“EL FEMINICIDIO, SUS CAUSAS Y SIGNIFICADOS”
Marcela Lagarde es una de las académicas feministas más
reconocidas de México. Etnóloga y doctora en Antropología, encabezó desde la
Cámara de Diputados, donde ocupó una banca, una amplia investigación sobre los
asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez -denunciados a nivel internacional- y
luego extendió el relevamiento a todo el territorio mexicano. Y fue más allá:
también indagó el fenómeno en Guatemala y España, con un enfoque
analítico-social, cultural y político. En una entrevista con Página/12, Lagarde
detalló los hallazgos del estudio sobre estos crímenes o feminicidios -como
prefiere llamarlos-, la expresión más cruenta de la violencia de género.
“Encontramos que no era un problema de unos raros que mataban en Juárez, sino
que es un problema de la convivencia de género en México”, precisó. “En las
regiones donde hay crímenes contra mujeres hay otras formas de violencia contra
las mujeres que están presentes en la vida social, de forma constante, tolerada
socialmente y por las autoridades, que crean un clima de impunidad. El
procurador de Justicia nos dijo que el 65 por ciento de las niñas y mujeres
asesinadas habían presentado denuncias de violencia”, detalló la investigadora.
Y lanzó una hipótesis ante una pregunta de este diario: “Es muy probable que,
si se investiga el mismo tema en Argentina, se encuentren cosas como las que yo
encontré”.
Lagarde estuvo en Buenos Aires para dictar un seminario
en el Programa Posdoctoral en Estudios de Género, que dirige Mabel Burin en la
Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). Es profesora de los
posgrados de Antropología y de Sociología y del Diplomado en Género y
Desarrollo de la Universidad Nacional Autónoma de México, entre tantísimos
cargos académicos. Y también colaboradora de grupos y redes feministas, centros
e institutos de la Mujer en México, América latina y España, Unifem, la
Organización Panamericana de la Salud, de organismos de la Cooperación
Internacional y de secretarías de la Mujer de sindicatos y partidos políticos.
Entre 2003 y 2006 fue diputada federal por el Partido de la Revolución
Democrática. Y desde ese ámbito legislativo presidió una comisión especial para
investigar los feminicidios en México y promovió una Ley General de Acceso de
las Mujeres a Una Vida Libre de Violencia y la introducción de la figura de
feminicidio en el Código Penal Federal.
Aquí, en el Día Internacional para la Eliminación de la
Violencia contra las Mujeres, se transcribe un extracto de la extensa charla
que mantuvo con Página/12.
- ¿En qué consistió su
investigación sobre los crímenes de mujeres en México?
Lo que hice fue, usando el poder que tenía como diputada,
convocar a las autoridades judiciales a explicar qué pasaba en el país. Es la
primera vez que tenemos resultados sobre todo el país, en torno de homicidios
dolosos y culposos de mujeres. Investigué desde 1998 hasta 2004.
¿Cuáles fueron sus
principales conclusiones?
En primer lugar, averiguamos que en México no sólo hay
crímenes violentos contra mujeres en Ciudad Juárez, sino que también los hay en
otras ciudades del país. La denuncia de parte del movimiento de mujeres y de
derechos humanos acerca de la impunidad que ha acompañado los feminicidios en
Ciudad Juárez ha dado la vuelta al mundo. En todas partes a mí me preguntan por
qué matan mujeres en Ciudad Juárez. Ciudad Juárez es un municipio de un millón
y medio de habitantes, forma parte del estado de Chihuahua. En el año 2004,
todo el estado de Chihuahua ocupó el sexto lugar en el país en cuanto a la tasa
de homicidios de niñas y mujeres, es decir, cada 100 mil habitantes mujeres.
¿¡El sexto lugar!?
Sí, la primera en caerse de espaldas fui yo porque no
sabía que en otros lugares del país la tasa era mucho más alta que en Ciudad
Juárez, pero como no había protesta, no había familiares organizados, no había
un movimiento que acompañase la tragedia, nadie lo sabía. En realidad,
encontramos que no era tan excepcional y tan raro lo que pasaba en Juárez.
Había corrido mucha tinta para explicar los crímenes contra mujeres de forma
criminalística, pero se había hecho poco análisis social. Como comisión
especial para investigar el feminicidio en México fuimos a buscar las causas y
encontramos cosas muy interesantes: que en las regiones donde hay crímenes
contra mujeres hay otras formas de violencia contra las mujeres que están
presentes en la vida social, de forma constante, tolerada socialmente y por las
autoridades, que crean un clima de impunidad. Las mujeres denuncian un clima
violento contra ellas, las autoridades no responden y las mujeres quedan en
mayor riesgo. Y finalmente, en muchos de los casos son asesinadas. El
procurador de Justicia nos dijo que el 65 por ciento de las niñas y mujeres
asesinadas habían presentado denuncias de violencia.
