“LAS 5 VIRTUDES
DEL LIDERAZGO FEMENINO”
Cuando las empresas o las organizaciones comienzan a
abrir mayores espacios al liderazgo de la mujer se detonan diversos procesos de
cambio al interior de las mismas.
Aunque hemos encontrado que tomar la decisión de darle
mayor peso al sector femenino todavía resulta complejo para muchas empresas,
también descubrimos algunos aspectos en los que se manifiesta el impacto
positivo del liderazgo y empoderamiento de la mujer.
Aún más, estos argumentos forman parte de las
motivaciones que usamos como detonadores para ayudar a las mujeres que recurren
a nosotros para desarrollar sus habilidades de influencia, dirección y
comunicación estratégica.
1. Actitud de cambio sustentable
La mujer líder apuesta a lograr mejoras, cambios
sustanciales. Su enfoque parte de que el espacio de dirección que ha ganado es
merecido, necesario y debió haberse dado antes. Toman decisiones clave con la
mayor cantidad de información posible y la mayor diversidad de puntos de vista
que puedan recolectar.
Si bien reciben y analizan estadísticas, buscan
fortalecer su trabajo con aspectos cualitativos sustanciales que no se ven
simplemente con lo que reflejan los números fríos.
Cuando tiene oportunidad, la mujer apuesta por mayor
dinamismo, apertura, eficiencia y rendimiento, pero con la virtud de que evalúa
detenidamente los riesgos, asumiéndolos de manera responsable y con un mayor
compromiso.
2. Solidaridad auténtica
Para la mujer líder, brindar comprensión, apoyo y soporte
a los otros es parte de la rutina diaria. La administración tiene un mayor
enfoque humano: generar ganancias –sin duda– pero sin descuidar los beneficios
e impacto sociales.
Esto, además, promueve una mayor pluralidad, flexibilidad
y creatividad en el trabajo. Al interior de la organización hay una búsqueda
permanente para aumentar la integración, el sentido de pertenencia y la
confianza entre los integrantes de un equipo, lo cual favorece que la misión de
la empresa se perciba como más colectiva, sensible, participativa e inclusiva,
desalentando el egoísmo, la competencia cruda y el aislamiento organizacional.
3. Comunicación plena y activa
Si algo distingue a la mujer es su capacidad para abrir e
impulsar las interacciones constantes sobre aspectos relevantes. Las ejecutivas
repasan, reflexionan, cuestionan, indagan mucho más que sus contrapartes
masculinas, quienes limitan estos aspectos por temor a la crítica. Sin evadir
los conflictos, son más abiertas a las negociaciones y conciliaciones.
Las mujeres líderes son más eficientes a la hora de
motivar y sacar lo mejor de su personal gracias a la personalización de la
relación, conocimiento personal e involucramiento que pueden ofrecer con mayor
ventaja. De la misma manera, prefieren mantener contacto con su personal. No
les gusta aislarse ni perderse en una agenda complicada.
Conforme avanza en la pirámide de posiciones, para ella
se vuelve una prioridad mantener el balance entre trabajo y sus espacios
familiares, personales y recreativos.
4. Desarrollo organizacional
La visión de colectividad de la mujer promueve un mayor
respeto mutuo y sentido de colaboración en las organizaciones. Una clara
distinción entre objetivos, recompensas, efectos y consecuencias entre el
personal facilitan el flujo continuo de ideas para resolver los problemas
cotidianos.
La psicología femenina de la búsqueda permanente de
perfeccionismo, actitud crítica y exigencia metódica le dan personalidad a las
metas, presentaciones, cuentas, reportes e indicadores.
En las organizaciones, una mujer líder también contribuye
a generar otros cambios, los que se perciben desde los comportamientos
cotidianos, los protocolos de trato, el uso de espacios, el ambiente de
oficinas, las reuniones de trabajo, los estilos de comunicación, la
presentación de productos, marcas, sellos de identidad y el estilo en los
negocios.
5. Ajuste y mejora
Conservar la calma en los tiempos difíciles, permanecer
en control ante la incertidumbre, no reaccionar excesiva ni visceralmente,
resolver el problema administrativo antes de recuperarse y reconstruirse
personalmente son algunas de las mayores cualidades a desarrollar en la mujer
líder y ejecutiva. La estabilidad en el carácter permite evaluar cursos de
acción y tomar el mejor para recuperarse de los errores.
Nuestro mayor reto como empresa es enseñar a la mujer a
no combinar las sensaciones ni los sentimientos personales; dotarles de una
alta dosis de frialdad y control, pues créanme no hay nada más fuerte ni
profundo que el sentido de revancha y competencia entre las mujeres.
Deben tener muy claro que las líderes son modelos
sociales, referentes, asumen el centro de atención de sus equipos; por lo
tanto, se les exige cuidar sus posturas y reacciones para mantener la
disciplina, firmeza y control del grupo.
Lidiar con la crítica constante, con los chismes e
intrigas y salir fortalecida todos los días, no es fácil; sin embargo, es
imprescindible. Por ello, las líderes que desarrollamos aprenden a desarrollar
capacidades y habilidades que les permiten construir una fuente virtual interna
de energía positiva, generar recursos propios, fortalezas y actitudes para
dominar las objeciones, sacar lo mejor de sí mismas y salir delante de las
dificultades y obstáculos que sin duda se les presentarán diariamente.
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