jueves, 30 de agosto de 2018


“EMPODERADAS: UNA SOLA FILA FRENTE A LAS PUERTAS DEL BAÑO”

Los baños unisex en espacios públicos pueden aportar a la reflexión social sobre las identidades de género.

La mujer suele buscar el momento para cortar la charla y levantarse para ir al baño. Porque sabe que esa excursión puede demorar más tiempo del necesario. Es probable que se encuentre con una larga fila de personas que aguardan su turno aún, incluso, fuera del espacio en cuestión. Se suele bromear con el hecho de que ellas suelen ir al baño juntas; más allá de buscar sentirse más seguras en lugares que habitualmente son más apartados, esa compañía sirve, también, para apaciguar una espera que -dependiendo el lugar- puede estar ambientada por aromas poco felices y pisos demasiado húmedos.


Esa acumulación de personas en línea permite saber, desde la lejanía y sin llegar a divisar la señalización en la puerta, cuál es el baño "de mujeres"... Porque en el de varones muy rara vez hay fila. Según una encuesta inglesa, mientras solo uno de cada diez hombres dice tener que hacer cola en algún baño público con frecuencia, seis de cada diez mujeres están obligadas a hacer fila ante la misma situación.

Y esto tiene varias explicaciones: existen estudios que demuestran que las mujeres necesitan alrededor de 90 segundos para usar el baño, mientras ellos tardan menos de la mitad (unos 40 segundos). ¿Por qué? Simplemente porque las mujeres tienen más razones para usar los baños, por ejemplo, para cambiarse los productos de gestión menstrual, o cuando atraviesan diferentes etapas de su vida reproductiva, como el embarazo o el período de la lactancia.

Pero esto no siempre se comprende demasiado: en una empresa nacional con mayoría masculina, una profesional tecnológica y una compañera fueron acusadas de robar papel higiénico y toallas de papel porque "tenían que reponerlas demasiado seguido" en el baño de mujeres; ellas se vieron forzadas a describir a sus denunciantes las razones de esa diferencia.


Bien agarrado del tabú que genera explicitar este tipo de cuestiones higiénicas y privadas, esa demora diferencial se usó para ridiculizar a las mujeres. Y la tardanza "extra" se asoció, también, al culto al espejo y a la (supuesta) necesidad de "arreglarse", perpetuando el estereotipo y reforzando la presión generada sobre ellas sobre su belleza (al regresar del baño habría que volver con los labios retocados o el pelo emprolijado). Pasa en las oficinas, en los eventos y congresos, en los recitales y espectáculos, en el cine.

La iniciativa Potty Parity (algo así como Paridad en la pelela), de la Asociación Americana de Baños, explica que "las colas de las mujeres a menudo se ven en lugares donde los accesorios de los inodoros se asignaron de acuerdo con códigos de construcción obsoletos". Es que el argumento de esta igualdad "superficial", una vez más y como sucede en otros ámbitos, deja de lado las necesidades propias de las mujeres y olvida que ese status quo sanitario fue diseñado siguiendo patrones androcéntricos que satisfacían principalmente las necesidades masculinas.


Tal es así que, hasta hace no tanto tiempo, en las inmediaciones de las salas de reuniones gerenciales de algunas empresas o instituciones con claro sesgo machista, no había siquiera baños de mujeres. O, como contó la corredora profesional Ianina Zanazzi, los baños femeninos en los autódromos siguen abiertos -al día de hoy- solo los fines de semana, cuando hay público o alguna trabajadora.

Una respuesta concreta a esta cuestión son los baños unisex -una tendencia creciente que este diario contó hace varios meses-. Que los cubículos no tengan distinción de género no solo resuelve esta cuestión, sino que incluye y visibiliza a todas aquellas personas que perciben su identidad de género de manera diversa.

Mientras en la Legislatura porteña se discute una propuesta para eliminar la obligatoriedad de que existan baños exclusivos para mujeres y para varones en lugares de acceso público (garantizando la seguridad y privacidad de cada recinto), así como el establecimiento de baños familiares, estas medidas permiten transformar las percepciones sociales sobre los géneros, ya que echan por tierra uno de los últimos espacios que separa a unos y otros tajantemente.

martes, 28 de agosto de 2018


“EMPODERADAS: UNA PIONERA QUE SEMBRÓ PARA EL FUTURO”

El nombre de Florentina Gómez Miranda resonó durante el debate por la despenalización del aborto. Fue la primera diputada en presentar un proyecto sobre el tema tras la recuperación de la democracia.

En el pelo, en mochilas, en la muñeca o en el cuello. La "marea verde" logró que el aborto sea un tema de conversación entre amigos, de debate al interior de las familias y que su tratamiento fuera seguido por televisión casi como un partido del Mundial de fútbol. A lo largo del debate en el Congreso resonó en los recintos el nombre de Florentina Gómez Miranda, histórica dirigente política que luchó por mejorar la vida de las mujeres y trabajó en pos de ampliar sus derechos en distintos ámbitos.


Fue, de hecho, la primera diputada en presentar un proyecto para despenalizar el aborto tras la recuperación de la democracia: proponía sacarle una coma al texto del artículo 86 del Código Penal, para que cualquier mujer violada pudiera abortar. Esto se concretó en 2012, un año después de su muerte a los 99 años, cuando la Corte Suprema falló sobre el caso de una joven de 15 años que había sido violada por su padrastro (fallo FAL).