-Es un porcentaje
altísimo...
Sí. Son mujeres que no fueron escuchadas, cuyas vidas no
fueron protegidas por el Estado y que entonces quedaron en mayor riesgo frente
a los agresores. Lo que quiero decir con esto es que encontramos una relación
muy importante entre formas de violencia de género aceptadas por la sociedad y
los crímenes de mujeres, vimos también que el machismo y la misoginia
instalados en las instituciones hacen que las autoridades desvaloricen la
problemática, y no le den importancia. En México hay un clima de enorme
violencia, sobre todo delictiva. Hay ajusticiamientos por parte del crimen
organizado en muchas ciudades del país, hay una problemática grave de violencia
en la que las víctimas son hombres asesinados por hombres. De tal manera, que
cuando yo como diputada iba a preguntar sobre los feminicidios, me decían:
“Pero qué importa si es menor la cantidad de mujeres asesinadas que la de
hombres”. Entonces tenía que explicarles que no sólo se trata de números, que
la mayor parte de esas mujeres y esas niñas muertas eran mujeres de paz, es
decir, no estaban involucradas en hechos delictivos, no estaban haciendo cosas
fuera de la ley, eran mujeres comunes y corrientes, jóvenes, estudiantes muchas
de ellas, comerciantes otras, trabajadoras pobres, obreras, niñitas en edad
escolar y también ancianas muy aisladas en sus casas, hay una gama de edades de
las víctimas, de clases sociales, de regiones del país donde esto ha sucedido.
La verdad es que una vez que obtuvimos esta información a mí me cambió la
perspectiva que tenía cuando empecé a investigar el tema. Con el movimiento de
mujeres y feminista llevábamos más de diez años denunciando los crímenes de
Ciudad Juárez.
- ¿Cuál era su
perspectiva antes de la investigación?
Que los
feminicidios sucedían sólo en Juárez, como todo el mundo cree.
El patrón común que encontraron fue la violencia de
género y no que había mafias detrás de esas muertes...
Exacto. La otra explicación criminalística hablaba de
asesinos seriales, había todo tipo de hipótesis, quienes planteaban de una
manera bastante xenófoba que se trataba de estadounidenses que cruzaban las
fronteras, asesinaban a mujeres y regresaban a su país; otros que eran
inmigrantes que venían de Centroamérica. Todas las hipótesis siempre son de que
alguien ajeno asesina mujeres, alguien perverso, alguien con un cuadro
psiquiátrico.
-Pero los asesinos son
hombres comunes...
Hombres comunes, la mayor parte conocidos de las
víctimas, parientes, esposos, novios, ex esposos, padres, hermanos, vecinos,
amistades familiares, o compañeros de trabajo o escuela, o desconocidos.
Algunas mujeres han sido víctimas de las mafias, pero son un porcentaje
chiquitito. La mayor parte de mujeres y niñas asesinadas en todo el país, y en
Juárez también, fueron muertas por conocidos en grado distintos. Esa es una pauta
importante que obtuvimos. Otra constante encontrada en todo el país fue la
actuación inadecuada de las autoridades. Hay una gran impunidad en todos los
delitos cometidos contra las mujeres. Cuando las mujeres acudimos en México
solicitando la vigencia de alguno de nuestros derechos recibimos maltrato y
discriminación en los servicios de salud, educativos, en la Justicia, como en
otras partes del mundo.
-También investigó los
feminicidios en Guatemala y en España. ¿Qué similitudes y diferencias encontró
con México?
Los elegí porque son tres países con distinto grado de
desarrollo. Guatemala, además, es un país de posguerra, donde todavía no está
cerrada la violencia tras los acuerdos de paz, donde hay más de un millón de
hombres armados y donde hay una impunidad total en relación con estos y otros
crímenes. Como primera conclusión, encontré que, a menor democracia, mayor
violencia; a menor desarrollo, mayor violencia; y ante la precariedad de la
paz, hay una violencia mucho más abierta hacia las mujeres como ocurre en
Guatemala. Hay una mayor tasa de homicidios de mujeres, es decir, por cada 100
mil habitantes mujeres, en Guatemala que en México y que en España.
-De todas formas, es alto
el número de feminicidios en España...
