“¿COMÓ HACEN PARA TRIUNFAR LAS MUJERES
EMPRENDEDORAS?”
Cuatro
mujeres comparten su mirada sobre cinco factores que podrían inhibir el sueño
de su género por destacar en el mundo de los negocios. Sin rodeos, hablan,
sobre todo, de las piedras que las mismas mujeres se ponen para lograr su
objetivo.
Hay
motivos para discutir: de la población
total de emprendedores, 19% corresponde a mujeres (cuatro millones,
aproximadamente); este género sólo ocupa 3.6% de los puestos directivos,
mientras que representa 51% de la población total y 38% es económicamente
activa.
Por eso es
necesario recurrir a algunas de ellas para saber la raíz del conflicto. Así, al
calor de unas tazas de café, cuatro mujeres emprendedoras comparten las etapas
más complicadas que las mujeres tienen que sortear en un país como México.
Ellas son
Ana Victoria García, quien con un MBA por la Universidad Anáhuac es fundadora
de la aceleradora de negocios de alto impacto Victoria 147. Verónica Zorrilla,
directora de Muzak Pro y Ar-Te, quien, para mejores señas, se ha encargado de
construir la ambientación de El Palacio de Hierro. Karla Ortiz, fundadora de
Grupo Empresarial Muuk, dedicado a crear proyectos de construcción y
remodelación de espacios, que tiene como clientes a Walmart México y Televisa.
Gina Ortega, fundadora de High On Fashion, un blog de moda.
Punto 1. Las mujeres no creen que puedan destacar
“Sí, es
algo que cuesta trabajo”, reconoce Verónica Zorrilla. “En algunos momentos es
difícil tener la certeza de que puedes hacer algo grande. Por lo general
estamos acostumbrados a ver hombres al frente de grandes empresas y equipos,
por lo que es incómodo acercarte cuando la única mujer —poco accesible— es su
secretaria.”
Para Karla
Ortiz fue fácil creer que sí se puede y todo lo atribuye al ejemplo de su
madre, quien tenía su propia empresa cuando ella era una niña. Después estudió
Comunicación, hizo la Maestría en Arquitectura y fue ahí donde empezó a darse
cuenta que el mundo no necesariamente estaba hecho para las mujeres: al momento
de su admisión le ponían peros por ser mujer y comunicóloga, ya que en ese
entonces las mujeres estudiaban para ser secretarias; ni siquiera había baños
para mujeres en la facultad. A los 22 años decidió poner un alto e iniciar su
proceso emprendedor.
“Es
cuestión de no incomodarte”, sugiere Verónica, quien recuerda que dejó los
pantalones en el clóset y sacó las faldas y los vestidos.
Ana
Victoria piensa que para definir qué se quiere es importante rodearse de
personas que te inspiren a creer para crear, así como tener referentes de
personas que han logrado grandes cosas. “Para algunas mujeres el éxito es ver a
sus hijos en el festival disfrazados de pollitos y para otras el éxito es
facturar millones de pesos. Todo depende de las expectativas de cada uno y por
eso es importante saber qué quieres”.
Punto 2. Las jóvenes emprendedoras se enfrentan ante el dilema de
combinar su papel de empresarias con el rol de esposas. Aunque no hay cifras,
se sabe que algunas abortan la misión empresarial
Gina
Ortega sostiene que es un gran reto alcanzar el éxito en todas las facetas de
la vida. “No da tiempo de crear un balance en tu vida; en toda decisión siempre
hay un sacrificio. Lo más importante es definir qué quieres hacer, para saber
cuáles oportunidades dejar pasar y cuáles aprovechar.”
Gina lo
vive en carne propia: ha decidido por ahora no formar una familia; en este
momento ha definido como su prioridad el crecimiento de su empresa. Tiene
presente que su apuesta es a cara o cruz, ya que hay una delgada línea que
divide la formación de un hogar, el éxito profesional o, todo lo contrario, la
inestabilidad personal y el fracaso empresarial.
Parece no
pensarlo dos veces y lo dice fuerte: “Más vale decisiones conscientes; es mejor
no tener un hijo a ser una mamá frustrada porque tienes que trabajar y vivir
con la culpa de dejar a tu hijo en la guardería y pasar con él únicamente tres
horas al día.”
Punto 3. Los negocios están hechos para los hombres
Ana
Victoria García considera que es momento de cambiar esa mentalidad, pero
mientras eso no ocurra, sugiere: “Cásense con una pareja: alguien similar,
alguien que te vea igual, no más, no menos; fomenta la asignación de roles
equitativos en tu relación y, sobre todo, ten independencia financiera. Eso te
dará mucha libertad.”
Pero se
trata de una libertad que implica la obligación de tener presente que las
tareas tienen fechas de caducidad, que los negocios deben darle rienda suelta a
la creatividad sin ataduras y que, si bien es cierto los horarios son
volátiles, requieren de compromiso. “Qué importan las ojeras cuando de pasión
por lo que uno hace se trata”, dice Gina.