Pero fue a mediados de la década del 80 cuando el país fue testigo de un debate intenso que, como ahora, enfrentó posiciones antagónicas. Éstas dieron lugar a argumentos -al menos- polémicos o basados en la religión que, treinta años después, resurgieron en distintas intensidades en el último debate. La ley de divorcio vincular impulsada por Florentina generó una gran división entre quienes apoyaban la iniciativa -que, para la Iglesia, significaba la disolución de la familia- y quienes pretendían la inmovilidad de una legislación que tenía más de cien años de antigüedad. Durante las jornadas de discusión, por ejemplo, hubo legisladores que no ahorraron presagios de lo que, para ellos, el divorcio provocaría en la Argentina: caída de la natalidad y aumento de suicidios, abandono de niños, delincuencia juvenil, enfermedades mentales, drogadicción, concubinatos e "hijos ilegítimos".


La ley se promulgó en junio de 1987, con Florentina como una de sus grandes promotoras. Para las mujeres significó "la conquista de su autonomía, de su poder de decisión y fue un importante avance que se dio de manera tardía cuando ya existía en la gran mayoría de los países", detalla el nuevo libro digital Mujeres que dejaron huella -escrito por Magdalena Cash-, que rescata la vida y obra de tres argentinas destacadas: la directora María Luisa Bemberg, la jueza Carmen Argibay y Gómez Miranda.

"Recoge tres perfiles entrañables de estas ancestras, a las que tuve el raro privilegio de conocer y tratar. Como en esa metáfora de la trama, la urdimbre, la red, los nudos que se entrecruzan y sostienen la fortaleza del tejido, me llevaron a ellas otras mujeres brillantes. Y si comenzáramos así a ponerle nombre agradecido a esas mujeres que nos van sosteniendo en la vida, veríamos que son, a la vez, el motivo y soporte del encuentro con muchas otras. Por ellas pisamos suelo firme y por ellas podemos arriesgarnos a volar alto. Porque no volamos sin red", dice la filósofa feminista Diana Maffía en el prólogo del volumen, editado por la Fundación Global, que se presentará este jueves en el Palacio San Martín.


"Fue una batalladora y una adelantada a su época", dice Graciela Adán, presidenta de dicha fundación. "Los ejemplos son claves en momentos como hoy, y quienes vivimos con pasión los ochenta hacemos homenaje a mujeres de su talla".

Florentina decía: "En estos tiempos me ocupo de las mujeres, pues los hombres tienen y han tenido siempre todos los derechos". Así, gracias a su empuje y fortaleza, se logró, también, la ley de patria potestad compartida, y fue defensora de las de equiparación de los hijos extramatrimoniales, la pensión para concubinos y la ley de cupo.

Mientras tanto, la Legislatura porteña está próxima a declarar "patrimonio cultural" de la Ciudad a su casa del barrio San Cristóbal, el mismo lugar que, antes de su muerte, Florentina donó a su partido para que se hiciera allí la Casa de la Mujer Radical. "Maestra por vocación, abogada por elección y política por pasión", se definió esta mujer pionera que sembró semillas que hoy siguen dando frutos.

jueves, 23 de agosto de 2018


“MAMÁ CÍNICA: ESCENAS DE LA VIDA MATERNAL POSMODERNA”

Pocas horas de sueño, la casa símil Kosovo, la presión por responder al imaginario de una crianza consciente, una demanda eterna de abrazos, agua y mimos, la bomba de humo de los papás en momentos clave. Todo esto mixeado con ironía y humor.

Yuri Ashman circula por redes sociales de crianza, blogs y Facebook bajo el seudónimo de Mamá Cínica. Tiene como foto de perfil un chupete azul sonriendo endiabladamente. Su viaje profesional de emprendedora cibernauta la ubicó en el lugar preciso para escupir de manera desopilante lo que ocultan las publicidades rosas de pañales: los tragos amargos del devenir madre.


Vive desde hace cinco años en Inglaterra, de donde es oriundo su esposo (a quien conoció jugando en Facebook), junto a su hijastro, su bebé Giovanni y un perro. Según ella misma cuenta, en uno de sus regresos a México, su ciudad natal, el shock cultural le hizo ver claramente que las latinas contaban todo “sin pelos en la lengua”. Tratando de derribar el muro de críticas, sobre exigencias y demandas que el entorno y la cultura imponen sobre las madres, ella decidió desagotar desaforadamente su sentimiento de injusticia en forma de memes e ilustraciones humorísticas.

¿Cómo te surgió la idea de armar Mamá Cínica?

Abrí la página cuando me volví mamá, pero casi no tenía contenido, yo estaba muy ofuscada con los primeros meses de la maternidad como para dedicarle tiempo. Tuve 40 seguidoras como por un año. Yo creo que todas las mamás de por sí tenemos una paranoia terrible de hacer las cosas mal, sobre todo al principio. No ayuda en nada tener a toda la sociedad opinando acerca de lo que haces: amamantar, dar fórmula, el uso de aparatos electrónicos, la forma de alimentarlos, cómo se ve tu cuerpo después de dar a luz… todos tienen una opinión y todos te hacen sentir una presión terrible.


Yo quería cambiar un poco esa visión y crear una hermandad de madres imperfectas. Mostrar que en realidad todas nadamos en el caos que es la maternidad, sólo que unas lo esconden mejor que otras.

Fue entonces cuando empecé a recorrer blogs en español que hablaran sobre la experiencia de la maternidad, pero sólo encontré páginas que presionaban más la idea de “la mamá perfecta” y fue entonces cuando decidí ponerle más tiempo a mi página. Quería que nos riéramos un poco. Empecé a compartir mi contenido en grupos de crianza, realmente sin esperar el boom que se dio después. Un día pase de 40 a 150 seguidoras y a las 2 semanas tenía 15.000, en un mes ya teníamos 150.000 y seguíamos subiendo.


