“8 DETONANTES DEL EMPODERAMIENTO Y LIDERAZGO
DE LA MUJER”
Hay
factores que se deben potenciar a fin de que la mujer asuma un mayor
protagonismo en los diversos aspectos en que ha conquistado espacios. Veamos
cuáles son.
Las
mujeres tienen talentos naturales, capacidades y recursos que desarrollaron
mejor que sus contrapartes masculinas y que constituyen herramientas de
crecimiento personal, aportación social y desarrollo económico. Sin embargo,
todavía existen diversos factores que deben ser potenciados, cultivados y
fortalecidos a fin de que asuman un mayor protagonismo en los diversos aspectos
en los que han conquistado espacios, acceso equitativo y oportunidades.
A
lo largo de los años, en los que hemos trabajado con ejecutivas, mujeres de
negocios, emprendedoras, políticas, servidoras públicas, directivas,
candidatas, ministras de culto y mujeres con posiciones de liderazgo,
encontramos que los siguientes son los pasos críticos de un modelo para detonar
el empoderamiento y liderazgo de la mujer.
Liberación y rompimiento
Lo
primero es liberarse de muchas cargas psicológicas, afectivas, sociales y
personales que se le han adjudicado históricamente a la mujer, entre ellas la
distribución de roles, las funciones, esquemas, prejuicios y hasta las
limitantes que se les imponen. En nuestros talleres, las participantes
comienzan con un rompimiento con cargas tremendas que –incluso aquellas
consideradas como triunfadoras– llevan consigo; maltratos, relaciones
disfuncionales de pareja, sentimiento de soledad, autoestima deteriorada; la
competencia de otras mujeres; ecos y reclamos de la presión de familia, amigas,
amigos; triunfos y logros que no satisfacen; la sensación de no estar a ritmo
ni plenitud con el mundo; siempre en deuda con todos y un vacío permanente que
no se va, un hueco que no se llena.
Afirmación interna
El
dominio de sí misma es clave tanto para empoderarse como para influir en otr@s.
Un segundo paso es el desarrollo de procesos de cambio personalizados
orientados a someter las omisiones de la personalidad tales como la
autopercepción, estabilidad, control, fortaleza y sociabilidad. Cambiar la
forma de verte a ti misma, fijar la mirada en tus deseos, romper la inercia y
la rutina, renovarte, sentir la seguridad en cada paso, escuchar tu yo interno,
hacer valer tu voz, disfrutar de tu personalidad.
Positivismo externo
Lo
siguiente y muy relacionado con el aspecto anterior es complementar las
capacidades personales con herramientas y modelos que apoyen el desarrollo
familiar, personal y profesional de la mujer. Habilidades para negociar,
dirigir, manejar conflictos, comunicar, influir, persuadir, estrategia,
desarrollo de carrera, promoción, crecimiento y la preparación adicional
correspondiente.
Fortaleza
Mantener
la constancia y la disciplina, no rendirse, no claudicar, sacar lo mejor de sí
misma resultan claves en este punto. Nuestro trabajo en esta etapa es sentar
las bases para desplegar un proyecto, concluir ciclos para abrir nuevos
horizontes, delinear los pasos concretos para alcanzar las metas. Las decisiones
a tomar son complejas; es necesario ordenar, priorizar, aprender, actualizar el
contexto. Tomar el control de tu vida requiere de una renovación interna muchas
veces difícil.
Estrategia
Sea
que se trate de un proyecto empresarial, político, social o de liderazgo, los
avances personales deben orientarse hacia metas tangibles, objetivos concretos,
mejoras y resultados. Las estadísticas son claras: mujeres libres y empoderadas
traen consigo enormes beneficios materiales, progreso, crecimiento, desarrollo,
renuevan la perspectiva de las empresas, generan mercados, participan en
grandes transformaciones y están llamadas a ser protagonistas de contribuciones
significativas en campos como la salud, alimentación, educación, cultura,
deporte, diplomacia, negocios, gobierno, tecnología, etc.
Influencia
La
mujer empoderada asume una función social. Desde la que sea su arena de
trabajo, debe contagiar a otras de su necesidad para mejorar, expandir su
estado de afirmación, crear comunidades de cambio positivo e impulsar la
cultura de la equidad. El verdadero feminismo no es la anulación de la
masculinidad, sino el desarrollo pleno del potencial de la mujer; no es una
lucha de suma cero, sino una agregación consensual; no se requiere marcar
diferencias obvias, sino construir el entendimiento recíproco. En política no
es acceder a cuotas, sino hacer efectiva la igualdad de oportunidades y forjar
los equilibrios incluyentes, además de las condiciones para que –simplemente–
el poder se asigne por mérito, calificación y competencia justa. En la empresa
es por el reconocimiento de las capacidades, los talentos, las aportaciones y
una nueva forma de dirigir que está transformando los negocios en el mundo.
Responsabilidad y solidaridad social
Mujeres
empoderadas y líderes pueden ser amas de casa y esposas, pueden ser mujeres que
asumen por voluntad propia roles domésticos o familiares (por supuesto, nada de
eso es contradictorio). En una época de crisis de valores, forjar hombres y
mujeres con sentido de patriotismo, igualdad, respeto, integridad, sensibilidad
y justicia requiere de esa valiosa contribución cotidiana. Las más agresivas
mujeres de negocios, las soñadoras emprendedoras, estudiantes en formación,
experimentadas comerciantes, profesionistas triunfadoras, artesanas creativas,
influyentes diputadas, senadoras, servidoras públicas, todas convergen en su
explosión creativa, sensibilidad, humanismo, solidaridad. La mujer no simula;
siente profundamente. Más que motivación requiere inspiración; no planea,
sueña; no ambiciona, aspira; no se adhiere, se compromete. Su liderazgo
distintivo tiene muchas arenas en que luchar para permear hacia la sociedad.
Evaluación
Cada
mujer empoderada y líder hace una contribución de dignidad, de autoafirmación;
es un acto de justicia postergada, no gratuito. En cada uno de sus logros
subyace una conquista; sin embargo, también las estadísticas no mienten:
todavía subsisten –subrepticiamente, si se quiere– vicios como el maltrato
psicológico, violencia, explotación de menores, pobreza, analfabetismo,
matrimonios impuestos, discriminación, iniquidad laboral… Para esas líderes la
misión es ayudar a otras a no ser víctimas. La solidaridad femenina obliga a
cerrar filas: si eres líder, ayuda a otras; si no lo eres, empieza ahora.
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