viernes, 30 de junio de 2017


 “LAS MUJERES Y LA LIBERTAD”

En 1869 John Stuart Mill publicó The Subjection of Women, donde argumentada a favor de la total igualdad entre los sexos. En esos tiempos, tal propuesta era revolucionaria y muy contraria a las normas y costumbres en todo el mundo. Hoy la cultura occidental reconoce, aunque sea en teoría, que las mujeres tienen los mismos derechos que el hombre. Hoy, en el siglo XXI, tal proposición debería ser una verdad de Perogrullo. Sin embargo en muchos países, incluso de tradición occidental, muchas mujeres siguen sometidas a los designios del hombre, ya sea del padre o del esposo y tanto las normas sociales, como la legislación, hacen que las mujeres no gocen de todos los derechos que les corresponden.


Más triste aun es la situación del género femenino en culturas diferentes a la occidental, donde la mujer es privada de libertades civiles y políticas elementales. El islamismo por ejemplo, de la manera en que se practica en buena parte del mundo implica una negación de tales libertades. Aunque para ser justos, el catolicismo actual mantiene una discriminación odiosa entre el hombre y la mujer, tal discriminación no pasa de lo eclesiástico, mientras que en el islam traspasa a lo civil y político. Felizmente hay avances en el mundo y en Arabia Saudita las mujeres pudieron votar y postularse a cargos públicos por primera vez en la historia. Aunque todavía queda mucho por recorrer (en este país las mujeres no pueden manejar vehículos y deben pedir el permiso de sus maridos para todo), el voto universal es un gran avance.

En nuestra Latinoamérica, también hay razones para alegrarnos del rol del género femenino en la lucha por la libertad. En Venezuela, dos mujeres, Lilian Tintori y María Corina Machado, han jugado un rol fundamental en la defensa de los valores liberales y han contribuido a frenar seriamente las aspiraciones totalitarias del liberticida régimen chavista.

Finalmente, si una persona es inepta, impostora y fascista, uno no tiene por qué hacer miramientos en defender las ideas liberales contra tal persona, aunque sea mujer.


jueves, 29 de junio de 2017


“MUJERES: NUESTRO DERECHO A LA LIBERTAD SEXUAL”


Uno de los elementos fundamentales para alcanzar el objetivo de igualdad entre hombres y mujeres es que la mujer tenga libertad económica. Libertad económica que le permitirá elegir qué vida quiere llevar y con quien y sobre todo cuente con la posibilidad de separarse de la pareja con la que vive a la que ha dejado de amar o con la que ya no le une nada. La libertad le da la autonomía suficiente al no depender económicamente de ella. Por supuesto además de las ventajas que una profesión digna ofrece al desarrollo de todos los seres humanos y por lo tanto también de la mujer.

Otro de los elementos igualmente importantes es la libertad sexual.  Y no solo quiere decir que la mujer puede entregarse a quien quiera que por supuesto tiene todo el derecho de hacerlo, aunque no es esto lo que le da la verdadera libertad tal como demuestran infinidad de cortesanas de todos los tiempos a las que este tipo de vida no las ha hecho tampoco libres. Libertad sexual quiere decir que una mujer es la única y absoluta dueña de su propio cuerpo y puede hacer con él lo que quiera no sólo entregarlo o compartirlo a voluntad sino y fundamentalmente decidir tener o no tener hijos y, en caso de querer tenerlos, elegir con quien los quiere tener, cuantos quiere tener y en qué momento los quiere tener. Ese es uno de los derechos fundamentales que reclaman las mujeres de todo el mundo, y así tendrían que entenderlo todos los líderes políticos y religiosos que creyeran en la igualdad, tal como preconiza la Declaración Universal de los Derechos Humanos.


En este derecho de la libertad sexual se incluye la capacidad de la mujer de interrumpir su embarazo, siempre que no atente a su salud, y la de poder tomar anticonceptivos de su elección y por supuesto la píldora del día después para evitar un embarazo. Tal vez no nos damos cuenta ni los hombres civilizados que tan pocas veces protestan cuando se trata de reivindicar esos derechos como tantas mujeres que creen a pies juntillas lo que piensan y defienden otros hombres que son los que promulgan leyes sociales o religiosas, pero la gravedad de recortarlos atañe a nuestra propia dignidad por más que sólo sean algunos colectivos de mujeres los que protesten ante la amenaza que nos anuncia lo que se nos viene encima. Si tenemos que acudir a declarar ante un juez los motivos por los que queremos abortar y exponernos a que quien tenga que decidir sobre nuestro cuerpo sea un acérrimo partidario de la familia numerosa, o de una moralidad que no deja de ser una elección personal o de cualquier colectivo pero que no puede considerarse una idea universal, nuestra libertad queda en entredicho igual como nuestra dignidad.

Las limitaciones a esos derechos están en los peligros que esas decisiones pueden causar en la mujer, establecidos por instituciones creíbles desde el punto de vista científico. No pueden existir razones morales para esas limitaciones, porque la moral, como la religión o la tradición, son creencias en las que creen ciertas personas o comunidades, que adoptarán a voluntad, pero carecen de legitimidad para ser impuestas, como lo son las ideas universales aplicables al género humano en su conjunto, como la igualdad, la justicia y la libertad.

 El derecho a disponer de nuestro propio cuerpo es un derecho por el que las mujeres hemos luchado durante años y que tiene muy poco sentido que ahora se recorte y se deje en manos de extraños, como si fuera un gasto más que ha de ayudar a la ciudadanía a reducir la deuda pública y a provocar la satisfacción de los líderes y los bancos. No quiero con esto minimizar los recortes de la reforma laboral o el que nos viene del derecho a huelga. Simplemente quiero que figure como uno más de todos ellos.

miércoles, 28 de junio de 2017


“FEMINIDAD Y LIBERTAD, BRIGITTE MACRON”

La esposa del presidente electo de Francia ha causado sensación en su país y en el mundo entero. En efecto, resaltan en ella, y se alaban, los atributos de su género desde el punto de vista sociocultural. Es un paradigma, un ejemplo, un elevado modelo de mujer para las mujeres. La dama de Amiens se ha fusionado a su esposo, se han fundido en una unión de intereses, ideas y por supuesto de política.

Ella está plenamente “consciente de que la diferencia de edad despierta ironías e inspira caricaturas más o menos desagradables”, según palabras de Carlos Siula, corresponsal en Francia. Antigua profesora de francés, latín y teatro ha retado convencionalismos e inspirado intelectual y emocionalmente a su esposo.


Ahora bien, ella es modelo de lo que debe ser una mujer en el mundo atribulado de hoy; y en medio del torrente de seudomodas y prejuicios, de confusión de la moral auténtica con fanatismos devastadores, encarna la compañera perfecta de un hombre comprometido con sus ideas. No ha perdido libertad sino que la ha duplicado, la ha enriquecido. No es la mujer colgante del esposo o compañero, adherida a él, sumisa y raquítica de autonomía. No es la mujer entregada y obediente, resignada, que carga como pena su feminidad maltrecha. Es a mi juicio, por lo que sé y se ha difundido, el testimonio de una ya larga y rica tradición francesa de libertad femenina, sin menguar ni un ápice de su personalidad. No es el patético espectro de una mujer consumida física y moralmente.

No es la ridícula imagen que reproduce en un espejo opaco la corporeidad del varón. Ella me hace pensar, por ejemplo, en Simone de Beauvoir, la notable profesora y filósofa francesa, compañera de Jean Paul Sartre; feminista magnífica que lo fue sin empañar la masculinidad y relación con el hombre, sino al contrario, complementando a éste con la enorme riqueza de “lo eterno femenino” de que hablara Goethe. Evoco, porque me parece más que oportuno, Ensayos sobre el Amor, de José Ortega y Gasset, en que habla de la mujer, de la verdadera, como de una fuerza cósmica que no percibe diferencias sino coincidencias. Y sintetiza el amor en una unidad de temperamentos y pasiones, en un filtro para que el carácter se depure.

Creo que la señora Macron, la dama de Amiens, es un prototipo de virtud femenina que resalta y sobresale en un mundo confundido en que los valores de la mujer se enfrentan todavía a los del hombre, queriendo imitarlo. Ella es natural y espontánea y el que sea mayor en edad que su esposo el presidente electo la convierte en una mujer exclusiva, libre, que aporta a la historia de su país la que se ha llamado cultura femenina; o sea, una valoración de la vida contemplada desde una perspectiva humana pero sin la “aguerrida violencia” que ha diferenciado para mal a la mayoría de los protagonistas políticos masculinos, desde hace varios siglos.

Una feminista a ultranza me dijo entusiasmada que la dama de Amiens representaba el advenimiento de la mujer en el panorama internacional de occidente. Yo no sé en verdad hasta qué grado. Lo que representa, pienso, con las características de la pareja de que forma parte, es la presencia inmediata, inteligente, noble, generosa, atractiva y libre de un ser humano femenino en la toma de decisiones políticas en Francia.

Es decir, en un país cuya influencia en el mundo es enorme y en donde la superficialidad de las opiniones, los prejuicios, los fanatismos, no afecten una imagen limpia que mucha falta le hace al mundo en que vivimos y convivimos. Es de plano una invaluable aportación de la Francia humanista. ¡Bienvenida!



martes, 27 de junio de 2017


“MUJERES MAYAS Y LIBERTAD DE EXPRESION”

Comunicadoras comunitarias mayas exigen con firmeza el respeto a difundir sus mensajes, al mismo tiempo rechazan se les criminalice o menosprecie. Entre ellas, resaltan las voces de Eva Tecún, Nita Coc Chub y Elsa Chiquito.

Exigir el respeto a la libertad de expresión por parte de mujeres mayas es de gran importancia, porque son ellas mismas quienes lo demandan, sin intermediarios ni desde la generalidad abstracta, ellas lo hacen como comunicadoras sociales que valoran el impacto de su trabajo en sus comunidades.

 En Guatemala, muchas personas entienden que la libre emisión del pensamiento es una prerrogativa constitucional que sólo corresponde a medios y periodistas. Pero, la Red de Comunicadoras Comunitarias entiende perfectamente que ese derecho también es de ellas y de todas las mujeres.

Con esa convicción esta Red organizó un festival en el centro capitalino para que personas que viven en áreas urbanas conozcan sus experiencias y capacidades en la difusión de mensajes.


Las integrantes de la Red tienen experiencia en la producción comunicacional en radios comunitarias y en redes sociales, algunas superan los diez años de trabajo ininterrumpido.

Aunque las han tratado de callar, explican las representantes de las comunicadoras, ellas se preparan, se organizan y ganan espacios desde su identidad como mujeres indígenas, desde sus raíces mayas, desde su formación como comunicadoras que difunden realidades poco conocidas en las ciudades.

Ellas son quienes multiplican mensajes encaminados a cambiar “mentalidades del no puedo”, son ejemplo de que los cambios son posibles, aquellos que algunos medios niegan o menosprecian cuando los descalifican o les restan importancia.
 
Algo está sucediendo en ese país, es poco frecuente que en un espacio público urbano, mujeres indígenas de diferentes comunidades lingüísticas reivindiquen su derecho a la libertad de expresión porque saben el valor de la palabra, la trascendencia de multiplicar mensajes y la importancia de aprender a manejar nuevas tecnologías.

A pesar de que se les ha discriminado por cómo se visten, cómo se expresan, cómo actúan o cómo exigen sus reivindicaciones, las integrantes de la Red de Comunicadoras Comunitarias siguen uniendo esfuerzos encaminados a convertirse en sujetos de transformación, porque tienen capacidad de propuesta, pensamiento propio y disposición a mejorar su trabajo comunicacional inscrito en las enseñanzas de la cosmovisión maya.
 
