¿Qué es ser feminista
hoy?
Ya no es lo que era: la
lucha se renovó, porque las mujeres ya conquistamos muchos espacios y tenemos
otras armas. Pero sigue. Te contamos de qué va esta versión actualizada.
Las maneras de buscar (y encontrar) el lugar de la mujer en
la sociedad actual cambió. Porque cambió el lugar de la mujer. Estamos muy
lejos de aquellas feministas de los 70 que lucharon por la igualdad de género,
reclamando la posibilidad de acceder a lugares que nos estaban vedados. No cabe
duda de que fuimos conquistando nuevas armas y ganando posiciones diferentes -y
si no estás tan segura, basta con sentarte un rato a charlar con tu abuela y
comparar tu vida con la de ella-. El feminismo se renovó y sigue en pie,
porque, aunque ya no nos prohíban ciertas cosas, eso no significa que hoy
vivamos en un mundo desprovisto de desigualdades entre mujeres y varones, ni
que ya no haya más conflictos que dirimir.
Si bien las nuevas generaciones de feministas están muy lejos
de aquellas sufragistas de principios del siglo XX, hoy, al igual que aquellas
-y para continuar su legado-, se siguen juntando para debatir, para concientizar,
para reflexionar, para exigir políticas, para reclamar derechos y para mejorar
las condiciones de vida de las mujeres, demandando acciones transformadoras e
interpelando a toda la sociedad. Muy lejos también están de los estereotipos:
no queman corpiños ni andan desnudándose por ahí cuando no están de acuerdo con
algo -a pesar de que ciertas feministas extremistas lo hagan para llamar la
atención de los medios-, se depilan, son coquetas, aman y respetan a los
varones y les preocupan las mismas cosas que a la mayoría de nosotras.
Lo que define esta movida
¡No lucha CONTRA los varones... sino con ellos!: para ser
feminista, no hace falta ser mujer. Hay varones (¡y, por suerte, cada vez más!)
que entienden que no se trata de ver quién es mejor o peor ni de competir por
espacios de poder. Todo lo contrario: se trata de convivir en igualdad de
condiciones, oportunidades y derechos. De hecho, también hay muchas mujeres que
son enemigas del feminismo -"pero yo no soy feminista, ¿eh?", se
atajan-, generalmente por desconocimiento. Es hora de entender que los
problemas de las mujeres no son solo problemas de las mujeres sino de la
sociedad y, por lo tanto, piden que tanto varones como mujeres se involucren y
busquen soluciones en conjunto.
No es idealista y no generaliza: el feminismo no entiende a
"las" mujeres como un todo homogéneo, así como no sigue las posturas
esencialistas que dictan postulados del tipo "las mujeres somos más
sensibles" o "las mujeres queremos ser madres". No idealiza a la
mujer, sino que reconoce sus diferencias y, aunque sabe que aún existe una
estructura desigual en la sociedad -con sesgos todavía patriarcales y
opresores-, también observa que la capacidad de subvertir y/o elegir esas
situaciones dependerá de las herramientas de cada mujer en particular -por
ejemplo, no es lo mismo una mujer golpeada en Colegiales que aquella otra que
vive en una villa de emergencia-. Y así como hoy se habla de las "nuevas
masculinidades" -esas que se oponen a la idea del varón proveedor y
poderoso-, también las nuevas generaciones feministas se abren paso con un
reconocimiento más real de los espacios y derechos que necesitan las mujeres
hoy.
Construye una mirada reflexiva y tiene más capacidad de
acción consciente: la mayoría de las nuevas feministas estudian y teorizan al
respecto -sin ser académicas muchas de ellas-, lo que propicia una camada de
mujeres más militantes desde el contenido de sus reclamos. Se basan en hechos y
en cifras concretas, parten de lo fáctico y se amparan en la observación de la
realidad. Siempre hablan con números y estadísticas -bastante alarmantes, por
cierto-.
Hay cuatro áreas en torno a los cuales se organiza la lucha
feminista en este momento:
Participación política: en México, desde 1991, existe
la Ley de Cupo, que garantiza un cupo mínimo del 30% de mujeres en las listas
de candidatos para el Poder Legislativo Nacional. En este aspecto, nuestro país
-ubicado en el puesto número doce a nivel mundial- tiene un Congreso con un
38,5% de mujeres, con lo que lidera la región en cuanto al espacio de las
mujeres en la vida política. No sucede lo mismo en los gobiernos provinciales y
municipales -donde el porcentaje alcanza apenas un 9%-. El trabajo del
feminismo hoy, entonces, pasa por fomentar el cumplimiento de esta ley y la ampliación
progresiva de la presencia de mujeres en sindicatos y otras esferas del poder
político.
Empleo: entre las mil principales empresas de México,
solo el 4,4% tiene a una mujer en su máximo puesto jerárquico. Si pensamos que
el porcentaje de egresados universitarios es más o menos el mismo entre ambos
sexos..., ¿por qué existe tanta brecha? Claramente, todavía predominan -aunque
menos que hace unas décadas- ciertos estereotipos de género. El desafío actual
es impulsar políticas de conciliación de trabajo-familia en los ámbitos
laborales, tanto para varones como para mujeres -¡esto es clave! porque si no,
se estaría profundizando un rasgo de desigualdad-, a los efectos de achicar las
diferencias de oportunidades. ¿Cómo? Con horarios flexibles, la posibilidad de
trabajo remoto, licencias extendidas, etc.
Violencia de género: en el año 2012, ocurrieron 255
femicidios, mientras que, en lo que llevamos de 2013, ya existen 48 casos. O
sea que, cada 35 horas, una mujer muere a causa de la violencia. Hay diferentes
formas y manifestaciones de la violencia, que están contempladas en una Ley
Integral de Violencia que, si bien representa un gran avance, no supone su
erradicación ni su correcta aplicación. En este sentido, el feminismo trabaja
en campañas de concientización y el impulso del tratamiento de una Ley de
Emergencia por Violencia de Género, que pide la ampliación del presupuesto
-actualmente, el Consejo Nacional de la Mujer cuenta solo con un 0,0027%- para
la creación de refugios y la posibilidad de brindar asesoramiento legal y
psicológico gratuito para las víctimas.
Educación sexual y anticoncepción gratuita: el impulso a la
Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito quizá sea el
punto más visible y controversial de este eje de trabajo, pero no es el único.
Actualmente, gran parte de la labor de las organizaciones feministas se
organiza en torno a exigir campañas de educación sexual, la disponibilidad
amplia y gratuita de anticonceptivos (también los de emergencia) y la prevención
de la violencia sexual.
Y tú, ¿qué puedes hacer?
Hay muchas formas de participar, aunque no hace falta que te
pongas un cartel en la frente que diga "soy feminista" y vayas
luciéndolo por la vida; de hecho, muchas mujeres realizan acciones de defensa de
sus derechos sin serlo. Puedes empezar replanteando tu mirada sobre el tema y
revisando actitudes: en tu trabajo, tu pareja, la crianza de tus hijos. Una
mamá que le pide solo a su hija mujer que la ayude a cocinar mientras su hijo
varón mira TV es una mujer que fomenta esos estereotipos de género... Así es
difícil que el panorama cambie. Empecemos preguntando: y por casa, ¿cómo
andamos?
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