miércoles, 28 de junio de 2017


“FEMINIDAD Y LIBERTAD, BRIGITTE MACRON”

La esposa del presidente electo de Francia ha causado sensación en su país y en el mundo entero. En efecto, resaltan en ella, y se alaban, los atributos de su género desde el punto de vista sociocultural. Es un paradigma, un ejemplo, un elevado modelo de mujer para las mujeres. La dama de Amiens se ha fusionado a su esposo, se han fundido en una unión de intereses, ideas y por supuesto de política.

Ella está plenamente “consciente de que la diferencia de edad despierta ironías e inspira caricaturas más o menos desagradables”, según palabras de Carlos Siula, corresponsal en Francia. Antigua profesora de francés, latín y teatro ha retado convencionalismos e inspirado intelectual y emocionalmente a su esposo.


Ahora bien, ella es modelo de lo que debe ser una mujer en el mundo atribulado de hoy; y en medio del torrente de seudomodas y prejuicios, de confusión de la moral auténtica con fanatismos devastadores, encarna la compañera perfecta de un hombre comprometido con sus ideas. No ha perdido libertad sino que la ha duplicado, la ha enriquecido. No es la mujer colgante del esposo o compañero, adherida a él, sumisa y raquítica de autonomía. No es la mujer entregada y obediente, resignada, que carga como pena su feminidad maltrecha. Es a mi juicio, por lo que sé y se ha difundido, el testimonio de una ya larga y rica tradición francesa de libertad femenina, sin menguar ni un ápice de su personalidad. No es el patético espectro de una mujer consumida física y moralmente.

No es la ridícula imagen que reproduce en un espejo opaco la corporeidad del varón. Ella me hace pensar, por ejemplo, en Simone de Beauvoir, la notable profesora y filósofa francesa, compañera de Jean Paul Sartre; feminista magnífica que lo fue sin empañar la masculinidad y relación con el hombre, sino al contrario, complementando a éste con la enorme riqueza de “lo eterno femenino” de que hablara Goethe. Evoco, porque me parece más que oportuno, Ensayos sobre el Amor, de José Ortega y Gasset, en que habla de la mujer, de la verdadera, como de una fuerza cósmica que no percibe diferencias sino coincidencias. Y sintetiza el amor en una unidad de temperamentos y pasiones, en un filtro para que el carácter se depure.

Creo que la señora Macron, la dama de Amiens, es un prototipo de virtud femenina que resalta y sobresale en un mundo confundido en que los valores de la mujer se enfrentan todavía a los del hombre, queriendo imitarlo. Ella es natural y espontánea y el que sea mayor en edad que su esposo el presidente electo la convierte en una mujer exclusiva, libre, que aporta a la historia de su país la que se ha llamado cultura femenina; o sea, una valoración de la vida contemplada desde una perspectiva humana pero sin la “aguerrida violencia” que ha diferenciado para mal a la mayoría de los protagonistas políticos masculinos, desde hace varios siglos.

Una feminista a ultranza me dijo entusiasmada que la dama de Amiens representaba el advenimiento de la mujer en el panorama internacional de occidente. Yo no sé en verdad hasta qué grado. Lo que representa, pienso, con las características de la pareja de que forma parte, es la presencia inmediata, inteligente, noble, generosa, atractiva y libre de un ser humano femenino en la toma de decisiones políticas en Francia.

Es decir, en un país cuya influencia en el mundo es enorme y en donde la superficialidad de las opiniones, los prejuicios, los fanatismos, no afecten una imagen limpia que mucha falta le hace al mundo en que vivimos y convivimos. Es de plano una invaluable aportación de la Francia humanista. ¡Bienvenida!



No hay comentarios:

Publicar un comentario