Es relevante que, como mujeres indígenas, expresen en voz alta su defensa a la libre emisión de pensamiento, tomando en cuenta que han sido excluidas como protagonistas sociales y como actoras con capacidad intelectual en los medios tradicionales, los que generalmente las representan como víctimas, empobrecidas, enfermas o como folclor.

Sirva este espacio para felicitar a las comunicadoras comunitarias de siete departamentos guatemaltecos: Totonicapán, Quiché, Huehuetenango, Petén, Quetzaltenango, Alta Verapaz, Sacatepéquez, quienes aspiran a seguir ampliando sus alianzas en áreas de trabajo que las empodere y les permita ejercer lo más ampliamente sus derechos.

Cabe resaltar que ellas son un referente en sus comunidades, juegan un papel muy importante por el impacto que tienen las informaciones y opiniones que transmiten a través de la radio y otros medios, así como por la fuerza que irradian.

lunes, 26 de junio de 2017


“LA LIBERTAD DE LAS MUJERES”


A fines del siglo XVIII, como consecuencia de las revoluciones norteamericana y francesa, las ideas de la libertad habían avanzado notablemente en todo el mundo occidental, pero los beneficiarios inmediatos eran sólo los varones blancos, educados y dotados de cierto patrimonio. En general, eran ellos los que podían elegir y ser elegidos. A las mujeres, negros o mestizos, a los pobres y a los analfabetos les estaba vedada la participación en la vida democrática de las incipientes repúblicas o en las maduras democracias parlamentarias europeas que comenzaban a arraigar.

Era una paradoja que se declarara enfáticamente la igualdad esencial de las personas mientras, en realidad, un grupo relativamente pequeño conservaba todo el poder en sus manos; pero la clase dirigente conseguía justificar esta contradicción invocando una serie de sofismas: las mujeres era débiles física y mentalmente, por lo general estaban poco instruidas y no eran capaces de tomar decisiones inteligentes. Los negros esclavos, sencillamente, pertenecían a una clase inferior, casi infrahumana, y esa supuesta limitación biológica también excluía a los libertos de alcanzar la igualdad civil junto a los blancos. Los analfabetos, por su parte, debido a la incapacidad para informarse que padecían, no podían elegir o ser elegidos, mientras los pobres, al carecer de bienes, con toda probabilidad actuarían imprudentemente, o no respetarían la propiedad privada, lo que aconsejaba marginarlos del proceso democrático.

En suma: como queda dicho, los varones blancos, educados y propietarios poseían todo el poder y todos los privilegios que ello conllevaba, y estaban dispuestos a luchar por conservarlo. Pero ese panorama de exclusiones comenzó a cambiar lentamente, y en ello tuvo mucho que ver la enérgica actuación de las mujeres más combativas de la época.


El punto de partida de las mujeres

La batalla de las mujeres por conquistar las libertades civiles y la dignidad como personas fue muy cuesta arriba. Arrastraban una milenaria historia de subordinación a la autoridad masculina que era muy difícil de eliminar. Curiosamente, en el mundo occidental esa condición de vasallaje se agudizó tras la conversión de Roma al cristianismo, ocurrida en el siglo IV, puesto que en la Roma pagana las mujeres tuvieron ciertos derechos y atribuciones que comenzaron a perder rápidamente con la entronización del cristianismo.

En efecto, la tradición judeocristiana era profundamente misógina y se asentaba en una interpretación sin matices de las Escrituras. Los primeros siglos del cristianismo resultaron tan severos con el género femenino, que hasta se discutió si las mujeres tenían realmente alma, o si eran criaturas endemoniadas puestas en el mundo para la perdición de los hombres, debate que se zanjó en el siglo V durante un apasionado concilio de obispos en el que, finalmente, se aceptó la idea de que las mujeres también estaban dotadas de espíritu. En todo caso, durante siglos las mujeres no pudieron educarse, ni pertenecer a la alta estructura jerárquica de la Iglesia. Tampoco, llegada la Edad Media, fueron admitidas en los gremios, en los que hubieran podido adquirir ciertas destrezas profesionales o artesanales. De manera que, incultas y sin oficio ni beneficio, quedaban condenadas a realizar tareas domésticas, sometidas a una absoluta dependencia del hombre, incluso en el terreno jurídico, dado que ni siquiera podían contratar o acceder a la propiedad sin el consentimiento del padre o del marido.

Esa situación no cambió sustancialmente con el paso del tiempo, y hasta hubo periodos en los que pareció agravarse, como sucediera en los siglos XV, XVI y XVII, cuando se desató una cruel persecución de personas acusadas de brujería, generalmente mujeres viejas e indefensas que, con frecuencia, fueron víctimas de una combinación de miedo, histeria y superstición que, a los ojos de las fanatizadas autoridades religiosas y de la Inquisición, parecía demostrar que estaban poseídas por el diablo. Más de cien mil de estas pobres mujeres terminaron en la hoguera o en la horca como consecuencia de la represión religiosa.

La primera feminista

La primera voz feminista realmente importante que se rebeló contra este estado de cosas fue una extraordinaria inglesa llamada Mary Wollstonecraft, nacida en Londres a mediados del siglo XVIII. Mary Wollstonecraft, perteneciente a una familia burguesa, dirigida por su padre, un hombre brutal, se hizo maestra, y junto a su hermana creó una escuela en la que predicaba que los ideales de la Ilustración debían extenderse a las mujeres, dado que éstas vivían en un estado de subordinación al hombre que les impedía desarrollar todo su potencial. La mujer, pues, no debía ser un sujeto dulce y pasivo encerrado en el hogar para uso y disfrute del hombre, sino que era un individuo con sus necesidades psicológicas e intelectuales intensas e independientes, y hasta tenía derecho a disfrutar de una placentera vida sexual, declaración que escandalizó a la pacata sociedad de su época.

En medio del reino del terror desatado por Robespierre, Mary Wollstonecraft marchó a Francia para ver con sus propios ojos lo que allí acontecía, y aunque le repugnó la violencia y el sangriento espectáculo de la guillotina, mantuvo sus simpatías generales con los cambios políticos y sociales que ocurrían en el país. Precisamente en París, en 1793, una feminista francesa, Olympia de Gouges, actriz y dramaturga, autora de una paráfrasis de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano en la que demandaba igualdad de trato para las mujeres, había sido decapitada por orden de los jacobinos liderados por Robespierre, tras conocerse su asociación con la facción más moderada de los girondinos. Otra feminista notable, Theroigne de Maricourt, fue golpeada tan salvajemente por las turbas jacobinas que enloqueció para siempre.

En 1792 Mary Wollstonecraft, acaso inspirada por los escritos de Olympia de Gouges, publicó su ensayo A vindication of the rights of woman, una reivindicación de los derechos de la mujer, texto que puede considerarse el primer gran manifiesto feminista de la era moderna. Pocos años más tarde, en 1797, tras una turbulenta y desgraciada vida amorosa que incluyó varios amantes notables y al menos un serio intento de suicidio, la escritora murió como consecuencia del parto de Mary, su segunda hija, engendrada por el filósofo anarquista William Godwin. La niña, por cierto, se casaría con el poeta Shelley, heredaría el talento literario de sus padres y en su momento escribiría una novela fantástica y aterradora sobre los experimentos del doctor Frankenstein.


Las feministas que le siguieron, sin embargo, no vieron en Mary Wollstonecraft un modelo ejemplar. Su vida íntima, entonces calificada de licenciosa, al mezclar los reclamos políticos con los sociales de una manera que podía resultar estratégicamente perjudicial, les restaba apoyo entre los hombres inclinados a contribuir a la emancipación de la mujer pero no a su liberación sexual. No obstante, entrado el siglo XIX, poco a poco la lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres fue cobrando fuerzas, en la medida en que en el mundo anglosajón, entonces corazón y cerebro de Occidente, la democracia electoral se fue afianzando como método para tomar decisiones colectivas. Para las mujeres más comprometidas con la causa resultaba obvio que la lucha por conquistar un lugar digno en la sociedad pasaba por acceder al voto. Ése fue el nacimiento del movimiento de las sufragistas, especialmente combativo y vibrante en el mundo anglosajón. Una vez logrado el objetivo de poder elegir o de ser electas, las mujeres podrían continuar luchando por eliminar el resto de las humillantes discriminaciones que padecían.

Las sufragistas

Aunque pudieran mencionarse al menos dos docenas de mujeres destacadas, la figura más vistosa del movimiento sufragista norteamericano fue Susan B. Anthony, una enérgica activista nacida en 1820 en el seno de una familia cuáquera, en la que los padres y los hermanos se involucraron decisivamente en la batalla por los derechos de la mujer y la abolición de la esclavitud.

Como algunas de sus compañeras, Susan, que se mantuvo soltera durante su larga vida de ochenta y seis años, participó activamente en manifestaciones públicas y actos de desobediencia civil que más de una vez la llevaron a la cárcel por breves periodos. Sus protestas consistían en distribuir panfletos, pronunciar discursos, organizar desfiles callejeros, interrumpir a los políticos durante sus discursos y tratar de inscribirse para votar. Esas muestras de inconformidad cívica a veces se mezclaban con la condena del uso excesivo del alcohol, no tanto por la condición pecaminosa de este vicio como por las nefastas consecuencias que solía tener para las mujeres, víctimas frecuentes de la violencia de sus maridos o padres y de la pobreza asociada al consumo de bebidas que experimentaban las familias, especialmente las más pobres. La organización creada para lograr la abstinencia se llamó Liga de la Temperancia, y a su constante presión pública se debió que en Estados Unidos se decretara la Ley Seca, casi un siglo después de fundada, como un modo de cortejar el voto de las mujeres, privilegio que por entonces estrenaban.

Otra sufragista memorable fue Amelia Bloomer, contemporánea de Susan B. Anthony y, como ella, partidaria del estricto control de las bebidas alcohólicas. Pero la razón por la que Amelia Bloomer pasó a la historia de la lucha por la emancipación civil de la mujer es de otra índole: defendió con entusiasmo un tipo de falda holgada y corta que liberaba a la mujer de la opresión de los corsés o de la tortura de ropas incómodas supuestamente encaminadas a realzar su decencia en aquellos tiempos de inhibiciones e hipocresía de la llamada Era Victoriana. Susan y otras feministas de la época decidieron vestir con esas ropas, pero pronto las feroces burlas de los hombres y las ácidas críticas de muchas mujeres les hicieron desistir de la atrevida moda. Sin embargo, acaso como un inocente homenaje a aquella revolucionaria modista, en algunos países de habla hispana la palabra bloomer todavía designa a la prenda íntima femenina que en España llaman bragas y en otras naciones panties o pantaletas.

En 1833, por primera vez en Estados Unidos una universidad decidió aceptar a estudiantes de ambos sexos bajo el mismo techo. Era un acto audaz que colocaba a hombres y mujeres en el mismo plano académico y les permitía competir. Fue el Oberlin Collage, y enseguida se comprobó que las mujeres no eran intelectualmente inferiores a los varones. Seis años más tarde, en Mississippi se aprobó una ley que otorgaba derechos de propiedad a la mujer dentro del matrimonio.

En 1852 sucedió algo hasta entonces desconocido: la obra de una mujer norteamericana se convirtió casi instantáneamente en un enorme bestseller internacional: se trataba de La cabaña del Tío Tom, una novela recorrida por una gran simpatía por los negros esclavos escrita por Harriet Beecher Stowe. Se continúa reeditando periódicamente en media docena de lenguas cultas. En el ámbito personal, la autora coincidía con las propuestas de las sufragistas y era una defensora de la abolición de la esclavitud, tema este último que entonces estremecía a la sociedad norteamericana y que no tardaría en provocar una devastadora guerra civil.

La causa llega a los parlamentos

En 1866 el tema del voto femenino llega al Parlamento británico. Lo propone John Stuart Mill, el legislador más reputado de su tiempo; un filósofo asociado al utilitarismo –corriente de pensamiento que juzgaba las ideas y las acciones por el bien que allegaran al mayor número de personas–, economista liberal y pensador profundo entregado a los grandes temas de la ética y del buen gobierno.

Mill no logró su objetivo de que las mujeres pudieran votar o ser electas, pero el debate suscitado en 1869 lo animó a escribir un ensayo, titulado The subjection of women, en el que desmontaba el argumento de los antifeministas con un razonamiento muy propio del empirismo británico, siempre fiel a la idea de que las hipótesis debían comprobarse en la práctica para merecer el nombre de teorías respetables. Si el argumento de los enemigos de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres se basaba en la supuesta inferioridad natural de las mujeres, mientras las sufragistas sostenían que las diferencias observables en la conducta de hombres y mujeres era el resultado de imposiciones culturales arbitrarias, la forma de solucionar la disputa era conceder a las mujeres la plena igualdad durante un largo periodo y comprobar cómo evolucionaba su comportamiento y hasta dónde llegarían sus logros.

La propuesta de Mill no tuvo éxito en Gran Bretaña, pero sí triunfó en un remoto rincón de los países civilizados por Londres. Nueva Zelanda, en el Pacífico Sur, una colonia británica dotada de autogobierno, fue el primer lugar en la historia moderna de Occidente en conceder el voto a las mujeres. Lo hizo en 1893. La noticia dio la vuelta al mundo rápidamente, y casi todas las personas bien informadas llegaron a la conclusión de que la emancipación política de la mujer había comenzado formalmente y ya no habría forma de detenerla. En 1901 Australia siguió el ejemplo de su vecina. Finlandia lo hizo en 1906, Noruega en 1913 y Dinamarca e Islandia en 1915. Holanda y Rusia en 1917. Finalmente, en 1918 los ingleses concedieron el voto a las mujeres mayores de treinta años. Una década más tarde reducirían la edad a 21, la misma exigida a los varones.

En Estados Unidos las mujeres lograron votar a partir de 1920. Además del siempre poderoso ejemplo británico, en el ánimo de los norteamericanos pesó notablemente el formidable desempeño de las mujeres durante la Primera Guerra Mundial: no era posible continuar marginando a quienes habían prestado tan generosos servicios a la patria. En 1920 se aprobó la enmienda 19ª a la Constitución. A esa enmienda se le llamó, con toda justicia, Susan B. Anthony. Lamentablemente, quien fuera el alma del movimiento sufragista había muerto en 1906 y no pudo ver el triunfo de sus desvelos; sin embargo, la enmienda había sido aprobada en el centenario de su nacimiento.

Tras la decisión norteamericana, el efecto comenzó a sentirse en todas partes. El primer país latinoamericano que siguió el ejemplo de Estados Unidos fue Ecuador, en 1929. España lo hizo en 1931, después de la proclamación de la Segunda República. Brasil y Uruguay aprobaron sus leyes autorizando el sufragio femenino en 1932, y Cuba en 1934, tras la caída del dictador Machado, durante el corto periodo del primer Gobierno revolucionario del Dr. Ramón Grau San Martín, cuando también se designaron las primeras alcaldesas de la historia de la Isla. El último país de América Latina en conceder el voto a la mujer fue México, en 1953, debido al temor del PRI, el partido de Gobierno, a que las mujeres se inclinaran hacia el conservadurismo católico. En Europa, Francia e Italia esperaron hasta 1945, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Curiosamente, la nación del Viejo Mundo que tardó más en admitir el sufragio femenino fue la muy democrática Suiza: hasta 1971 no se otorgó el voto a las mujeres en este pequeño y riquísimo país centroeuropeo.

Más allá del voto

Lograr el sufragio era sólo el punto de partida en la batalla de la mujer por ampliar el horizonte de la libertad personal y colectiva. A partir de ese momento, si los políticos querían conquistar los votos de las nuevas electoras debían pensar en ellas cuando diseñaran sus medidas de gobierno, mientras las jerarquías partidistas masculinas tenían que abrir paso a la hasta entonces postergada mitad del género humano.

Aparentemente, fue menos difícil la penetración de las mujeres en la vida pública y académica que en los niveles más altos del mundo laboral. Mientras los parlamentos, los ministerios, las universidades y, en algunas latitudes, hasta las fuerzas armadas se llenaban de mujeres, las cúpulas de las empresas resultaban más resistentes a la presencia femenina. En un país de avanzada como Estados Unidos, donde había mujeres gobernadoras y senadoras, entre las 500 empresas más importantes de la nación apenas media docena de mujeres fungían como presidentas del consejo de administración.

El fenómeno se repetía en todas las grandes naciones de Occidente, incluidos los países escandinavos, donde las mujeres disfrutan del mayor nivel de igualdad de derechos que se observa en el planeta. ¿Por qué? Al margen de las teorías que, invocando razones biológicas, asignan a las mujeres un menor nivel de agresividad o ímpetu competitivo, existía el inevitable periodo de la maternidad. Con frecuencia, a la edad en que los jóvenes varones se labraban las bases de su futuro, la llegada de los hijos interrumpía bruscamente las aspiraciones profesionales de las mujeres. Esa circunstancia podía atenuarse con diversas leyes, pero no dejaba de ser un severo obstáculo en el camino a la realización personal.

Una manera de compensar esta desventaja fue estableciendo leyes que supuestamente garantizaban el fin de cualquier forma de discriminación laboral o de cualquier índole originada en el sexo de la persona. Otra, más polémica, fue imponiendo un sistema de cuotas que obligaba a la contratación de un determinado porcentaje de mujeres. Pero el tiempo demostró que esas medidas podían no ser útiles, o que a veces generaban otro tipo de injusticia.

Sin embargo, la experiencia demuestra que la mayor resistencia a la existencia de una verdadera igualdad de oportunidades y de resultados entre los sexos proviene de las inveteradas relaciones patriarcales que existen en el seno de la sociedad. Durante cientos de miles de años, acaso como un rasgo biológico propio de la familia de los primates superiores u homínidos a la que pertenecen los seres humanos, o tal vez como consecuencia de la especialización laboral provocada por el cuidado de los hijos y la posterior aparición de la agricultura, en todas las latitudes se desarrolló un tipo de relación social en la que los hombres figuraban a la cabeza de la estructura jerárquica.

