“FEMINICIDIO EN AMERICA
LATINA”
En la mayoría de los países no existen estadísticas sobre
violencia machista, así que es difícil saber la evolución de este drama social.
Lo que sí han dejado claro las investigaciones de organizaciones sociales es
que las cifras son abrumadoras: una mujer asesinada cada 31 horas en Argentina,
15 cada día en Brasil, 2.000 al año en México. Como también son terribles la
brutalidad de muchos casos: golpeada hasta la muerte, acuchillada, degollada,
troceada, torturada o violada; y el hecho de que las parejas, ex parejas y
familiares de las víctimas sean los culpables en la mayoría de los casos. Las
latinoamericanas han impuesto el término “feminicidio” para subrayar que se
mata a las mujeres sólo por el hecho de serlo; son crímenes en que hombres las
matan simplemente porque se creen superiores y con el derecho de decidir sobre
sus vidas. Ofrecemos aquí una panorámica de la situación del feminicidio en
algunos países de América Latina y las medidas que los Estados están tomando
para erradicarla.
Argentina
Al grito de #NiUnaMenos, la consiga que se viralizó en las
redes sociales, cientos de miles de personas se movilizaron el 3 de junio
pasado en ciudades de todo el país -y de los vecinos, como Chile y Uruguay-
para exigir el fin de la violencia machista. La convocatoria se fraguó tras la
muerte de Chiara, una adolescente embarazada que apareció enterrada en el patio
de la casa de su novio. Las mujeres argentinas han dicho basta. Un grupo de
periodistas convocó la marcha y realizó un listado de víctimas de la violencia
machista: en 48 horas documentaron 600 muertes, muchas de ellas olvidadas por
el Estado, sobre todo en el caso de prostitutas y transexuales.
Su principal reclamo es que el Estado cumpla su parte: que
investigue, documente, sancione, encarcele; las leyes, denuncian los colectivos
feministas, existen, pero no se cumplen o no lo hacen con la prontitud y
diligencia que se requiere: 300 mujeres al año mueren en Argentina por violencia
machista. El documento leído en la marcha Ni Una Menos incluyó la
implementación del Plan Nacional de Acción para la Prevención Asistencia y
erradicación de la violencia contra las mujeres que está en la Ley 26.485 de
protección integral a las mujeres víctimas de violencia.” Pedimos que se cumpla
integralmente, que haya monitoreo y presupuesto para todo lo que se hace”,
expresaron las manifestantes.
Ante todo, los grupos feministas que convocaron Ni Una Menos
saben que, como señala la periodista y activista Claudia Acuña, “lo importante
comienza el día siguiente a la marcha”, y supone reflexionar sobre los modos en
que se reproduce la violencia patriarcal en todas las esferas de la vida. Como
expresó la diputada porteña Gabriela Alegre, el hecho de que las leyes no hayan
puesto coto a la violencia machista prueba que “no alcanza con la legislación
ni con penalizar, sino que hay que afrontar un cambio cultural y apuntar a la
educación”.
Brasil
El pasado marzo, la mandataria, Dilma Rousseff, firmó un proyecto
de ley que tipifica el feminicidio y que, entre otras cosas, impedirá que los
hombres declarados culpables de un asesinato machista puedan ser liberados a
través del pago de una fianza. Pese a los avances legales, la situación para
las mujeres en Brasil sigue siendo crítica: 15 mujeres mueren cada día sólo por
ser mujeres, según expresó la propia presidenta. Rousseff subrayó además que la
violencia machista atraviesa todas las clases sociales.
En 2006, se sancionó la Ley María da Penha, que aumentaba el
rigor de las penas por agresiones machistas en el ambiente doméstico o
familiar. El nombre de la ley homenajeó a María da Penha Maia Fernandes,
convertida en emblema de la lucha contra la violencia machista después de que
su marido intentara asesinarla en dos ocasiones; uno de esos intentos la dejó
en silla de ruedas. Él fue condenado a ocho años de cárcel, pero terminó
cumpliendo apenas dos. Fue en aquel momento que los legisladores se decidieron
a sancionar una ley histórica, pues creaba un marco jurídico para la prevención
y punición de la violencia machista. Ese marco jurídico ha avanzado con la
tipificación del feminicidio.
