempre como pichones a los que tienen que cuidar. Esta mirada puede
ser neutralizada cuando la función paterna está ordenando la circulación del
amor y de los hijos fuera del nido. Permite salir de la posición infantil a la
vida adulta. Seguir avanzando, aunque nos tropecemos, nos equivoquemos y aunque
tengamos miedo. Esta posición, internalizada en cada uno, nos impulsa a creer
en nuestra autovalía y fortalece nuestra valoración personal.
La posición de las mujeres que mantienen un vínculo con
hombres que buscan el cariño de mamá, se manejan en ese mismo programa
familiar: sostener la desvalorización de la imagen masculina, o de la figura
del padre o función paterna.
Algunas señales para
reconocer que mi pareja busca a una madre
- Te hace responsable por todo: Tienes que recordarle que
tiene una cita, vos elegís a dónde salir, te ocupas de la limpieza, de sus
finanzas, de manejar, de ordenar, cocinar. Siempre tiene alguna excusa de
porqué él no lo hace.
- No quiere dialogar: Tu pareja en lugar de conversar o
buscar soluciones deja de hablarte, utiliza el sarcasmo y te hace culpable de
su malestar. Se siente incapaz de pensarse a sí mismo como responsable de lo
que está sintiendo y pretende que tu gestiones su malestar.
- En su interior estos hombres no se sienten capaces de
resolver problemas, tomar decisiones y transitar sus propios malestares y
pretenden que su pareja lo haga por ellos.
- Un comentario característico de mujeres con este tipo de
parejas es “mi marido parece un hijo más”. El sostener una relación de
“salvador”, no es precisamente amor de pareja, básicamente este vínculo se
sostiene en una desigualdad en el dar y el recibir en donde el hombre que es
ayudado va quedando imposibilitado de devolver en los mismos términos. Queda
atrapado en una mirada infantilizada por parte de su partenaire que se ofrece
maternalmente amorosa. Este lazo puede generar un conflicto recurrente vivido
como dependencia emocional para ambos.
Quizá sirve que nos
hagamos las siguientes preguntas:
- ¿Para qué tengo una pareja que busca el amor de una madre?
¿En qué colaboro yo a esa situación? ¿Acaso como mujer, me inmolo en la pareja
para salvar al otro?
- ¿Acaso realmente creo que mi pareja sea lo suficientemente
adulto para gestionarle yo su propia inmadurez o creo que me necesita? ¿Qué
recompensas obtengo sosteniendo a alguien que necesita de mi cuidado?
- ¿Qué pasaría si dejo de hacer lo que hago? ¿Estoy dispuesta
a establecer un equilibrio en mi pareja de igual a igual o mi necesidad de
control me exige estar a cargo de la situación?
La relación de pareja nos posibilita la experiencia de ser
dos adultos en vínculo, de contactar con el mundo emocional que vibra en mí
como fuente vital y responder de manera menos reactiva o impulsiva.
En pareja, me reconozco, y me permito abrir nuevos aspectos
de mí mismo. Confío en el camino y el proceso de vida y me siento acompañada en
la experiencia de vivir.
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