El desarrollo económico y la evolución cultural de la sociedad hizo que, paulatinamente, las diferencias que separaban el comportamiento de hombres y mujeres fueran haciéndose innecesarias, y hasta contrarias a los mejores intereses de la especie, pero la transformación de las relaciones entre los dos géneros para lograr una verdadera igualdad resultaba muy difícil de realizar porque chocaba contra la fuerza de unas costumbres cuyos orígenes se perdían en los tiempos más remotos.

En todo caso, en esa larguísima batalla por lograr la igualdad entre los sexos y la dignidad de la mujer, la conquista del voto femenino fue un hito clave en la historia de la libertad, aunque todavía haya porciones del planeta en las que, lamentablemente, no se ha logrado.

viernes, 23 de junio de 2017


“CREATIVIDAD FEMENINA”

Una de las primeras ideas que expresó la humanidad fue el concepto de la luna como fuente de espíritu creativo. El vínculo entre la creatividad de la mujer y la luna aparecía en el ciclo repetitivo de energías que cambiaban de forma y aspecto a lo largo del ciclo menstrual y le permitían crear, es decir, hacer palpable lo impalpable: una idea, la comprensión o la mismísima vida.



La energía creativa formaba un puente entre el mundo tangible e intangible y se expresaba a través del intelecto, las emociones, la intuición, el subconsciente y el cuerpo, dependiendo de la fase que la mujer estuviese atravesando. Se creía que tanto la creatividad, la sexualidad y la espiritualidad surgían del cuerpo femenino y sus ritmos, y que las energías creativas relacionadas con la sexualidad eran la base del ciclo menstrual que renovaba la vida una vez al mes.



 Muchas mujeres modernas se creen absolutamente incapaces de crear y en consecuencia, se alejan de todo lo que califican de "creativo"; sin embargo, las energías creativas no sólo están destinadas a pintar cuadros, tocar un instrumento o escribir poesía, sino que se mantienen activas a lo largo de toda la vida de la mujer, sin importar si su expresión se considera creativa o no.





Todas las mujeres están capacitadas para crear, pero el modo en que se relacionan con este potencial depende de su propia conciencia acerca de las energías que fluyen en su interior y de los vínculos que mantienen con su organismo, su sexualidad y espiritualidad.



Algunas mujeres tienen una visión muy limitada de la creatividad, no ya por la percepción de su propia capacidad o incapacidad, sino por el modo limitado que tiene la sociedad de considerar los productos de la creatividad, que en realidad no se manifiesta en el fruto en sí mismo sino en el proceso de darle forma. Se trata de modelar la experiencia del ser interior en relación con el mundo, ya sea de modo tangible, como en el caso de dar a luz un niño o pintar un cuadro, o intangible, como dar vida a una idea, una relación o una danza.



Los ciclos de la sexualidad, la espiritualidad y la conciencia creativa se tornan inseparables en una mujer que vive su verdadera naturaleza, es decir, que expresa su conciencia, crea a partir de sus necesidades y sentimientos, celebra su alegría de vivir y el placer que le proporciona su cuerpo, y expresa las relaciones entre su propio ser y los mundos por los que se mueve.














jueves, 22 de junio de 2017




“LAS MUJERES LLEVAN LA DELANTERA EN CREATIVIDAD, ¿PORQUE Y QUIEN LO DICE?”

En una reciente entrevista para ADWEEK, el director creativo de la agencia de publicidad Grey London Nils Leonard declaró que a pesar de que el es hombre y creativo, las mujeres llevan la delantera en el mercado actual publicitario y que se lo han ganado por méritos propios.

El poder femenino se encuentra a la alza y se puede notar desde hace algunos años en diferentes industrias, como en la política, la moda, la economía y la televisión.

Otra área que explora ese poder es el de la creatividad, sobre todo dentro de la publicidad. En una entrevista para ADWEEK, Nils Leonard, actual director creativo de Grey en Londres, cree que esto se debe a que las mujeres son muy persistentes, cumplen sus objetivos de manera eficaz, pero sobre todo son persistentes al perseguir los cambios.



Entre sus declaraciones también dice que “La mujer creativa se rodea de mentes creativas, incluso más que ella, para enriquecer y contribuir a todo el equipo. Es una persona libre, una líder freelance, no le gusta atarse a nadie, es fresca y moderna, hace lo que más le gusta. No quiere saber quién puede hacer las cosas bien, sino averiguar cómo su equipo puede hacerlo por su cuenta, sin tener que contar con terceros”.

Entre las características que resalta del por qué la mujer es más creativa actualmente es que no busca mejorar ella sola, sino se esfuerza por todo su equipo, dejando buenas impresiones y ganándose la confianza de todos.

La mujer moderna no busca el sostén monetario de nadie, no siente vergüenza, al contrario, le gusta disfrutar y llamar la atención. Toma en cuenta todas las opiniones del un equipo y busca apegarse al historial corporativo de toda empresa.

Actualmente se puede voltear a un sin fin de empresas en donde la líder es mujer, como Yahoo! La figura femenina es icono actual de creatividad, ¿tu qué opinas?






miércoles, 21 de junio de 2017


“CHARLAS TED DE MUJERES SOBRE CREATIVIDAD”


Cuando presenté la investigación acerca del prejuicio sobre la creatividad de las mujeres, mencioné que una de las pruebas se basó en un examen de las famosas charlas de TED.


Aquí les dejo unas charlas interesantes de TED donde dos mujeres creativas presentan su visión.




ELIZABETH GLIBERT: TU ESQUIVO GENIO CREATIVO


En esta interesante charla, la famosa escritora habla de los miedos relacionados con la creatividad y causados por la inseguridad intrínseca a las profesiones creativas.