¿Por qué crees que las mamás se entusiasman tanto con tu contenido?

Porque no hay muchos espacios donde una se pueda reír y compartir experiencias. Las mamás tenemos una presión mental enorme. Tienes que asegurarte de que las necesidades físicas, educacionales, emocionales, espirituales y nutricionales sean llenadas, cuidando de que tus hijos no estén sobre estimulados, mal estimulados, sobre protegidos, mal protegidos, en un ambiente sin comida procesada, sin aditivos, sin pantallas, sin azúcar, libres de energías negativas, plásticos, con una imagen corporal positiva, socialmente conscientes, con igualdad y autoridad, con libertad pero sin ser permisivos, bilingües y preferentemente con hermanos separados por 2.5 años. ¿Qué hacían las mamás de las generaciones pasadas? Darles de comer. Por eso nos hace falta reír un poco, para no volvernos locas.

¿Qué escenas de la crianza fueron traumáticas para ti? ¿Cómo conseguiste encontrarles el costado humorístico?

¡Todas! Casi muero al momento de alumbrar a mi niño (usaron fórceps, perdí dos litros y medio de sangre); los primeros meses tuve una depresión post parto terrible, junto al hecho de que Giovanni tenía un problema de succión, por lo que viví pegada al extractor de leche por once meses.

Cuando empecé a escribir las cosas cambiaron, me empecé a enfocar en lo bueno y a reírme de mí misma. Encontré amigas mamás y ellas me ayudaron muchísimo. Fue entonces cuando entendí que yo no era la única que pasaba por este tipo de problemas y eso me ayudó mucho. También me alivió el hecho de pensar que mis experiencias podrían ayudar a alguien más.


¿Cuáles son los temas que más compartidos tienen?

Creo que los problemas domésticos: las montañas de ropa sucia, el marido que tiene que ir al baño en el momento justo en el que hay que cambiar al bebé. Pero también, entre chiste y chiste, compartimos problemas más serios, como la pérdida de un embarazo y la depresión post parto.

¿Qué opinas del machismo y los roles fijos asignados en la crianza?

Quiero pensar que estoy educando a mis hijos como hombres feministas. Yo creo que si todas las mamás nos pusiéramos de acuerdo podríamos borrar el machismo en una sola generación. Mis hijos han tenido juguetes neutrales y han sido criados (quiero pensar) socialmente conscientes, pero sobre todo quiero que tengan la oportunidad de llorar y demostrar sus sentimientos sin que su hombría sea juzgada por ello. Quiero que respeten a las mujeres, que busquen a una compañera en lugar de una sirvienta. Afortunadamente para ellos, vivimos en un país donde eso no es muy difícil, pero mi sueño es que todos los niños (sobre todo en Latinoamérica donde la cultura machista es tan arraigada) tengan la misma oportunidad que ellos.

martes, 21 de agosto de 2018


“PADRES Y MADRES QUEMADOS: ASÍ ES EL SÍNDROME LLAMADO BURNOUT PARENTAL”

Se trata de un mal moderno propio de progenitores obsesionados: de la ansiedad por controlar a proyectar su imagen en sus hijos.

Amalia tiene 47 años y tres hijos de 15, 12 y 8 años. El mayor lleva un tiempo diagnosticado de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y está medicado. Su rendimiento académico no mejora y ahora empieza a quejarse de la medicación. El chico se opone a todo, especialmente a aquello que le dice su madre. La pequeña padece miedos nocturnos y Amalia pasa muchas noches en su cama. La mediana, hasta ahora con un comportamiento más tranquilo, está últimamente más nerviosa de lo normal.


El padre no esconde su preocupación por la tarea extra en la educación de los tres hijos. Empieza a tener una sensación de impotencia y parece haber tirado la toalla con el convencimiento de que los problemas se evaporarán y todo volverá a la normalidad. Amalia lo lleva mucho peor. Se derrumbó porque está agotada. No tiene tiempo para atender: escuela, tareas de casa, médicos, psicólogos... Cuando se le pregunta cómo le fue a ella de chica, responde que su madre era mucho más rígida y fuerte que ella. Así que siempre tuvo la sensación de que llevaba muy bien la crianza de los hijos.

Esta historia encaja en el perfil de la "madre quemada" o lo que ya se conoce como "burnout parental". Lo mismo que le pasa al trabajador agotado y desbordado por sus tareas laborales, pero trasladado a la tarea de educación y crianza de los hijos. Todo esto ocurre, según el psicoanalista José R. Ubieto, “con padres que quieren ser más fieles que nunca a sus hijos, sin fallar en su tarea de educadores, como si fuesen sus salvavidas. Pero al mismo tiempo esa exigencia puede generar mucha angustia cuando ese progenitor tiene miedo a equivocarse y no cumplir con su parentalidad positiva. Centrarse sólo en la hija o hijo, casi como un estilo de vida, genera agotamiento emocional”.


La obsesión de algunos padres en las tareas de cuidado y control de los hijos queda plasmada en el capítulo "Arkangel" de la tercera temporada de Black Mirror dirigida por Jodie Foster. La historia está protagonizada por una madre y su hija menor, a quien sometan a una intervención en el cerebro. Esa operación quirúrgica permitirá a la madre ver en todo momento lo que pasa por delante de los ojos de su hija, saber siempre dónde está (eso ya lo permiten otros dispositivos) y controlar las emociones de la chica hasta el punto de filtrar aquellas escenas (la niña las ve borrosas) que puedan crear miedo o angustia. Para evitar spoilers, sólo cabe añadir que ese férreo control –en este caso elevado a su grado más extremo al querer controlar la madre las emociones y sentimientos de su hija– no termina bien.

