“TRADICIONES Y
COSTUMBRES NAVIDEÑAS”
Lo más importante de las tradiciones y costumbres no es sólo
el aspecto exterior, sino su significado interior.
Origen de las
tradiciones
Las tradiciones y costumbres son una manera de hacer
presente, de recordar lo que ocurrió en el pasado. Son hechos y obras que se
transmiten de una generación a otra de forma oral o escrita. La palabra
tradición viene del latín “traditio” que viene del verbo “tradere” que
significa entregar. Se podría decir que tradición es lo que nuestros
antepasados nos han entregado.
En el caso de la Navidad, lo más importante de las tradiciones
y costumbres no es sólo el aspecto exterior, sino su significado interior. Se
debe conocer por qué y para qué se llevan a cabo las tradiciones y costumbres
para así poder vivirlas intensamente. Este es un modo de evangelizar.
Existen muchas tradiciones y costumbres de la Navidad que nos
ayudan a vivir el espíritu navideño, pero debemos recordar que este espíritu se
encuentra en la meditación del misterio que se celebra.
A continuación, presentaremos algunas de éstas con una
pequeña explicación acerca de su significado y origen:
El árbol de Navidad
Los antiguos germanos creían que el mundo y todos los astros
estaban sostenidos pendiendo de las ramas de un árbol gigantesco llamado el
“divino Idrasil” o el “dios Odín”. A este dios se le rendía culto cada año,
durante el solsticio de invierno, cuando para ellos, se renovaba la vida. La
celebración de ese día consistía en adornar un árbol de encino con antorchas
que representaban a las estrellas, la luna y el sol. En torno a este árbol
bailaban y cantaban adorando a su divinidad.
Cuentan que San Bonifacio, evangelizador de Alemania, derribó
el árbol que representaba al dios Odín y en el mismo lugar plantó un pino,
símbolo del amor perenne de Dios. Lo adornó con manzanas y velas, dándole un
simbolismo cristiano. Las manzanas representaban las tentaciones, el pecado
original y los pecados de los hombres; las velas representaban a Cristo, la luz
del mundo y la gracia que reciben los hombres que aceptan a Jesús como
Salvador.
Esta costumbre se difundió por toda Europa en la Edad Media.
Por medio de la Conquista española y las migraciones, esta tradición llegó a
América. Poco a poco, la tradición fue evolucionando: se cambiaron las manzanas
por esferas y las velas, por focos que representan la alegría y la luz que Jesucristo
trajo al mundo.
Las esferas, actualmente, simbolizan las oraciones que
hacemos durante el periodo de Adviento. Los colores de las esferas también
tienen un significado simbólico:
Azules: oraciones de arrepentimiento
Plateadas: de agradecimiento
Doradas: de alabanza
Rojas: de petición
Se acostumbra poner una estrella en la punta del pino que
representa la fe que debe guiar nuestras vidas.
También, se suelen poner adornos de diversas figuras en el
árbol de Navidad. Éstos representan las buenas acciones y sacrificios, los
“regalos” que le daremos a Jesús en la Navidad.
Para aprovechar la tradición: Se sugiere adornar el árbol de
Navidad a lo largo de todo el Adviento, explicando a los niños su profundo
simbolismo cristiano. Los niños elaborarán sus propias esferas (24 a 28,
dependiendo de los días que tenga el Adviento) con una oración o un propósito
en cada una. Conforme pasen los días, las irán colgando en el árbol de Navidad,
hasta el día del Nacimiento de Jesús.
Las tarjetas de Navidad
La costumbre de enviar mensajes navideños se originó en las
escuelas inglesas, donde se pedía a los estudiantes que escribieran algo que
tuviera que ver con la temporada navideña, antes de salir de vacaciones de
invierno. Las tarjetas se enviaban por correo a su casa y así sus padres
recibían un mensaje de Navidad.
En 1843, W.E. Dobson y Sir Henry Cole hicieron las primeras
tarjetas de Navidad impresas, con la única intención de poner al alcance del
pueblo inglés las obras de arte que representaban al Nacimiento de Jesús.
En 1860, Thomas Nast, creador de la imagen de Santa Claus,
organizó la primera venta masiva de tarjetas de Navidad en las que aparecía
impresa la frase “Feliz Navidad”.
Es una costumbre muy bonita, pues a través de las tarjetas se
puede comunicar a todos nuestros seres queridos la alegría que sentimos por el
Nacimiento de Cristo.
Los villancicos
Se dice que el compositor de los primeros villancicos fue el
Marqués de Santillana, que compuso una serie de canciones para celebrar, con
sus tres hijos, el misterio de la Navidad.
Sin embargo, los primeros villancicos que se conocen fueron
compuestos por los evangelizadores en el siglo V, con la finalidad de llevar la
Buena Nueva a los aldeanos y campesinos que no sabían leer.
Sus letras hablaban sobre el Misterio de la Encarnación en
lenguaje popular y estaban inspirados en la liturgia de la Navidad.
Como se llamaba “villanus” al aldeano, con el tiempo, el
nombre cambió a “villancicos”. Éstos hablan en un tono sensible e ingenioso de
los sentimientos de la Virgen María y de los pastores ante el Nacimiento de
Cristo.
En el siglo XIII, se extienden por todo el mundo junto con
los nacimientos de San Francisco de Asís.
Los villancicos favorecen la participación en la liturgia de
Adviento y de Navidad. Cantar villancicos es un modo de demostrar nuestra
alegría y gratitud a Jesús y escucharlos durante el Adviento ayuda a la
preparación del corazón para el acontecimiento de la Navidad.
San Nicolás
La imagen de Santa Claus, el viejecito regordete y sonriente
que trae regalos a los niños buenos el día de Navidad, tuvo su origen en la
historia de San Nicolás.
Nicolás nació en una antigua provincia de Asia Menor, en el
siglo IV. La capital, Mira, estaba cerca del mar (hoy, corresponde al sudoeste
de Turquía) y era una sede episcopal. Nicolás fue escogido obispo de esta sede
y ahí se hizo famoso por su extraordinaria piedad. Estuvo encarcelado por
defender su fe durante la persecución de Diocleciano. Sus reliquias se
encuentran en el pueblo de Bari, Italia.
Existen varias leyendas que hablan acerca de la vida de este
santo:
Se dice que fue heredero de una gran fortuna, misma que
dedicó a ayudar a los pobres que conocía. Nicolás era feliz ayudando a los
demás, especialmente a los pobres y a los esclavos. Era bueno, generoso y tenía
un gran sentido del humor.
En cierta ocasión, el jefe de la guardia romana de aquella
época, llamado Marco, quería vender como esclavo a un niño muy pequeño llamado
Adrián y Nicolás se lo impidió.
En otra ocasión, Marco quería apoderarse de unas jovencitas
si su padre no le pagaba una deuda. Nicolás se enteró del problema y decidió
ayudarlas. Tomó tres sacos llenos de oro y en la Noche de Navidad, en plena
obscuridad, llegó hasta la casa y arrojó los sacos por la chimenea, salvando
así a las muchachas.
Marco quería acabar con la fe cristiana, mandó quemar todas
las iglesias y a encarcelar a todos los cristianos que no quisieran renegar de
su fe. Así fue como Nicolás fue capturado y encarcelado.
Cuando el emperador Constantino se convirtió a la fe católica,
liberó a todos los cristianos y Nicolás era ya viejo. Cuando salió de la
cárcel, tenía la barba crecida y blanca y llevaba sus ropajes rojos, que lo
distinguían como obispo. Con todo, los largos años de cárcel no lograron
quitarle su bondad y su buen humor.
Los cristianos de Alemania tomaron la historia de los tres
sacos de oro echados por la chimenea el día de Navidad y la imagen de Nicolás
al salir de la cárcel, para entretejer la historia de Santa Claus, viejecito
sonriente y gordinflón, vestido de rojo, que entra por la chimenea el día de
Navidad para dejar regalos a los niños buenos.
El Nombre de Santa Claus viene de la evolución paulatina del
nombre de San Nicolás: St. Nicklauss, St. Nick, St. Klauss, Santa Claus, Santa
Clós.
Para dar un sentido cristiano a la tradición: El ejemplo de
San Nicolás nos enseña a ser generosos, a dar a los que no tienen y a hacerlo
con discreción, con un profundo amor al prójimo. Nos enseña a estar pendiente
de las necesidades de los demás, a salir de nuestro egoísmo, a ser generosos no
sólo con nuestras cosas sino también, con nuestra persona y nuestro tiempo.