Habla de un tema muy interesante: la supuesta conexión entre sufrimiento y inestabilidad mental, con el arte y la creatividad. Por supuesto eso es un estereotipo, y es interesante escuchar cómo lo trata la escritora en esta breve y divertida charla, y los consejos que da para ayudar a los creativos a “administrar los riesgos emocionales inherentes a la creatividad”.

Para sus consejos, pasa de la antigua Grecia, hasta llegar a Tom Waits y un estratagema que le contó el músico.

Elizabeth Gilbert termina con una exhortación: si tus esfuerzos creativos no se ven coronados por el éxito, no importa. Sigue intentándolo. Olé de todas formas, olé por tu perseverancia a pesar de todo.

ELIZABETH GILBERT: ÉXITO, FRACASO Y EL MOTOR PARA SEGUIR CREANDO

En esta charla, la creativa autora de los bestsellers Eat, Pray, Love y Big Magic sugiere cómo sobrevivir al fracaso – y cómo sobrevivir al éxito. La escritora, que ha vivido tanto lo uno como lo otro, explica que a pesar de ser situaciones aparentemente antitéticas, en realidad tienen algo en común. Aquí también, la Gilbert invita a seguir adelante a pesar de todo, gracias a nuestra creatividad y disfrutando de ella.

DAME STEPHANIE SHIRLEY. “PORQUE LAS MUJERES AMBICIOSAS TIENEN LA CABEZA PLANA”

Si no conoces la historia de esta mujer, no te puedes perder esta charla.

Stephanie Shirley fundó en 1962 una compañía, Freelance Programmers, formada sólo por mujeres, que trabajaban desde casa. En ocasiones, se trataba de mujeres que volvían al trabajo después haber sido madres – un momento que muchas veces sigue siendo complicado – y que la empresaria supo llevar al estrellato: decidió compartir las acciones de la compañía con sus trabajadoras, e hizo millonarias a sus 70 empleadas. Eso es algo difícil ahora, imagina en esos años, cuando una mujer necesitaba el permiso de su marido para abrir una cuenta bancaria…

¿Están ahora de moda los servicios productizados? Stephanie Shirley fue una de las primeras en ofrecerlos en Freelance Programmers, hace más de 5 décadas.




martes, 20 de junio de 2017


“MUJERES CREATIVAS EN MEXICO”


México es un gran país lleno de cultura, texturas y sabores. Además de que existe diversa creatividad que destaca a nivel mundial con los demás países. Particularmente las mujeres creativas en México son las que llevan este adjetivo con orgullo por su talento y manera de definir al mundo con su trabajo.




Las mujeres creativas en México son bastantes.



… y humildemente mencionaremos algunos ejemplos, ¡pues la lista es bastante extensa! Conozcamos aquellas que hacen representar a este país con modernidad e ideas brillantes de la vida:


Idalia Candelas: Ilustradora


Hace unos años relatar la soledad de muchas mujeres en México parecía un poco deprimente por el hecho de usar terminos tan pasados de moda como “solterona” o “quedada”, que, de alguna u otra forma, podía afectar al sexo femenino. El hecho es que Idalia Cardenas llevó con su serie de ilustraciones a otro nivel que quiebra cualquier idea negativa de la soledad. Lo llama “La posmoderna soledad” y ha tenido muchísimo reconocimiento no sólo en México, sino a nivel mundial.


Liz Rangel: Youtuber del canal Craftingeek


El arte de Do It Yourself o Hazlo tú mismo se atribuye a que estos últimos años en internet se ha hecho muy popular el tema, principalmente en la red social Youtube. Los tutoriales nos ayudan a recrear regalos y proyectos tan originales que muchas personas han abierto su canal, brindando su estilo como Liz Rangel.


Cristina Pineda. Diseñadora textil y co-fundadora de la marca Pineda Covalín.


Una mexicana que se ha dedicado no sólo a llevar una marca que destaca elementos artísticos de nuestro país, sino a ser una activa promotora del arte y la cultura mexicana.

Además de participar en la Reunión Nacional de Museos de Francia, ha creado una mascota llamada Xico, quien busca generar un cambio positivo a través del arte y la cultura.


Ultimamente la marca Pineda Covalín ha incursionado en el mundo de la sublimación. Mostró sus trabajos en el Epson Digital Couture 2015, representando a México.


lunes, 19 de junio de 2017


“CREATIVIDAD”

La creatividad es una de las cualidades que estudia la Psicología positiva. La creatividad es la facultad de producir cosas nuevas y valiosas.

La creatividad es necesaria para mejorar la inteligencia. La creatividad ha sido el motor de la evolución de nuestra sociedad. Creatividad es una idea, un concepto, es el descubrimiento de nuevos avances en la salud, creatividad es el descubrimiento de nuevos materiales en la industria. Es la producción de obras literarias, de pintura, escultura, música, cine. La creatividad es la inteligencia de los sentidos.

La creatividad también nos sirve para solucionar problemas, desarrollando nuevas estrategias.  Si se tiene un problema es bueno reflexionar y cambiar la forma de ver las cosas. Pensar en mejorar nos lleva a cambios y nos predispone a ser creativos buscando nuevas soluciones.


Factores importantes para desarrollar la creatividad.