Si a esto le sumamos que Google acaba de lanzar una aplicación llamada "Family Link" que permite a los padres mirar el celular de sus hijos "minuto a minuto", Black Mirror está a la vuelta de la esquina.

Además de que muchos padres están sobrecargados de tareas, hay más control y sobre exigencia a los hijos. Cuando coinciden varios de esos comportamientos es cuando todo puede saltar por los aires. La especialista en psicología infantil española Silvia Álava coincide con Ubieto en que el error de muchos progenitores es “intentar satisfacer su ego a través de sus hijos”. Obsesionarse con proyectar su imagen en los niños. “Y las madres y padres –continúa esta psicóloga– deben de realizarse por sí mismos, nunca a partir de sus hijos”.


Marcarse un nivel de autoexigencia en la educación de los hijos tampoco es una buena receta. “Hay que ser realistas, saber hasta dónde podemos llegar y cuáles son los límites de las exigencias a los hijos”, señala Álava. En la actualidad niños y padres suelen estar ya superados por el exceso de actividades exigidas a los primeros y la saturación laboral de los segundos. A todos les queda muy poco tiempo para la conciliación familiar. “La sociedad actual es mucho más exigente tanto con los padres como con los hijos”, ilustra esta especialista.

Un estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology, basado en entrevistas a dos mil familias con hijos, da como resultado que el 13% de los padres que sufren burnout manifestaron estar exhaustos, agotados emocionalmente por la educación de sus hijos. Un estado que repercutía en su rendimiento laboral.


Esta realidad provocó ya la reacción de algunos países ­como Bélgica, en donde las autoridades impulsaron hace poco una campaña institucional para ayudar con fondos públicos a esas madres y padres que se ven su­perados en la tarea educativa de los hijos. El Ministerio de Salud belga repartió folletos en los que se insta a pedir ayuda cuando se detecta ago­tamiento en la crianza, distanciamiento con los hijos y pérdida de ­eficiencia en el papel de ­madre o padre.

jueves, 16 de agosto de 2018


“MATERNIDADES EN EVOLUCIÓN Y CON UNA DOSIS DE HUMOR NEGRO”

La autora del blog Madre, mujer y Argentina presenta su primer libro, pro disfrute, anti culpa y pecado materno.

Contar el “lado b” de la maternidad: la medicina perfecta contra siglos de idealismos cuadrados, madres de manual y recetas para crianzas perfectas que, llevadas al extremo, dan un poco de risa.

Entre las pretensiones de omnipresencia (estar en TODO lo que el chico necesita) y las grandes dosis de culpa que generan los dramas y errores cotidianos está la grieta que Betina Suárez (44), “Beta” para los amigos, supo explorar con su escritura en el blog Madre, mujer y argentina. Allí viene sacando desde hace diez años los trapitos al sol, desahogando risas y penas de la crianza de La Mayor y La Menor (no son notas musicales, sino hijas).


Ahora nace como libro con el mismo título, integrando el catálogo de la Editorial Planeta, y se presentó el 30 de abril en la Feria del Libro de Buenos Aires. Viandas escolares que son un martirio, mandatos que cuesta desobedecer -aunque nos creamos muy libres-, la disputa por el espacio privado, el alivio de apoyarnos (e identificarnos) en las tribus de madres. Todo eso narrado bajo el cristal de que “no hay receta única” y "a maternar se aprende andando", convierten a Beta en una cuenta cuentos infalible de la locura cotidiana, risueña, incorrecta y mamífera.

- Madres emprendedoras, sociales, con dinero, que viajan y crían respetuosamente... ¿Es mucho lo que se nos pide?

- ¿Sabes que yo pensaba así? Es que esa es un poco mi realidad (lo de ganar bien te lo debo porque estudié comunicación, pero bueno, todo no se puede). Pero mi realidad es pequeña… ¡hay tantas madres! Hay tantas formas de serlo, te modifica de tantas maneras… Hay madres que darían cualquier cosa por estresarse, por tener vida social y ser emprendedora.

Pero en el ecosistema general, observo dos “fenómenos”. Nos estresan más las pretensiones irreales, propias y del contexto, sobre cómo debemos ejercer la maternidad que la lista de tareas que elijamos o que debamos hacer. No hay modo de dar con una expectativa imposible y eso frustra y nos pone nerviosas. No solo a las madres, claro, pero con la maternidad está ese temita omnipresente… Si sales a trabajar eres una madre abandónica, si no sales eres una madre sin ambiciones que va a criar hijos chatos… ¿Ves? ¡Es imposible!



Por otro lado, y gracias al santoral completo, creo también que empieza a haber, acompañando el movimiento feminista mundial, cierta liberación de la culpa. Criar es lo más difícil que hago en el día, así que al final de la jornada las madres deberíamos sentarnos a tomar algo y sentirnos cómoda entre pares en lugar de competir, juzgarnos y estresarnos…

- Como siguen funcionando los mandatos de crianza de madres y abuelas, ¿a cuáles renunciaste rotundamente?

