“EL FEMINISMO EN LA ACTUALIDAD”
Una de las demandas más explícitas e históricas de los
movimientos feministas tiene que ver con el acceso al espacio público y
político. Desde el sufragismo hasta el feminismo radical, apelan por la
igualdad de las mujeres, denunciando su exclusión explícita. El feminismo
se ha articulado entonces, en relación a una serie de problemáticas que buscan
revertir la condición de opresión y subordinación de las mujeres, fomentando la
conciencia pública y social en torno a situaciones como la violencia de género,
el aborto, la feminización de la pobreza, las brechas políticas, la inequidad
laboral, etc.
Hoy en día las mujeres en el mundo occidental gozan de
una presencia real en el espacio público. En este sentido, preguntarse por la
igualdad de las mujeres y su posición subordinada en el actual escenario,
parecería una disyuntiva retórica, un alegato casi inconsistente. Sin
embargo, las cifras de feminicidios, índices de pobreza, cesantía y
precarización laboral, dan la respuesta señalando la inequidad en relación
a los hombres. Como quizás dirán muchos compañeros politizados, militantes y
activistas de distintos movimientos, el feminismo actualmente se subsume dentro
de una problemática mayor. Y es cierto, anclar la lucha feminista en un
escenario económico es real en la medida que apelamos de igual manera a
relaciones sociales basadas en la reciprocidad, solidaridad e igualdad,
desvinculadas del ámbito económico que hoy impregna en las sociedades
neoliberales.
Entonces, ¿cuál es la vigencia del
feminismo? Desde una perspectiva de izquierda, el feminismo no sólo debe
ser parte de las retóricas académicas, institucionalizadas, sino también de la
lucha diaria, militante y organizada. Los movimientos sociales que en el Chile
democrático se inauguraron a partir del 2011, nos llaman a reivindicar esas
otras formas de lucha. Me refiero a otras formas apelando al feminismo no
como un espacio sectario, excluyente de participación, sino más bien a una
forma de construcción social cuya mirada se basa en la denuncia y resistencia a
las instancias de poder discriminatorias que se sustentan en la diferencias:
sexual, social y étnica, entre otras.
La vigencia del feminismo en la actualidad apunta a la
democratización de los espacios políticos, sociales e institucionales. Denunciando
el contexto cultural actual donde se naturaliza la diferencia sexual, como
también al sistema patriarcal en tanto eje estructurante de las divisiones
sexuales y sociales. Para las izquierdas, prolongar una lectura que minimice,
excluya, infantilice o estereotipe al feminismo es continuar con un análisis
que perpetúa las inequidades en todas sus esferas. Esto lo podemos reconocer en
una serie de aspectos, que es necesario profundizar y levantar desde el
feminismo:
• Por una parte, el binarismo con que la izquierda
históricamente ha leído el problema del género y la clase, habla también del
machismo implícito en las organizaciones de izquierda: muchas veces se
circunscribe el feminismo como una lucha secundaria, apostando a la 'pelea
mayor'. Reformular esta lectura mediante la autoformación, organización y
activismo desde el feminismo no es sólo una tarea, sino que una urgencia para
los movimientos sociales.
• Por otra parte, la masculinización de la política
implica que se establezcan ciertos códigos, formas y vicios de hacer la
política. Transformar dichos vicios implica reformular los espacios desde
donde se toman las decisiones, apuntando a las camarillas políticas,
egocentrismo y autoritarismo que domina en todo espacio organizativo que
carezca de un proceso horizontal en la toma de decisiones. La lucha contra
la masculinización de la política no significa necesariamente que las mujeres
tomen la voz, sino también que su voz represente la exclusión, en la medida que
ellas puedan, -en la práctica- resistir y subvertir las inequidades y
exclusiones que se reproducen en los sistemas organizados.
• Por último, el feminismo debe dejar de ser un
movimiento sólo de mujeres. Si bien somos nosotras quiénes podemos vivenciar la
condición subalterna en la que nos encontramos, el sistema patriarcal y el
sistema sexo-género, enclaustran y restringen las posibilidades de los grupos
de GLTTB, y los hombres. Estos últimos, -sobre todo en los ambientes de
izquierda- continúan con el 'deber ser' que cimenta la masculinidad
hegemónica. Este concepto, desarrollado por los estudios de género, apunta
a un modelo de identidad que poseen los hombres en las sociedades
occidentales. Su caracterización en varones heterosexuales, sexualmente
activos, desvinculados de las tareas del hogar y poco conectados con sus
emociones, son rasgos que llevan no sólo a una clausura de su masculinidad,
sino que también a la resaltar situaciones como la homofobia y la huida de todo
rasgo reconocido como femenino.
Es por ello que el feminismo en la actualidad debe
contextualizar sus demandas y reivindicaciones en relación al neoliberalismo, a
la vinculación con los hombres y su masculinidad, a las problemáticas de la
homofobia, violencia de género, sexismo, etc. El feminismo, debe volver a
construirse desde y para lo social, apuntando a una construcción cultural,
cotidiana y popular que apele no sólo a la transformación de los espacios
machistas que nos circundan, sino que de las estructuras desiguales e
inequitativas que nos caracterizan como sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario