“CREATIVIDAD
FEMENINA”
Una de las primeras
ideas que expresó la humanidad fue el concepto de la luna como fuente de
espíritu creativo. El vínculo entre la creatividad de la mujer y la luna
aparecía en el ciclo repetitivo de energías que cambiaban de forma y aspecto a
lo largo del ciclo menstrual y le permitían crear, es decir, hacer
palpable lo impalpable: una idea, la comprensión o la mismísima vida.
La energía creativa
formaba un puente entre el mundo tangible e intangible y se expresaba a través
del intelecto, las emociones, la intuición, el subconsciente y el cuerpo,
dependiendo de la fase que la mujer estuviese atravesando. Se creía que tanto
la creatividad, la sexualidad y la espiritualidad surgían del cuerpo femenino y
sus ritmos, y que las energías creativas relacionadas con la sexualidad eran la
base del ciclo menstrual que renovaba la vida una vez al mes.
Muchas
mujeres modernas se creen absolutamente incapaces de crear y en consecuencia,
se alejan de todo lo que califican de "creativo"; sin embargo, las
energías creativas no sólo están destinadas a pintar cuadros, tocar un
instrumento o escribir poesía, sino que se mantienen activas a lo largo de toda
la vida de la mujer, sin importar si su expresión se considera creativa o no.
Todas las mujeres
están capacitadas para crear, pero el modo en que se relacionan con este
potencial depende de su propia conciencia acerca de las energías que fluyen en
su interior y de los vínculos que mantienen con su organismo, su sexualidad y
espiritualidad.
Algunas mujeres
tienen una visión muy limitada de la creatividad, no ya por la percepción de su
propia capacidad o incapacidad, sino por el modo limitado que tiene la sociedad
de considerar los productos de la creatividad, que en realidad no se manifiesta
en el fruto en sí mismo sino en el proceso de darle forma. Se trata de
modelar la experiencia del ser interior en relación con el mundo, ya sea de
modo tangible, como en el caso de dar a luz un niño o pintar un cuadro, o
intangible, como dar vida a una idea, una relación o una danza.
Los ciclos de la sexualidad, la espiritualidad y la conciencia creativa
se tornan inseparables en una mujer que vive su verdadera naturaleza, es decir,
que expresa su conciencia, crea a partir de sus necesidades y sentimientos,
celebra su alegría de vivir y el placer que le proporciona su cuerpo, y expresa
las relaciones entre su propio ser y los mundos por los que se mueve.
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