La Navidad es un tiempo propicio para imitar a San Nicolás en
sus virtudes. Cada año, parece como si el espíritu de Nicolás efectivamente
viniera a la tierra y se introdujera a todas las casas de manera misteriosa
(tal vez por la chimenea), influyendo en todas las personas, que en esta época
se muestran más dispuestos que nunca a dar regalos, desprenderse de lo propio y
ayudar a los demás. Seguramente, San Nicolás ha de sonreír desde el Cielo, al
ver cómo la gente se vuelve generosa y desinteresada, ocultando su identidad
detrás de la imagen exagerada y graciosa de él mismo.
Los nacimientos
El Papa San Sixto III, en el siglo V, ya celebraba la Navidad
con algunas representaciones del nacimiento de Cristo que se realizaban en una
gruta semejante a la de Belén que él mismo había mandado construir en una
Iglesia.
Sin embargo, se considera a San Francisco de Asís el fundador
de los Nacimientos quien, en 1223, quiso celebrar una “Noche Buena” en la que
se reviviera el recuerdo de Jesús nacido en Belén.
Para que todos pudieran comprender mejor las condiciones en
que sucedió, puso un Nacimiento en el bosque con personas y animales vivos.
Esta actividad gustó mucho a las personas que asistieron y se popularizó. Con
el paso del tiempo, la falta de espacio obligó a sustituir a las personas y
animales con figuras de madera o de barro. Esta tradición fue acogida con gran
cariño por todo el mundo cristiano desde el siglo XVI.
Para dar un sentido cristiano a la tradición: Poner un
Nacimiento en casa, en el que podemos contemplar la imagen de Belén, el
pesebre, lo pastores, los magos, José y María, puede ser además de una
actividad que fomenta la unión familiar, una imagen que nos ayude a meditar en
el misterio de la Navidad y en las virtudes de cada uno de los personajes. A
través de los sentidos, se eleva nuestro espíritu ante este gran
acontecimiento. El Nacimiento nos invita a reflexionar en el gran misterio de
Dios hecho hombre por amor al hombre.
La flor de Nochebuena
Esta flor es originaria de México. Su nombre náhuatl es
“tlazochitl” que significa “flor que se marchita”. Para los aztecas simbolizaba
la sangre de los sacrificios que los indígenas ofrendaban al sol para renovar
sus fuerzas. Los españoles la bautizaron como flor de Nochebuena porque florece
en diciembre y la utilizaron como símbolo de las fiestas navideñas.
Las posadas
Las posadas son fiestas que tienen como fin, preparar la
Navidad. Comienzan el día 16 y terminan el día 24 de Diciembre.
Su origen se remonta a los tiempos de la conquista:
Cuando los españoles llegaron a México, los aztecas creían
que, durante el solsticio de invierno, el dios Quetzalcóatl (el sol viejo)
bajaba a visitarlos. Cuarenta días antes de la fiesta, compraban los mercaderes
a un esclavo fornido y lo vestían con los atavíos del mismo dios Quetzalcóatl.
Antes de vestirlo, lo purificaban. En la noche, lo enjaulaban y lo alimentaban
muy bien. Salían con él por la ciudad y él iba cantando y bailando para ser
conocido por su semejanza a Dios. Las mujeres y los niños le ofrecían ofrendas.
Nueve días antes de la fiesta, venían ante él dos viejos muy venerables del
templo y se humillaban ante él en una ceremonia en la que le decían: “Señor,
sabrás que de aquí en nueve días se te acabará este trabajo de bailar y cantar
porque entonces has de morir". El esclavo debía responder: “que fuese muy
en buena hora”.
Llegado el día de la fiesta, a media noche, después de
honrarlo con música e incienso, lo tomaban los sacrificadores y le sacaban el
corazón para ofrecérselo a la luna. En los templos hacían ese día grandes
ceremonias. En dichas ceremonias, dirigidas por los sacerdotes, se incluían
ritos y bailes sagrados representando la llegada de Quetzalcóatl, así como
ofrendas y sacrificios humanos en honor a él.