- Tengo suerte. Con las temporalidades del caso, mi abuela materna, mi madre y mi padre son adelantados para su época. (Pero que mi padre no lea esto, así lo puedo seguir peleando). Tengo críticas, como todos los que tienen padres, pero también tengo muchas enseñanzas relacionadas con la libertad, el amor, el trabajo por lo que soñamos, que atesoro e intento replicar. Pero otra vez, alcanza con leer los comentarios en mis redes para ver que no todas las realidades son iguales.

Yo renuncio a una maternidad culposa, creo que vamos a acabar con la humanidad. Madres infelices que dejan todo por sus hijos y entonces los cargan con el peso de sus frustraciones y esos pibes piensan que tener hijos es una porquería. Sin embargo, tampoco juzgo a esas madres, todos hacemos lo que podemos, pero me gusta ser el disparador, al menos, de la duda. Quiero que cuando mis hijas se vayan de casa vuelvan seguido por gusto y no por obligación, porque yo sin ellas no tengo vida.



Muchas veces me encuentro pensando esta misma pregunta, pero para adelante: ¿Cuáles son los mandatos de crianza que nosotros le vamos a dejar a nuestros hijos? Esa es la parte a la que no le vamos a poder escapar, aunque nos hagamos los desentendidos.

- ¿Qué dicen tus hijas y tu marido de tu blog? (por los gatos se me complica preguntarte)

- Más allá de disfrutar las ventajas prácticas que incluyen invitaciones, etc., ocurren dos cosas: por un lado, les es totalmente natural (el blog tiene once años, es el primero de maternidad en Argentina), nació antes que mi segunda hija. Yo escribo desde que tengo uso de razón, conviven con eso. Y hay cosas como el libro que les da orgullo, me acompañan. Igual que al padre en lo que hace o nosotras a ellas. Nos gustamos siendo felices, por suerte.

Por otro lado, y tenemos que dividir al elenco estable, mi marido está acostumbrado (no le copa mucho que lo reconozcan en la calle, pero se lo toma con humor) y es un compañero increíble en todo lo que hago, no solo en el blog, y no hablo solo de amor, sino de admiración profesional mutua. Para las nenas soy la madre. Y aunque yo me crea súper moderna súper cool, soy un embole, la que las manda a levantar las medias, y de a ratos, alguien densa y muy poco interesante. Lo normal.


Yo no descartaría preguntarle a Suárez y a Roberta, los gatos. Sospecho que hablan a escondidas, pero no estoy segura de que digan nada bueno.

- ¿Sientes el libro como un nuevo alumbramiento?

- Sabía que iba a publicar libros antes de saber que iba a ser madre, así que no sé si lo siento así exactamente. Era un “pendiente” importante. Y fue un gran desafío no tentarme con publicarlo yo y someterlo al ojo agudo del mundo editorial, con el riesgo de que me digan que me dedique a otra cosa. Lo siento como una certeza, es que uno repite eso de “hay que trabajar, esforzarse, mejorar, ir por los caminos honestos, etc.” y al final eso tiene frutos. Entonces, cuando eso pasa, es esperanzador, reconfortante.

Tengo una cabeza medio intensa y diversificada. El segundo libro es un objetivo placentero y trabajoso. Desafíos son bajar todos los kilos que tengo de más para que me entre el pantalón del cuero y lograr forrar alguno de los cuadernos de mi hija menor sin que a la nena le de vergüenza mostrar el resultado.


- ¿Cuáles son los temas que más resuenan?

- Las lectoras (y no son todas madres, te asombraría saber la cantidad de hombres y de mujeres sin hijos que me leen) sienten cierta liberación. Pero es un mérito de ellas. Lo que yo sé hacer es poner en palabras certeras lo que muchos sentimos. Igual que otros saben poner bien los azulejos en una pared. Ni más ni menos. Y poder nombrar lo que a uno le pasa es de verdad muy poderoso porque nos permite adueñarnos, ordenarlo, desecharlo, etc. Cuando se nombra, es.

La culpa como una cárcel, los deseos postergados al límite del abandono, las ganas de quejarnos si se nos antoja… Esos son algunos de los temas, pero hay un lugar más profundo, de comprensión, en donde nos encontramos más allá de las realidades diferentes de cada persona.


- ¿El humor es el mejor antídoto contra la culpa? ¿En qué aspectos de tu vida diaria lo explotas más?

- El humor nos cura y nos salva. Sobre todo, de nosotros mismos. Y eso aplica también a las que somos madres. Tengo un humor muy ácido, mucho más oscuro que el que se lee en el blog, porque con el tiempo aprendí a tener más caridad con mis palabras. Es fácil ser jodida, tenemos que ser mejores.

En los textos que escribo creo que tengo una mezcla rara de humor negro y alguna fibra sensible. Me lo dicen siempre y entonces empecé a notarlo y es cierto, ahí está. Me gusta ese lugar, creo que hay una sana e impensada convivencia entre esas condiciones. Y ese mismo mix va conmigo a todos lados. Humor en las reuniones de trabajo y en el dentista. Sin ser desubicada ni graciosa, el mejor ejercicio del humor lo tengo en situaciones críticas o límites, en cualquier contexto.

Además, como soy una speaker muy activa (de temas relacionados con profesión, con el emprededurismo o con el blog y la maternidad) ejercito el humor con audiencia muy seguido, como otra herramienta, poderosa, de la oratoria e incluso pedagógica.


De vez en cuando también hago stand up, fue un proceso natural, “digo lo que escribo”. Por supuesto, antes me preparé. Para todo.

El libro se llama “Las madres tenemos derechos” que es, además, uno de los capítulos del libro. ¿Podrías contarnos un poco a qué te refieres?

