“NO ES NO: EL CONSENTIMIENTO EN LAS RELACIONES
SEXUALES Y LAS COSTUMBRES PATRIARCALES”
La agrupación Actrices Argentinas acusó a Juan Darthés de violar a
Thelma Fardin y re reavivó el debate sobre el “no” de las mujeres y los abusos
de poder en distintos ámbitos.
En muy difícil prevenir la acción de otro cuando hace algo que
sorprende y molesta. Eso en sí mismo puede ser traumático. Pero la experiencia
redobla el sufrimiento si se establecen límites que son pasados por alto, ignorados:
"Yo seguía diciendo que no" fue el mantra que Thelma Fardin usó en su
declaración de ayer sobre el escenario del Multiteatro para protegerse de algo
que no deseaba para ella misma a sus 16 años frente a un hombre de 45, sin
tanta experiencia de vida. "Yo seguía diciendo que no" rebota nueve
años después multiplicado. Sigue, Thelma, con esa frase repetida hasta el
hartazgo, sin querer, pero hoy más valiente, unida a sus compañeras, con
convicciones firmadas en una carta abierta y acompañada de pañuelos verdes.
Al pensar en el concepto de consentimiento resulta inevitable
considerar los modos en que se pone en práctica y cómo aprendemos sobre esto,
¿cómo se refleja en nuestras relaciones sexuales? ¿Quién nos enseña sobre el
uso de nuestra voluntad durante el sexo? ¿Cuáles son los límites a respetar?
¿Qué factores intervienen para que no podamos ser dueñas de nuestra voluntad?
Hasta acá
La licenciada Daniela Villalba, psicóloga especializada en género y
asesora de mujeres en situación de violencia, explica: "En principio hay
que señalar que existe un marco legal, otorgado por el Código Penal, que habla
de abuso sexual y de sus agravantes, aunque la figura de acoso sexual no está
aún tipificada como un delito autónomo en el ordenamiento penal en Argentina.
En base a esto, podría pensarse el acoso como parte de un posible escenario de
tentativa de abuso sexual o amenaza coaccionante. Acá ya comienzan las
dificultades para interpretar esto y poder llevarlo a la práctica".
Entonces, ¿de qué hablamos al hablar de consentimiento en nuestras
relaciones sexuales? No deberíamos olvidar que lo hacemos desde la base de un
bagaje cultural determinado, en un tiempo y lugar específicos. "Para
prueba de esto sólo basta pensar en las generaciones pasadas y sus modos de comprender
la sexualidad y relacionarse, sin dudas encontraremos grandes diferencias, con
límites poco claros, sin poder establecer con certeza en qué momento cambian y
se transforman dichos límites", agrega Villalba. "Me parece
importante desde la ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar,
Erradicar la Violencia contra las Mujeres. Trabajar desde distintos ámbitos, en
la difusión de la información que necesitamos para ejercer nuestros derechos
plenamente e impulsar la educación sexual integral con perspectiva de género y
perspectiva de derechos".
Las campañas de prevención pueden correr esos límites culturales a
través de la información. "Si un hombre necesita sexo, tengo que
ceder", "yo provoqué esa erección", "llegué a la cama, pero
ahora estoy arrepentida", son planteos "hijos del patriarcado"
que se pueden deconstruir.
De usos y
costumbres
"También pensemos que nadie nos enseña a ejercer un consentimiento
explícito y afirmativo al tener relaciones sexuales, porque nos han transmitido
'costumbres', construcciones culturales, que nos dejan en una posición de
sumisión, diciéndonos que es incómodo hablar de ciertas cosas", comenta
Villalba.
#MiráComoMePonés fue esa frase que intentó coaccionar a Thelma y que
terminó impulsando a muchos a despertar un #MeToo argentino. ¿Por qué darle la
prioridad al otro y su voluntad sobre mi cuerpo? Si alcanzo a decir no y eso no
es respetado. Sí, hablamos de una cultura de la violación instalada bajo el
manto de piedad de "el que no se puede contener" (aunque es mayor y
tiene todas las herramientas psíquicas para hacerlo) y entonces te pide
prestada para el goce.
En el imaginario cultural patriarcal está bien que un hombre avance y
avance, que una mujer reprima su deseo y se resista para conservar su
¿dignidad?, esto se transmite en la misma tradición que condena el sexo al
pecado para las mujeres, que las hace negarse para después ser forzadas.
"Pensemos que culturalmente, por ejemplo, es habitual hablar de roles
pasivos y activos a nivel sexual, se piensa en eso de manera estereotipada y
allí está el peligro, no se registra que dicha diferenciación, tan presente en
el imaginario colectivo, puede influir de manera directa en los modos de
practicar nuestra sexualidad, reforzando actitudes abusivas, incluso dentro del
matrimonio o los vínculos de pareja", concluye la profesional.
Y no estamos hablando de una cultura de los años '50, en los foros
feministas ¡de hoy! son álgidos temas de debate las violaciones intra-noviazgo,
la necesidad de expresar con firmeza una voluntad que se está construyendo, una
nueva voz de las mujeres que está naciendo dentro de las habitaciones y en los
escenarios. Una voz distinta, que interroga lo que antes era natural: que un
jefe te tire onda, que te digan cosas por los pasillos que no pediste, en un
viaje de trabajo con una productora infantil, pero también por la calle, todos
los días. Esta voz -construida a color entre todas- no se calla más.
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