“EL PAPEL DE LA MUJER
DURANTE LA REVOLUCION MEXICANA”
Aún y cuando en la actualidad se pueda analizar los derechos
en los diferentes ámbitos donde se desempeñan las mujeres en nuestro país, y
observar las limitantes que faltan por superar para que exista una auténtica
equidad de género en México, los logros que se han obtenido no han sido
fáciles.
Ciertamente, estudios sobre los avances que la mujer mexicana
ha obtenido a través del tiempo, coinciden en que la Revolución Mexicana ha
sido un parteaguas para que el sector femenino se defina como parte fundamental
en la construcción histórica-social y política de la nación.
Sin embargo, esta idea no es del todo cierta, ya que existen
antecedentes importantes, específicamente durante el Porfiriato, donde el
género femenino luchó en forma determinante para lograr status tanto sociales
como laborales que anteriormente ni siquiera se soñaba con obtenerlos.
Y definitivamente las victorias revolucionarias en todos los
ámbitos (militares, propagandísticos, etc.) en muchos casos fueron las mujeres,
quienes arriesgaron su integridad física para obtener dichos logros.
Como se mencionó anteriormente, la transformación femenina en
México no se dio precisamente en la Revolución, sino que fueron surgiendo desde
finales del siglo XIX.
Tradicionalmente, en el siglo XIX, se presenta a la mujer
mexicana en todos los estratos sociales con su papel subordinado al hombre,
pero a finales de este siglo, la industrialización del país dio oportunidad a
las mujeres de laborar tanto en fábricas como en talleres, comercios, incluso
en oficinas públicas (1); y, por supuesto, dentro del ámbito magisterial ya que
fue aquí precisamente (como maestras normalistas) que muchas obtuvieron la gran
oportunidad de su profesionalización.
La industrialización daba pie al desenvolvimiento femenino
fuera de sus hogares, a lo que en muchas ocasiones no era bien visto por los
ojos masculinos (como se puede observar en la prensa de esa época).
Empero, en esta misma época también surgió la prensa
feminista a favor de los derechos de la mujer, no solo en su función social,
sino, además, en su emancipación por medio del estudio y del trabajo
remunerado.
En 1904, previo a la guerra civil, se constituye en México,
la primera organización feminista llamada “Sociedad Protectora de la Mujer”,
presidida por la primera abogada graduada en nuestro país (María Sandoval de
Zarco), al igual que otras mujeres profesionistas que se daban a la tarea de
lograr el perfeccionamiento físico y mental de la mujer en esa época.
Ocupándose además de defender a la presas y perseguidas políticas.
Uno de los primeros movimientos políticos que dio pie a la
lucha revolucionaria fue el Partido Liberal Mexicano, donde se desarrolla una
intensa labor política en contra del régimen de Díaz, la cual se adhieren
organizaciones de trabajadoras (integradas principalmente por maestras
normalistas y obreras textiles), lo que provocó la persecución y el
encarcelamiento de muchas de sus integrantes.
La presencia femenina en la Revolución Mexicana no es
exclusiva de soldaderas; también trabajaron como despachadoras de trenes,
telegrafistas, enfermeras, farmacéuticas, empleadas de oficina, reporteras,
editoras de periódicos, mujeres de negocios y maestras.
Pero fue tan importante la presencia militar femenina, que
incluso el Carrancismo legitimó la participación de la mujer en la contienda
armada, ya que se les reconoció sus grados militares y méritos revolucionarios,
lo que provocó el inicio de la integración de la representación femenina en el
ámbito político.
Pero aún y con todos estos méritos obtenidos durante la
Revolución y el hecho de que la mujer ayudara de manera contundente a la
construcción social del país; la realidad es que el Congreso Constituyente de
1917 negó categóricamente el derecho de voto a la mujer y en consecuencia su
participación política; aún imperaba el discurso patriarcal.
En cambio, hubo logros importantes en materia civil
(matrimonio y divorcio), y en el ámbito laboral, que se acercaban a los
derechos del hombre.
Y no fue, sino hasta la segunda década del siglo XX, cuando
se reconoce el derecho del voto a la mujer, logrando además la participación
femenina en la política, donde cabe mencionar que en 1924 Rosa Torres se erige
por primera vez como presidenta de un municipio (Mérida, Yucatán), además de
otras mujeres que lograron victorias en diputaciones locales en otras regiones
del país.
Todas estas “victorias” sucedieron hace casi cien años; cabe
reflexionar cuanto más hemos avanzado y cuanto más nos falta por avanzar para
lograr una verdadera equidad de género en todos los ámbitos de México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario