jueves, 31 de agosto de 2017


“EL PAPEL DE LA MUJER DURANTE LA REVOLUCION MEXICANA”

Aún y cuando en la actualidad se pueda analizar los derechos en los diferentes ámbitos donde se desempeñan las mujeres en nuestro país, y observar las limitantes que faltan por superar para que exista una auténtica equidad de género en México, los logros que se han obtenido no han sido fáciles.

Ciertamente, estudios sobre los avances que la mujer mexicana ha obtenido a través del tiempo, coinciden en que la Revolución Mexicana ha sido un parteaguas para que el sector femenino se defina como parte fundamental en la construcción histórica-social y política de la nación.

Sin embargo, esta idea no es del todo cierta, ya que existen antecedentes importantes, específicamente durante el Porfiriato, donde el género femenino luchó en forma determinante para lograr status tanto sociales como laborales que anteriormente ni siquiera se soñaba con obtenerlos.



Y definitivamente las victorias revolucionarias en todos los ámbitos (militares, propagandísticos, etc.) en muchos casos fueron las mujeres, quienes arriesgaron su integridad física para obtener dichos logros.

Como se mencionó anteriormente, la transformación femenina en México no se dio precisamente en la Revolución, sino que fueron surgiendo desde finales del siglo XIX.

Tradicionalmente, en el siglo XIX, se presenta a la mujer mexicana en todos los estratos sociales con su papel subordinado al hombre, pero a finales de este siglo, la industrialización del país dio oportunidad a las mujeres de laborar tanto en fábricas como en talleres, comercios, incluso en oficinas públicas (1); y, por supuesto, dentro del ámbito magisterial ya que fue aquí precisamente (como maestras normalistas) que muchas obtuvieron la gran oportunidad de su profesionalización.

La industrialización daba pie al desenvolvimiento femenino fuera de sus hogares, a lo que en muchas ocasiones no era bien visto por los ojos masculinos (como se puede observar en la prensa de esa época).

Empero, en esta misma época también surgió la prensa feminista a favor de los derechos de la mujer, no solo en su función social, sino, además, en su emancipación por medio del estudio y del trabajo remunerado.

En 1904, previo a la guerra civil, se constituye en México, la primera organización feminista llamada “Sociedad Protectora de la Mujer”, presidida por la primera abogada graduada en nuestro país (María Sandoval de Zarco), al igual que otras mujeres profesionistas que se daban a la tarea de lograr el perfeccionamiento físico y mental de la mujer en esa época. Ocupándose además de defender a la presas y perseguidas políticas.

Uno de los primeros movimientos políticos que dio pie a la lucha revolucionaria fue el Partido Liberal Mexicano, donde se desarrolla una intensa labor política en contra del régimen de Díaz, la cual se adhieren organizaciones de trabajadoras (integradas principalmente por maestras normalistas y obreras textiles), lo que provocó la persecución y el encarcelamiento de muchas de sus integrantes.

La presencia femenina en la Revolución Mexicana no es exclusiva de soldaderas; también trabajaron como despachadoras de trenes, telegrafistas, enfermeras, farmacéuticas, empleadas de oficina, reporteras, editoras de periódicos, mujeres de negocios y maestras.


Pero fue tan importante la presencia militar femenina, que incluso el Carrancismo legitimó la participación de la mujer en la contienda armada, ya que se les reconoció sus grados militares y méritos revolucionarios, lo que provocó el inicio de la integración de la representación femenina en el ámbito político.

Pero aún y con todos estos méritos obtenidos durante la Revolución y el hecho de que la mujer ayudara de manera contundente a la construcción social del país; la realidad es que el Congreso Constituyente de 1917 negó categóricamente el derecho de voto a la mujer y en consecuencia su participación política; aún imperaba el discurso patriarcal.

En cambio, hubo logros importantes en materia civil (matrimonio y divorcio), y en el ámbito laboral, que se acercaban a los derechos del hombre.

Y no fue, sino hasta la segunda década del siglo XX, cuando se reconoce el derecho del voto a la mujer, logrando además la participación femenina en la política, donde cabe mencionar que en 1924 Rosa Torres se erige por primera vez como presidenta de un municipio (Mérida, Yucatán), además de otras mujeres que lograron victorias en diputaciones locales en otras regiones del país.

Todas estas “victorias” sucedieron hace casi cien años; cabe reflexionar cuanto más hemos avanzado y cuanto más nos falta por avanzar para lograr una verdadera equidad de género en todos los ámbitos de México.


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