Punto 4. El fracaso pega más a las mujeres que a los hombres
Karla y su
familia, después de haberlo tenido todo, cayeron en bancarrota. Así, mientras
que la ley de la vida dicta que cuando uno sale de la universidad empieza de
cero, ella arrancaba en números rojos. “Tenía dos opciones: vender gelatinas u
obligarme a ser millonaria”, recuerda.
Optó por
trabajar para materializar la segunda opción. “Ahí aprendí a conocerme, a
explotar mis habilidades, a ser humilde, a pedir ayuda; adopté carácter ante la
adversidad.”
Una opción
de crecimiento para Karla fue apalancarse con el dinero de otras personas,
asumir el riesgo y fijarse compromisos. “Me intimidó ver la responsabilidad que
ya tenía encima y sobre todo el riesgo, pero ni modo, ya había firmado y no
podía incumplir. Hubo algunas ocasiones que me pensé a los 23 años en la
cárcel, quizá dando clases de inglés. Pero después comencé a firmar contratos
grandes.” Las mujeres emprendedoras, dice Ana Victoria, asumen el fracaso como
un asunto de carácter personal, cuando lo que tienen que hacer es aprender a
escuchar el feedback de otras personas y a deslindarse del proyecto en el
momento adecuado. “Acepta que no puedes hacer todo, permítete cometer errores y
aprender de ellos, rodéate del equipo adecuado, reestructura, escucha a otras
personas, haz networking, descubre las habilidades de tu equipo e intenta ser
asertiva.”
Karla
afirma que, si no hubiera probado el sabor del fracaso, no estaría digiriendo
las mieles del éxito. “A veces es necesario perderlo todo para volver a
ganarlo.” Verónica, en tanto, piensa que es clave vivir ese punto de inflexión,
ya que con éste se aprende a convivir con el miedo y el riesgo, pero también se
descubre algo que muchos tratan de mantener bajo la alfombra: la (in)capacidad
para emprender.
Punto 5. Las emprendedoras son sensibles y fatalistas
Una noche,
mientras dormía, Verónica soñaba que iba navegando en un barco en plena
tempestad, cuando de pronto se vio rodeada de tiburones. Al despertar, ella
tomó este sueño como una “perfecta analogía” de cómo se siente una mujer “en el
terreno de los hombres”.
Días
después del mal sueño le cancelaron un contrato muy importante, hecho que le
hizo no dormir bien durante varios días, pero después pensó que no había
necesidad de sentirse mal, sobre todo porque tenía claro que a lo largo de su
vida como empresaria, muchas personas le dirían que no. Entonces dejó el drama
y comenzó a entender que el mundo seguiría rodando, con problemas y
adversidades.
Sin
embargo, los referentes femeninos son importantes: los casos de grandes mujeres
que han roto los paradigmas. No obstante, hay un problema. Ana Victoria
considera que infortunadamente hay más mujeres extranjeras como referentes de
inspiración en la mujer mexicana. Las líderes mexicanas son muy pocas. “No es
cuestión de demeritar, cada una ha hecho grandes cosas, pero si lo pensamos,
ciertamente casi no existen en el país”, lamenta.
¿Y después de emprender?
Karla y
Gina opinan que al emprender se generan nuevas oportunidades de alto impacto
para el entorno; coinciden en que es importante hacer negocios para detonar el
estado de bienestar del jefe, de los empleados y de la comunidad que hace uso
del servicio o del producto.
“Yo me
considero una mujer ambiciosa que gusta del dinero, pero me gusta más ayudar a
la gente y generar oportunidades desde mi trinchera”, dice Karla. Por su parte,
Verónica asumió el reto de emprender por aprender más, por ser una mujer activa
en constante actualización.
“Tienes
recursos o has aprendido algo, úsalo, no para encerrarte, sino para lograr o
crear algo”, afirma Ana Victoria. “Todo es con base en objetivos; se trata de
alcanzar y repercutir positivamente en México.”
Conclusión
Estas
mujeres emprenden no sólo por dinero, sino para trascender. Como empresarias,
es importante tener un plan enfocado en el crecimiento y la escalabilidad de la
empresa, pero en la lucha por el equilibrio personal y profesional, ¿qué sigue
para ellas en los próximos cinco años? Karla trabaja arduamente para lograr que
su empresa sea pública en la Bolsa Mexicana de Valores, así como cursar un
programa ejecutivo en Harvard.
Verónica,
más allá de una faceta de crecimiento y escalabilidad empresarial, se ha puesto
el objetivo de ir a comer una vez a la semana a su casa con sus hijos.
Gina se
proyecta feliz haciendo lo que quiere: ser más enfocada en sus prioridades y en
el crecimiento y escalabilidad de su empresa. Ana Victoria no se visualiza con
claridad en un horizonte de cinco años, pero quiere continuar con el
crecimiento de su aceleradora de negocios de alto impacto, internacionalizarla
y tener programas que no sólo ayuden a emprendedoras, sino también a
ejecutivas.
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