- Nació de un hashtag que ya tiene vuelo propio y luego fue apropiándose de más palabras hasta que llegó al libro. Esto de que los hijos son lo más importante de nuestras vidas, pero no son lo único es una obviedad hasta que te das cuenta de que hace dos años que no vas al ginecólogo porque el nene tiene fútbol. Si los hijos son lo más lindo que nos pasó en la vida no está bueno que los usemos como excusa para demorar nuestros sueños ni nuestras obligaciones.

Las madres tenemos derechos, solo que estamos tan ocupadas que lo olvidamos. No está bueno para nosotras ni para nadie. Proponemos un modo amable de recordar que no solo tenemos derechos, sino que está bueno que aprendamos a disfrutarlos.

martes, 14 de agosto de 2018


“ESTABA CONVENCIDA DE QUE MI BEBÉ MERECÍA UNA MADRE MEJOR, EL DRAMA DE UNA MUJER CON DEPRESIÓN POSPARTO”

Estremecedor testimonio de una mamá primeriza.

Alexandra Vanotti es una productora periodística de la cadena inglesa de noticias BBC.

En una nota cruda y muy dura, contó con detalles su experiencia de depresión posparto, sus trastornos obsesivos compulsivos y el camino que debió emprender para que su bebé y ella no sufrieran daños que pudieran llegar a ser mortales. 



El testimonio de Alexandra es común a muchas mamás que deben enfrentar la problemática de la depresión posparto. Un momento en el cual la mujer padece un sentimiento de extrema tristeza, ansiedad y angustia. Situaciones que no le permiten desarrollarse con plenitud en la parte física y en la psicológica.

"Cuando mi bebé nació, mi hermana estaba de luna de miel en Sudáfrica. Hasta que regresó a casa, pasaron casi 2 semanas. En todo ese tiempo tenía un miedo abrumador de que mi bebé muriera antes de que ella llegara a conocerlo. En mi mente, en las semanas y en los meses siguientes mi hermoso bebé moriría mil veces".

El bebé de la productora nació el 22 de enero de 2014. El embarazo no tuvo complicaciones. Si bien Alexandra había sido operada del corazón a los 21 años, ese antecedente no incidió durante la gestación de su primer hijo.



Los primeros 3 meses del embarazo fueron buenos. Ella estaba muy emocionada y muy contenta. Pero a medida que el bebé crecía, la ansiedad la comenzó a abrumar, sobre todo a partir de la semana 18.

Esa semana clave en la gestación fue terrible para Alexandra. "Leí un folleto sobre los potenciales problemas de salud que podía tener el bebé y lloré, me puse de terror. Pero todo lo superamos. Aún, así no podía dejar de lado la sensación de que algo malo pasaría".

Cuando la hora del parto se acercaba, los pensamientos indeseados comenzaron a abrumarla. Que el bebé podría sufrir una insuficiencia cardíaca repentina, que se le podría enredar el cordón umbilical, incluso que podría nacer muerto.



Los familiares que observaban la situación, no advertían lo que pasaba por el interior de la madre primeriza. Para ellos, estaba serena, tranquila. Ella sabía que no era así. "Nunca le conté a nadie mis miedos", recuerda.

La familia le sugirió ir a comprar cochecitos y cunas. Estaban todos muy entusiasmados. Pero el pensamiento aterrador de la mamá describía una situación opuesta. Así lo cuenta: "Si mi bebé iba a morir, entonces ¿qué sentido tenía comprar algo?"

"Ellos me decían que no podían creer que estuviera tan relajada. Mi mente, sin embargo, me decía que mi bebé se iba a morir. No tenía dudas".

A pesar de todo, el parto fue muy bueno. El bebé llegó y Alexandra se lo quedó mirando durante medio día, maravillada. "Era el bebé más hermoso que había visto en mi vida".


"2 días después, todavía en el hospital, de repente sentí que se me encogía el estómago de miedo. Me había golpeado un aplastante sentido de responsabilidad.  En mi mente, las formas en que el bebé podía ser lastimado eran infinitas. Sentía que tenía que estar de guardia todo el tiempo para asegurarme de que no le pasara nada. Estaba convencida de que mi bebé merecía una madre mejor".

Luego de ese drama, siguió con imágenes intrusivas que dominaban su mente. Algunas parecían razonables, como que el bebé se pudiera caer por una escalera. Pero otras eran impactantes y extrañas, como que Alexandra podía meter al nene en el microondas o que un extraño entraba a la casa y se lo llevaba.

Preocupado por su salud mental, el esposo le aconsejó ir al psiquiatra. Le diagnosticaron que sufría de ansiedad post parto y desorden obsesivo compulsivo. "En mi primera sesión mi terapeuta identificó rápidamente que me sentía abatida por la responsabilidad de mantener seguro al bebé".

Alexandra no mejoró de inmediato, pero pudo recuperarse. Según narra en el artículo que publica la BBC, debió ir a terapia, paradoja del destino, durante 9 meses. Y allí se dio cuenta de algo clave: que la búsqueda de la perfección estaba alimentando su ansiedad.

jueves, 9 de agosto de 2018


“¿CONDENADAS EN REDES POR AMAMANTAR? LOS TABÚES DE LA LACTANCIA QUE SIGUEN VIGENTES”

Una socióloga desarma las críticas en redes que reciben muchas madres cuando amamantan "a libre demanda".

Feminismo, clase 1: sororidad. La relación de hermandad y cooperación entre las mujeres que tiene como fin el empoderamiento de nuestro género. Pero esto seguramente no sintió la hija de Reina Reech, Juana Repetto (28), cuando después de subir a su Instagram una foto dándole el pecho a su hijo Toribio (1 año y 8 meses) mientras hacía ejercicio, sufrió todo tipo de comentarios agraviantes bien subidos de tono.



Falta de limpieza, desprolijidad, exhibicionismo inmaduro, son algunas de las acusaciones. Pero no es la primera ni la única. Ximena Capristo (40), recibió críticas cuando posteó una foto dando el pecho en el bautismo de su hijo. Aquí la respuesta de Juana Repetto, quien se dedica a reflexionar sobre temas de maternidad en su blog Mammaminas.

"Yo le enseñaría límites. Cuando sí y cuando no, o cuando esperar un poco"; "hay cosas que quedan en la intimidad si no quieres ser juzgada" y "a una cierta edad ya entienden los 'no' y por ahí es mejor enseñarles a que esperen y respeten", fueron algunas de las críticas que recibió. "Yo quiero saber si lavas la teta antes de darle a tu hijo... porque si estás haciendo gimnasia no me quiero imaginar cómo está eso, y encima dejarlo que él se prenda como si nada. Yo le enseñaría límites", es otro de los comentarios.


La licenciada Paula Díaz de Arcaya es socióloga (UBA) y puericultora (ACADP), nos ayuda a reflexionar sobre las reacciones que la foto despertó, ¿por qué sigue faltando sororidad entre las mujeres con este tema? Intentamos develar los tabúes que siguen existiendo:

Cuando una mujer reconocida aparece dando la teta a un bebé y además ese bebé supera la edad “esperada” por esta sociedad, se desata un revuelo que termina en agresión sin sentido por parte de quienes no pueden pensar la experiencia de la vida más allá de los límites de la propia y que tampoco se atreven a pensar desde un lugar de-constructivo algo distinto de lo que “debería ser”.

Juana pone sobre la mesa el concepto de libre demanda -en lactancia- ("se sirve solo").  Quiere decir que la mujer, madre, dará teta en la medida en que su bebé lo demande o solicite. Esta demanda no siempre es por hambre, ya que la teta cubre dos necesidades esenciales para el bebé humano: la leche y el vínculo con la persona maternante (el contacto, la mirada, la palabra). Es decir que cuando un bebé llora puede estar demandando algo en estos dos sentidos. ¿Por qué molesta tanto?



Cuerpo materno a disposición

Se preguntan por los límites, se horrorizan porque esa mujer queda atada a ese hijo por la libre demanda. Sin embargo, cuando ven a una mujer que trabaja 9 o 10 horas y vuelve a su casa y sólo pasa el tiempo que le queda con sus hijos, no aparece esta figura de mujer atada a un trabajo, al mercado laboral, a su superior. Lo patriarcal y capitalista no es cuestionado, porque está dado por sentado.

Hay una hermosa frase que me gustaría citar de Casilda Rodríguez y Ana Cachafeiro (libro La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente): "El reconocimiento de que hay una libido femenina maternal que se orienta hacia la criatura que la mujer alumbra, socava los cimientos del discurso patriarcal. No nacemos con complejos de Edipo, ni con castraciones; no nacemos con carencias, sino con una enorme producción de deseos, de deseos maternos, que bien pronto se estrellan contra las pautas y los límites establecidos por las normas patriarcales”.


Nuestra sociedad capitalista, patriarcal no deja de mirarnos. En el imaginario colectivo persiste más la idea de “volver al trabajo” y separar al niño de su madre y a ésta de aquél que la idea de la madre que sostiene no sólo la lactancia sino el vínculo.

El tabú es el rechazo de una acción que es dañina para la sociedad, que se presenta como ajena y extraña. Un tabú, o los mitos que sostienen el rechazo de una acción, son coherentes con una estructura productiva particular que requiere la separación temprana de la madre y su hijo para ingresar al mercado laboral, y que en esa separación temprana y prolongada genera individuos mal llamados “independientes”. El todo caso los niños irán ganando autonomía según su desarrollo evolutivo, pero sostener que un niño de 2, 3, 4 años es independiente no es más que desarrollar argumentos falaces para sostener nuestras acciones adultas.


Vamos a mencionar algunos de los mitos más escuchados respecto a la lactancia materna:

* “Mi madre no me dio, yo no voy a poder dar”

* “No amamanté a mis hijos anteriores, no voy a poder con este”

* “No todas las mujeres producen la misma cantidad y/o calidad de leche”

* "Está mal mostrar mis pechos en público"

* “Si la madre estás estresada, la leche se corta”

Todos estos mitos están dirigidos a debilitar un poder natural totalmente demostrado. Hay un proceso natural que se desencadena con independencia de lo que se piensa, se cree, o piensan los demás. Sin embargo, la conciencia colectiva y la reproducción de un sistema productivo pueden tener más fuerza que la naturaleza, ¿increíble, no?



Queremos agregar algo más, que también tiene que ver con una mirada patriarcal sobre el cuerpo de las mujeres. Amamantar en un gimnasio se critica, pero los pechos que se muestran en otros ámbitos de consumo masculino, en donde mostrar lo "sexy" es aplaudido, no son sentenciados, ni juzgados. Sororidad es respetar también el deseo de amamantar en cualquier lugar y hasta el tiempo que ese vínculo lo necesite. También respetar la decisión de aquellas madres que no desean sostener la lactancia prolongada. Sororidad es ayudarnos entre todas a recuperar la autonomía sobre el cuerpo.


martes, 7 de agosto de 2018


“MATERNIDADES FEMINISTAS: EL LUGAR DE LA LIBERTAD, EL DESEO Y LOS MANDATOS”

¿A qué se enfrentan estas mujeres cada día?, ¿qué dificultades deben sortear?, ¿podrán las generaciones futuras vivir estos procesos de modos más igualitarios?

La “marea feminista” está en el centro de la escena. No sólo por sus luchas y sus conquistas, sino por la visibilización de las nuevas estructuras de las que forman parte, entre ellas, las familiares. Existen quienes las definen como maternidades feministas y quienes prefieren hablar de maternidad desde el deseo, por fuera de los mandatos.



¿A qué se enfrentan estas mujeres cada día?, ¿qué dificultades deben sortear?, ¿podrán las generaciones futuras vivir estos procesos de modos más igualitarios? Crece Mujer consultó a la actriz y dramaturga Mariel Rosciano, protagonista de la obra de teatro “#MILF: Madre Independiente Loca y Feminista” y a Julieta Saulo, coordinadora de los servicios de puericultura de ACADP (Asociación Civil Argentina de Puericultura) y miembro de Las Casildas, sobre estos nuevos modos de maternar.

Rosciano tiene 38 años y dos hijos: Jeremías, de 10 y Leonela, de 4. “Maternar desde el feminismo es hacerse preguntas que desde la teoría tienen respuestas pero que no se ven reflejadas en la realidad: la precarización maternal, la triple jornada de trabajo, el corrimiento de nuestros espacios de esparcimiento porque ponernos en primer lugar genera culpa, ¡y ni hablar de ir al médico! Mis hijos están siempre al día con los chequeos y yo, con mucho esfuerzo, llego a hacerme un PAP una vez al año”, aseguró.



La actriz sostuvo que, si bien era feminista desde antes de ser madre, la llegada de su primer hijo hizo tambalear varias estructuras: “Me di cuenta que todavía había un montón de procesos de deconstrucción que me tocaba enfrentar, más allá de lo que había leído. Cuando tuve a la segunda estaba más preparada para eso, pero me divorcié y, de repente, otra vez tuve que pasar por el cuerpo todo lo que una sabe desde la teoría: violencias, machismo, injusticias”.

Para ella, una maternidad feminista es “una maternidad que molesta, que incomoda, que se interpela e interpela a otros. Es una maternidad que cree en los procesos y en los saberes compartidos, construidos en manada. Es una maternidad que se construye sobre la propia práctica y la de las otras, en red”.



En su familia, este modo de maternar enfrenta una doble dificultad: “En mi caso, hay dos formas de crianzas que se cruzan: en casa se habla, se respira feminismo; y en casa de papá ese tema molesta. Ese es el primer desafío que siento que tienen mis hijos, porque es como si existieran dos mundos: uno en el que no se puede hablar de muchas cosas y otro en el que a cada pregunta se le da lugar, se le busca una respuesta”. Por otra parte, están los agentes externos al hogar, “los espacios por donde los chicos transitan, que padecen cada cuestionamiento, propio y de ellos. La escuela es el primer lugar de choque, yo voy a un acto y si hablan todo el tiempo en masculino no puedo evitar acercarme a interpelar a maestros y directivos”, comentó Mariel.

Algunas de las diferencias que la dramaturga postuló en este tipo de crianza tienen que ver con la libertad, la autonomía, la confianza de los chicos en sí mismos: “Las madres de hijas mujeres estamos haciendo un trabajo muy grande para que nuestras niñas sean independientes, crean en el poder de ellas mismas y escapen de los estereotipos que la sociedad sostiene y muestra como modelos a seguir”. Rosciano añadió que una de las primeras cuestiones en las que hizo hincapié fue el lenguaje inclusivo: “Tanto ella como él entienden la importancia de ser nombrados y pueden ver cómo se hacen diferencias”. Por último, afirmó que no cree que maternar de esta manera conlleve a “un valor específico, sino una forma de vivir y crecer en libertad, respetando a los otros, valorando sus creencias, pudiendo poner en palabras sus inquietudes y haciéndose escuchar”.



Julieta Saulo tiene 36 años, una hija de 10 y otra por nacer. Ella prefiere hablar de “maternidades desde el deseo y no desde el mandato”. “Catalogar como ‘maternidad feminista’ me resulta complejo porque, inevitablemente, terminamos haciendo un reduccionismo complicado”, aseguró.

“Creo que en las diferentes maternidades criamos como podemos, en base a la cultura y a la sociedad en que estamos insertas”, sostuvo al tiempo que desestimó las “formulitas que nos llenan de ítems o ideales a los que tenemos que llegar”.

“El gran desafío es conectar con nuestras posibilidades reales”, mencionó mientras aclaró que la maternidad “es una negociación permanente con la cultura, las instituciones u otro padre o madre”.



A la hora de hablar sobre las dificultades que enfrentan quienes optan por maternar de esta manera, dijo: “Históricamente, las mujeres que se han conectado con el deseo no la han pasado muy bien. En una sociedad patriarcal y machista, que una mujer pueda conectar con el deseo es un montón”.

Por último, Saulo auguró un futuro más libre para las nenas de hoy, mujeres de los años por venir: “Las niñas de ahora van a poder transitar muchos de sus procesos sexuales sin culpa porque tienen la perspectiva de la autonomía muy introyectada. Nuestra generación lo vivencia desde una culpa tremenda, pero pibas de 12 años te dicen ‘mi cuerpo es mío’”.