Durante el mes de diciembre, no sólo festejaban a
Quetzalcóatl, sino que también celebraban las fiestas en honor a
Huitzilopochtli. Estas duraban veinte días, iniciaban el 6 de diciembre y
terminaban el 26 del mismo mes. Eran fiestas solemnes estaban precedidas por 4
días de ayuno y se coronaba al dios Huitzilopochtli, poniendo banderas en los
árboles frutales. Esto es a lo que llamaban el “levantamiento de banderas”.
En el gran templo, ponían el estandarte del dios y le rendían
culto. El pueblo se congregaba en los patios de los templos, iluminados por
enormes fogatas para esperar la llegada del solsticio de invierno. El 24 de
diciembre, por la noche y al día siguiente, 25 de diciembre, había fiestas en todas
las casas. Se ofrecía a los invitados una rica comida y unas estatuas pequeñas
de pasta llamada “tzoatl”.
Los misioneros españoles, que llegaron a México a finales del
siglo XVI, aprovecharon estas costumbres religiosas para introducir entre los
indígenas el espíritu evangélico. Así, transformaron las fiestas aztecas en
fiestas cristianas, para que sirvieran como preparación para recibir a Jesús en
su corazón el día de Navidad.
En 1587, el superior del convento de San Agustín de Acolman,
Fray Diego de Soria, obtuvo del Papa Sixto V, un permiso que autorizaba en la
nueva España la celebración de las "Misas de Aguinaldos", del 16 al
24 de diciembre. En estas Misas, se intercalaban pasajes y escenas de la
Navidad. Para hacerlas más atractivas y amenas, se les agregaron luces de
bengala, cohetes y villancicos. Posteriormente, la piñata.
En San Agustín de Acolman, con los misioneros agustinos, fue
donde tuvieron origen las posadas. Los misioneros convocaban al pueblo al atrio
de las iglesias y conventos y ahí rezaban una novena. Se iniciaba con el rezo
del Santo Rosario, acompañado de cantos y representaciones basadas en el
Evangelio, como recordatorio de la espera del Niño y del peregrinar de José y
María de Nazaret a Belén para empadronarse. Las posadas se llevaban a cabo los
nueve días previos a la Navidad, que puede simbolizar los nueve meses de espera
de María. Al terminar, los monjes repartían a los asistentes fruta y dulces que
simbolizaban las gracias que recibían aquellos que aceptaban la doctrina de Jesús.
Esta costumbre, con el tiempo se comenzó a realizar en
barrios y luego, pasaron a formar parte de la vida familiar. Según la
tradición, una Posada comienza con el rezo del Rosario y el canto de las
letanías. Durante el canto, los asistentes forman dos filas que terminan con 2
ó 4 niños que llevan a la Santísima Virgen y a San José, llamados
"peregrinos", que van a Belén. Al terminar las letanías, se dividen
en dos grupos: uno entra a la casa y otro pide posada, imitando a San José y la
Santísima Virgen cuando llegaron a Belén. Los peregrinos reciben acogida por
parte del grupo que se encuentra en el interior. Luego de esto, siguen los
alegres villancicos y termina la fiesta rompiendo piñatas y distribuyendo los
"aguinaldos".
Las piñatas y los
aguinaldos
Las piñatas tienen su origen en China, donde en primavera, al
inicio del año chino, se llevaba a cabo una ceremonia en la cual los chinos
elaboraban con papel la figura de un buey, la cubrían con papeles de colores y
le colgaban algunos adornos con motivos agrícolas.
Los colores de la figura simbolizaban las condiciones en que
se desarrollaría el año con respecto a la agricultura. Se rellenaban con cinco
clases de semillas que caían cuando los mandarines le pegaban a la piñata con
varas de diferentes colores. Cuando ya estaba vacía, se quemaba y la gente
trataba de obtener parte de las cenizas considerando que daba buena suerte para
todo el año.
Al pasar esta costumbre a Europa, en Italia la utilizaron
para las fiestas de Cuaresma, dándole un sentido religioso:
La piñata está hecha con una olla de barro cubierta con papel
de colores brillantes y representa al demonio, que suele presentar al mal como
algo llamativo para que cautive al hombre y caiga en la tentación.
La piñata clásica tiene siete picos que representan a los
siete pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y
pereza.
El hombre que le pega a la piñata representa la fe que debe
ser ciega, por eso lleva una venda en los ojos. Con la ayuda de Dios, se
destruye al mal y así se descubren los frutos que hay dentro de la piñata y se
dejan caer las gracias de Dios.
El palo con que se le pega a la piñata representa a la fuerza
de la virtud que rompe con los falsos y engañosos deleites del mundo. Las
virtudes que hay que cultivar para vencer los pecados capitales son: contra la
soberbia, la humildad; contra la avaricia, la magnanimidad; contra la ira, la
paciencia; contra la envidia, la generosidad; contra la lujuria, la castidad;
contra la gula, la templanza; contra la pereza, la diligencia.
El relleno de la piñata es símbolo del amor de Dios porque al
romper con el mal, se obtienen los bienes anhelados; es símbolo de esperanza
porque todos ven hacia arriba, con los ojos puestos en el cielo que es de donde
vendrá el premio celestial
De Italia, la costumbre de romper piñatas en Cuaresma llegó a
España y los españoles organizaron una fiesta el primer domingo de cuaresma. a
la que llamaron “Baile de la piñata”. Romper la piñata al inicio de la
Cuaresma, simbolizaba el deseo de acabar con el mal en la propia vida, la
conversión del corazón para volver a Dios y recibir los bienes eternos.
A principios del siglo XVI, esta tradición era desconocida en
América. Sin embargo, en México, los indios mayas, que gustaban mucho del
deporte, tenían un juego en el que trataban de romper con los ojos vendados una
olla de barro llena de chocolate que se balanceaba detenida de una cuerda. A
los frailes evangelizadores se les ocurrió que serviría de catequesis el dar un
sentido religioso al juego de la olla, enseñándoles el significado religioso de
las piñatas y promoviendo que se rompieran durante el tiempo de adviento como
un complemento a las fiestas de las posadas y con el mismo sentido de
conversión que le daban los europeos.
Los aguinaldos son bolsitas o canastas con dulces y galletas
que se entregan a las personas que, por su edad o por su salud, no pueden
acercarse a recoger los dulces y las frutas de las piñatas. La idea de que
nadie se quede sin recibir los beneficios de la piñata y sin participar de la
alegría de la fiesta.
Las pastorelas
En el siglo XVI, en Italia, Torcuato Taso dio a conocer el
género teatral “fábula pastoril” que era una pastorela o villancico
escenificado. La palabra pastorela viene del italiano “pastorella”, que en
español significa pastorcilla.
En México, los mayas y los aztecas, hacían representaciones
dramáticas de diferentes tipos: cacerías, hombres disfrazados de animales,
curaciones importantes, etc. Estas representaciones tenían un carácter
religioso y se llevaban a cabo frente a los templos de sus dioses. Los
misioneros aprovecharon las inquietudes teatrales y religiosas del pueblo para
evangelizarlos, suplantando poco a poco sus ritos paganos por las pastorelas.
El inicio formal de las pastorelas, según algunos historiadores,
fue en 1527 en Cuernavaca con “La comedia de los reyes”. En 1530, se escenificó
“La Natividad Gozosa de nuestro Salvador”. Poco a poco, se comenzó a
escenificar el peregrinar de José y de la virgen María y se fueron incorporando
las aventuras de los pastores y las tentaciones que lograron vencer para llegar
a Jesús. En las pastorelas se ve claramente la lucha entre el bien y el mal.
Las pastorelas son una bellísima, tierna e ingenua
representación escénica, de marco festivo y alegre, que refiere acontecimientos
previos a la venida de Jesús y termina con el esplendor inocente del pesebre y
la adoración de los pastores. En ésta se mezclan personajes divinos y humanos
donde el destino eterno de los hombres ocupa el papel central de la trama. Los
personajes centrales son Dios, la Virgen y los pastores que acuden a adorar al
niño Jesús en la gruta de Belén. Las pastorelas son jocosas y alegres,
presentan al diablo ridiculizándolo y terminan siempre con su derrota, con el
triunfo del bien sobre el mal. Se trata de despertar en los oyentes los más
nobles sentimientos de amor, dando una moraleja y un mensaje de tipo religioso
donde se exalta la fe cristiana.