Sí, el número es
elevado: ya van más de sesenta y pico de mujeres asesinadas en España en este
año por sus parejas o ex parejas. La ley que aprobaron sólo remite a los
crímenes de las mujeres cometidos por las parejas como si solo hubiera esos
asesinatos. No tienen un estudio más abierto, incluyendo otras relaciones. Pero
lo que tienen en común es que todos están asociados con violencia de género,
que es lo que la gente da por descartado. La gente no se pregunta qué tiene que
ver que sean mujeres las asesinadas. Y nosotros precisamente partimos de ese
hecho: la mayor parte de las niñas y mujeres asesinadas comparten una situación
de discriminación en los tres países, aunque en grado distinto: eso es lo
común. Y luego, se profundiza en cada país, con la agudización de otras
condiciones de exclusión. Hay un mayor número de mujeres pobres asesinadas,
pero eso no quiere decir que no haya mujeres de las clases altas acomodadas que
hayan sido víctimas de homicidios de género: también las hay, por hombres de su
misma clase o víctimas de secuestros para chantajearlas o sacarles dinero como
hay casos en Guatemala y México. En México, sobre este aspecto se sabe poco
porque hay un secreto policial en torno de los secuestros de personas
adineradas.
- ¿Por qué un secuestro
es considerado un feminicidio?
Porque las escogen por ser mujeres. Como víctimas, dicen
los secuestradores, son más fácilmente reducibles a través de la fuerza y la
violencia, presentan menos problemas durante el cautiverio que los hombres.
Pero son un porcentaje mínimo.
- ¿Qué hay detrás de las
muertes? ¿Hay odio?
Hay muchas interpretaciones. La discriminación contra las
mujeres que prevalece en nuestros países va acompañada por una gran
desvalorización de las mujeres, que la escuchamos, pero ya ni la oímos: se
hacen chistes y comentarios sobre la incapacidad de las mujeres, luego se toman
algunas mujeres para cebarse sobre ellas, y con eso se alimenta la misoginia
contra todas. Pero no es sólo la misoginia, sino el lugar de colocación de las
mujeres en la sociedad lo que se junta con la misoginia y hace que las mujeres
estén en riesgo de recibir violencia. Incluso se acepta que haya un grado de
violencia conyugal. Se habla de los pleitos conyugales, “se pelearon”, se dice,
pero no se analiza que hay una desigualdad entre quienes se pelearon, que hay
una relación de género, que hay un poder. A los hombres además se les permite
ser violentos, en rangos y grados distintos. Las masculinidades prevalecientes
todavía están cargadas de violencia, que tiene que demostrarse a través de los
deportes, las competencias rudas, la política y ya en el ámbito de la
delincuencia, a través de los delitos. En todo este cuadro complejo de
convivencia entre los géneros es donde se gesta la violencia sobre todo de
hombres contra mujeres. Eso también lo confirmamos: la mayor parte de los
crímenes son cometidos por hombres.
- ¿Y quedan impunes?
Varía mucho en México la impunidad. Hay lugares en que
alcanza el 80 por ciento de los casos. Como parte de estas investigaciones, a
través de las cuales pusimos sobre la mesa que no era un problema de unos raros
que mataban en Juárez, sino que es un problema de la convivencia de género en
México, propusimos un cambio legislativo importante: modificar la política de
los gobiernos de los estados mexicanos en esta materia. Con otras legisladoras
hicimos una alianza magnífica y elaboramos una Ley General de Acceso de las
Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
- ¿Cuáles son sus
alcances?
Es una ley para enfrentar todas las violencias de género
contra las mujeres incluyendo los crímenes violentos. Si no se atacan las
causas y todas las modalidades y tipos de violencias, es absurdo empezar por la
punta del iceberg que es por donde estábamos empezando. Estábamos empezando por
los crímenes visibles y sobre todo los famosos. Ahora, al plantearnos la ley,
nos planteamos que es un problema general de nuestra sociedad y que el Estado
es responsable de garantizar la seguridad y la vida de las mujeres, cosa que no
estaba dicho específicamente en ninguna ley. Esta ley es vanguardista, es la única
en México que tiene a las mujeres como sujetos de la ley y armoniza
instrumentos internacionales muy importantes, como la Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw por su
sigla en inglés) y otro magnífico, que es americano nada más y el único que hay
en el mundo para erradicar la violencia contra mujeres, que es la Convención de
Belem do Pará. Y tiene otras cosas importantes: pone mucho énfasis en la
prevención de la violencia y que por todo lo que investigamos tiene que ver:
primero, con eliminar la desigualdad entre mujeres y hombres; segundo, lograr
la incorporación de las mujeres que están excluidas, marginadas, que no tienen
acceso a la educación, al trabajo, a la salud, a esos mínimos de desarrollo
para lograr que las mujeres estemos en mucho mejores condiciones incluso para
defendernos, para exigir nuestros derechos, para no asumir que cualquiera puede
maltratarnos y eso está bien.
- ¿Qué cree que se
encontraría en Argentina si se investiga en profundidad los crímenes contra las
mujeres?
Es muy probable que, si se investiga, se encuentren cosas
como las que yo encontré. Para mí era inaudito pensar que en algunos estados
que en México son considerados paraísos maravillosos de calma y paz era donde más
crímenes contra mujeres se cometían.
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