  • Divergencia , no guiarse por lo que otros opinan sino se está de acuerdo.
  • Iniciativa. La persona con iniciativa suele buscar soluciones y tomar decisiones de manera habitual lo que le predispone a ser más creativo.
  • Fluidez.: La fluidez se alcanza con la practica, un deporte, la música, escribir, pintar, aprender matemáticas con la práctica lograrás fluidez y con la fluidez puedes entonces ser creativo en el desarrollo de esa actividad.
  • Originalidad: Atreverse a innovar, a ver las cosas desde otros puntos de vista.
  • Flexibilidad. Admitir ideas de otros, no pensar que nuestras ideas son las únicas, considerar otras opciones enriquece el pensamiento.
  • Autoestima: La autoestima es clave para tener seguridad en nosotros mismos, saber que podemos aportar cosas a la sociedad.
  • Sensibilidad: La sensibilidad es una cualidad para percibir matices, detalles, sensaciones, emociones. Si una persona carece de sensibilidad es difícil pueda ser un buen creativo.
  • Elaboración. Llevar a cabo  las ideas, trabajarlas , elaborarlas es lo que lleva a que la creatividad fructifique
  • Motivación. La motivación es importante  para la creatividad, a veces es añadir “un algo más” sobre algo que otro ha creado, pero ese algo más, es la diferencia. Como   por ejemplo lo que añadió Morse creando un modelo de telégrafo con un solo cable que trasmitía un código de letras y rayas (código morse) y podía enviar diez palabras por minuto.

viernes, 16 de junio de 2017


“ARTE Y MUJER, ¿OPRESION DE GENERO?”

Las artistas alcanzan menor reconocimiento internacional que los artistas, el arte realizado por mujeres muchas veces tiende a quedarse dentro de los límites de lo privado, constituyendo parte de las que se consideran cualidades femeninas, y por lo tanto "artes menores" (algo que, por supuesto, sólo tienen derecho a ejercer las mujeres de las clases altas).

Las obras realizadas por mujeres alcanzan menores precios que las realizadas por hombres.

Se invierte mucho menos en artistas mujeres que en artistas varones.

Salvo contadas excepciones no figuran en los libros de historia del arte mujeres artistas, ni se incluyen en las cátedras las discusiones de género y clase.

Sin embargo, el 70% de los desnudos que se representan artísticamente son desnudos de mujeres.

Estas estadísticas dan la pauta de que la opresión de género tiene una base social y política que la determina, condiciona y modifica en el tiempo y de que no es casual ni arbitraria la exclusión de las mujeres en el arte como sujetos mismas de sus obras; la representación de las mujeres en el arte es tarea de los artistas varones que determinan los ideales de belleza y comportamiento para cada época. El hombre como artista- sujeto y propietario del cuerpo de la mujer que no es más que una representación del imaginario masculino, recrea a la mujer y la convierte en objeto cultural. A lo largo de la historia el arte sirvió para darle forma a esa proyección de los deseos del hombre, para imponer roles determinados a mujeres y hombres e ideales de "lo femenino” y "lo masculino". Y siendo éste una disciplina esencialmente practicada y criticada por hombres es que hoy en día nos encontramos con la enorme dificultad de poder apreciar nuestra genealogía y aprehender de ella herramientas para producir nuestras propias imágenes, considerando que los artistas se nutren del trabajo de otros artistas, es casi inexistente la obra de artistas mujeres en los grandes libros de historia del arte, en las grandes cátedras de las más grandes universidades. Esta mirada masculina que tanto pesa sobre nuestros cuerpos a la hora de organizar nuestras vidas, nuestra propia representación, de vernos con nuevos ojos olvidando aquello que nos han enseñado a ver, es la que se ha ido internalizando en la sociedad como parámetro desde donde construir el cuerpo de la mujer y en definitiva a la mujer misma.


La fetichización del cuerpo femenino hecha por los hombres los ubica en el lugar privilegiado del mirar. La concepción que hoy tenemos acerca del cuerpo de la mujer no es la misma que hace unos cientos de años, ésta se va modificando, resignificando, revalorizando, a lo largo de la historia y acorde a los ideales en boga en cada período, la imagen de la mujer en la época de la Revolución Francesa por ejemplo, donde los ideales burgueses de Igualdad, Fraternidad y Libertad eran en su mayoría representados en el arte con mujeres (excepto la fraternidad) símbolos del bienestar, la abundancia y el amor que serían conquistados al ponerle fin a las monarquías absolutistas e instalarse la república, esas mujeres de pechos grandes y vivos, de aspecto maternal y amoroso conjugarían el rol que les era asignado a las mujeres con los ideales de belleza del momento. Es importante ver en esta construcción de "lo femenino" qué rasgos se resaltan, qué partes del cuerpo se privilegian y que acciones delimitan. En este sentido es posible también observar como se van construyendo los estereotipos del hombre y la mujer, por ejemplo hablando de las clases subalternas en las representaciones artísticas se puede ver cómo son impuestas maneras de comportarse, acciones para los diferentes géneros, es decir cuando se trata de sujetos de lucha casi siempre se representa a gigantes hombres, de duros gestos, con los puños en alto, gritando o simplemente participando activamente de la lucha, ahora cuando se quiere representar a los objetos de la explotación y la opresión cotidiana, aparecen esas mujeres desarrapadas, con niños a cuestas, amamantando, quietas, esperando alguna solución que ponga fin a la miseria que las aqueja.

La opresión que sufre la mujer se manifiesta de esta manera en la no libertad de poder decidir sobre el propio cuerpo, ya que este es sólo culturalmente una representación del imaginario masculino, en la relación sujeto-objeto entre el artista varón y la mujer, en la enorme dificultad de poder autorepresentarse sin tener el peso de la mirada masculina determinando nuestra propia mirada, en la gran dificultad de acceder a una educación artística que nos permita conocer la historia del arte hecha por mujeres y conectarnos con nosotras mismas como artistas a través de sus obras, en la imposibilidad de gran parte de la sociedad de poder dedicarse al arte cuando se hacen necesarias largas jornadas de trabajo para poder sobrevivir y cuando la mitad de la población está bajo la línea de pobreza y cuando de esos pobres el 70% son mujeres y cuando un embarazo no deseado puede ser causa de muerte para las mujeres pobres debido a abortos mal practicados y cuando las múltiples enfermedades de la pobreza afectan mayormente a mujeres y niños......

Nos planteamos entonces, lo siguiente para abrir el debate:

 ¿es posible la libertad del arte bajo un sistema de opresión y explotación? ¿qué arte queremos? ¿cómo queremos representarnos? ¿qué importancia queremos asignarle a la mirada masculina en nuestra propia representación? ¿de qué sujetos queremos hablar: de los que rompen los estereotipos o de los que los sostienen?.