Los colectivos de mujeres saben, sin embargo, que la batalla
contra la violencia patriarcal debe darse en lugares variopintos y cotidianos:
por ejemplo, en los últimos meses han ganado visibilidad los diversos tipos de
abuso y acoso sexual al que las mujeres se ven sometidas en el transporte
público. Una encuesta elaborada por la ONG Action Aid en cuatro estados del
país reveló que el 44% de las mujeres afirman haber sufrido acoso sexual en el
metro o el autobús.
Colombia
El 2 de junio pasado, la Cámara de Representantes aprobó un
proyecto de ley que tipifica el delito de feminicidio y lo castiga con entre 20
y 50 años de cárcel, sin derecho a rebajas; además, se añade el agravante de
violencia de género en delitos de agresiones. La ley se llamó Rosa Elvira Cely
en homenaje a la mujer que murió en 2012 tras haber sido violada y torturada.
El proyecto prevé adoptar estrategias de prevención y sensibilización social.
Además, los diputados instaron al Ministerio de Justicia a elaborar
estadísticas unificadas sobre violencia machista.
Según las cifras del Instituto de Medicina Legal, apenas en
los dos primeros meses de 2015 murieron asesinadas 126 mujeres; la mayor parte
de ellas tenían entre 20 y 24 años. Colombia no cuenta con el dato de cuántas
de ellas fueron asesinadas a manos de sus parejas, ex parejas o familiares;
pero la cifra que aportan los estudios de la ONU a escala planetaria es del
47%. Es decir, casi la mitad de las mujeres que murieron con violencia, fueron
asesinadas por quienes supuestamente debían amarlas y cuidarlas.
México
Las pocas estadísticas existentes contabilizan en torno a
2.000 feminicidios al año en el país. El Observatorio Ciudadano Nacional sobre
Feminicidio de México documentó 3.892 casos de mujeres asesinadas entre 2012 y
2013; de ellos, sólo 613 fueron investigados como feminicidios, puesto que en
México el feminicidio no está tipificado en la esfera nacional y, en los
diferentes estados, a menudo se define con tipos penales muy difíciles de
acreditar. Por ejemplo, en el estado de México (no confundir con la República
mexicana) se tipificó el feminicidio en 2012, con penas que llegan a la prisión
vitalicia. Se considera un crimen como violencia de género cuando esté asociado
a la subordinación, discriminación o explotación; cuando la víctima tuviese una
relación sentimental o de confianza con el victimario; o cuando el agresor
hubiese ejecutado conductas sexuales crueles o degradantes.
En la práctica, no es tan fácil delimitar qué es “cruel” o
“degradante”, más si, como denuncian los colectivos feministas, la mayoría de
los jueces pertenecen a una cultura patriarcal. En el caso de México, al
contrario de otros países, existen más casos de feminicidios perpetrados por
hombres que no conocían a sus víctimas, pero no por ello deja de tratarse de
feminicidios, esto es, se escoge a la víctima por su sexo. Lo ilustra el caso
tristemente célebre de Ciudad Juárez: más de 700 mujeres han muerto en los
últimos veinte años por la violencia machista. Se trata, la mayoría de las
veces, de jóvenes entre 15 y 25 años que, antes de ser asesinadas, son
torturadas y violadas.
Uruguay
En lo que va de año se han contabilizado 20 feminicidios, en
un país de 3,2 millones de habitantes: en términos relativos, cuatro veces más
que en Chile, como apunta Mariela Mazzotti, directora del Instituto Nacional de
Mujeres (Inmujeres). El país registra una media de 68 denuncias diarias por
violencia doméstica, según datos del Ministerio del Interior. Los colectivos
feministas reclaman, entre otras cosas, que la legislación reconozca la figura
del feminicidio, y que se deje de tipificar la violencia sexual como un
“atentado violento al pudor”. La desprotección jurídica de las mujeres podría
acabar si se aprueba el proyecto de ley que está preparando el Gobierno
uruguayo, que tipificaría el delito del feminicidio.
En Uruguay como en el resto de los países latinoamericanos,
uno de los principales reclamos al Estado es la elaboración de estadísticas de
violencia machista. Las faltas de cifras oficiales dejan en el aire una
pregunta: ¿han aumentado los feminicidios o lo que se ha incrementado es su
visibilidad?
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