“¿POR QUÉ REALIZAMOS RITUALES DE FIN
DE AÑO?”
Un 80% de
los mexicanos realizan algún ritual para recibir el Año Nuevo
El
investigador Bogar Escobar Hernández indicó que alrededor de 80 por ciento de
la población lleva a cabo alguno de los diversos rituales de fin de año por la
necesidad de adquirir esperanza.
El doctor
en antropología social agregó que entre los rituales más destacados y conocidos
están, por ejemplo, “las personas que acostumbran barrer o hacer limpieza en
sus casas el último día del año con la intención de alejar malas vibras y mala
suerte”.
El
académico del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la
Universidad de Guadalajara (UdeG) añadió que hay gente que acostumbra “preparar
las maletas con ropa, ya que se supone que con ello van a atraer muchos viajes
durante el siguiente año”.
Comentó
que otras personas “compran o regalan prendas íntimas, ropa interior, por
ejemplo, la de color rojo es para atraer amor y la de color amarillo para el
dinero”.
Mencionó
que hay quienes acostumbran en las 12 campanadas de fin de año “comer una uva
por cada campanada para atraer salud, felicidad, dinero, etcétera”.
“Más que
la cuestión descriptiva de estos rituales, lo más relevante es lo que subyace
detrás de estas prácticas, ya que esta simbología indica que el ser humano
intenta exorcizar sus miedos, y ésta es sólo una forma más de entre muchas
otras en que lo intentamos”.
Subrayó
que sobre todo en contextos de crisis económica, social o espiritual “se
reactivan estas prácticas, porque el ser humano vive en incertidumbre, incluso
nuestra propia vida es fortuita e incierta”.
“Llevamos
a cabo rituales a través de los cuales intentamos atraer cosas que deseamos
favorables como el dinero, la salud, el amor, etcétera, y exorcizarlas mediante
prácticas en las cuales no hay una racionalidad, es básicamente una creencia
que forma parte del bagaje cultural y espiritual del ser humano”, afirmó.
El
especialista manifestó que estas creencias son parte de la naturaleza humana.
Destacó
que gran porcentaje de la población lleva a cabo este tipo de rituales,
“alrededor de 80 por ciento, ya que pese a estar en siglo XXI el ser humano,
sus genes y sus atavismos persisten, la única diferencia es que de este
porcentaje a lo mejor habrá gente que lo reconozca más y otros por su nivel
social o cultural lo simulan más”.
Resaltó
que pese a que no se concretan estos deseos la gente mantiene sus creencias en
estos rituales, “es como la lotería, sólo uno se saca el premio mayor, y la
gran mayoría no obtiene nada, y, sin embargo, cada día y cada semana se venden
miles de boletos”.
Señaló que
cuando se realizan estas prácticas, “lo que se hace en realidad es adquirir
esperanza, y cuando el ser humano quiere creer algo, aunque los demás vean lo
contrario él va a seguir su creencia, y va a modificar todas las señales a
favor de ella, y va a desechar las que tienden a anular esa creencia”.
“El ser
humano debe tener más confianza en sí mismo, y no desviarse en actos externos o
en prácticas con las que básicamente intenta exorcizar sus miedos, que de
cierta manera le da cierto nivel de confort, seguridad y esperanza, pero eso
sólo habla de una crisis de fortaleza espiritual e intelectual”, concluyó.
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