lunes, 30 de abril de 2018


“MUJERES EMPODERADAS: APRENDER DEL ERROR PARA SUPERARSE”

Hace una década J. K. Rowling dio un discurso de graduación en la Universidad de Harvard donde, el día que se celebraba el éxito académico de un grupo de alumnos, eligió darle un lugar a los fracasos. Sus palabras resonaron entonces, en 2015 se editó un libro con el texto en inglés y por estos días lanzan en nuestro país Vivir bien la vida (Salamandra), con el discurso en español. Para ella, el valor de su fracaso fue tan crucial que, "si hubiera tenido éxito en cualquier otra cosa, tal vez nunca hubiera encontrado la determinación para tener éxito en la única arena a la que creía realmente pertenecer". Su período más oscuro le permitió -como dice- enfocarse únicamente en lo esencial y, sobre todo, liberarse. Porque su mayor temor se había concretado (había fracasado) y ella aún estaba viva. ¿Cómo entendemos los propios errores?


Hace tres años comenzó a hacerse la versión argentina de FuckUp Nights, donde oradores de distintos ámbitos contaban en público, de modo descontracturado, sus fracasos y lo que habían aprendido a partir de ahí. Alejandra Marcote y Hernán Schuster, organizadores del evento en clave nacional, cuentan a Clarín que al comienzo fue difícil encontrar personas que quisieran develar su costado oscuro, o poco feliz, frente a un auditorio, pero que tiempo después se sorprendieron al encontrar completas cada vez más y más solicitudes para subirse al escenario.

“La felicidad personal radica en saber que la vida no es un check-list de adquisiciones o logros. Tus calificaciones, tu CV, no son tu vida, aunque conocerás a muchas personas de mi edad y aún mayores que confunden ambos.”

J. K. Rowling

Este año ambos decidieron dar por concluida la etapa FuckUp e iniciaron proyectos por separado, pero con un eje común: la resignificación del error. Marcote se enfoca en Aprender del error, una propuesta de consultoría, entrenamiento y eventos enfocados en la transformación cultural y el aprendizaje, y Schuster lanzó OOPS! ¡Otra Oportunidad Para Superarse!, un ciclo de eventos en los que las charlas sobre los errores se coronan con una historia de éxito. "Porque éxito y fracaso son dos caras de la misma moneda y el fracaso nos da una nueva chance para poder aprender, ajustar lo necesario, y hacer las cosas mejor", asegura Hernán.


Las creencias y aprendizajes adquiridos durante la infancia, coinciden ambos, parecen ser una de las principales "explicaciones" para que sintamos esta aversión al error. Marcote -contadora y especialista en cambio organizacional- dice: "El miedo es la percepción de que no contamos con los recursos suficientes ante un desafío; y sentimos que, si fracasamos, posiblemente no sabremos cómo transitar ese camino, esencialmente emocional".

A las mujeres este miedo -alimentado a nivel general por la sobrevaloración del éxito, entre otras razones- nos resuena de una forma particular, "ya desde pequeñas, no estamos amigadas con la idea de tomar riesgos. Somos educadas para ser prolijas y organizadas, estar impecables y con todo bajo control, mientras que a los hombres se les celebra que tomen riesgos", explica Alejandra, con formación en género y emprendedorismo femenino. Sumado a esto, entra en juego la autoexigencia ligada a los estereotipos sociales: "Tratamos de ser 'perfectas' y somos exigentes en lo personal y en lo laboral. Nos ponemos una gran cantidad de expectativas e, incluso, tomamos las que nuestro círculo cercano deposita en nosotras. Queremos ser excelentes profesionales, llegar al hogar y que todo funcione perfecto, además de estar a tono con los estereotipos de belleza", dice Marcote, quien, para recabar más material sobre el tema, lanzó una encuesta que busca conocer las sensaciones y motivaciones asociadas a esto.


A la hora de pensar en estrategias para afrontar mejor esta situación, Marcote destaca la importancia de tomar responsabilidad por lo que hacemos ya que, si les asignamos a los otros la culpa por lo que no salió como queríamos, difícilmente podamos usar lo que vivimos para aprender y mejorar. Es decir, no somos capaces de hacer autocrítica.

Schuster -también CEO de Spiquers- señala que "casi todos los emprendedores exitosos también se pegaron algunos palos en su carrera" y que, solo al normalizar el fracaso, podemos trabajar sobre él: "Ukemi es un concepto de las artes marciales que significa 'aprender a caer', y se utiliza para evitar lesiones. Llevado al mundo emprendedor, cuando podemos aprender a caer, aprendemos a levantarnos luego de la caída. Así, el fracaso se convierte en una oportunidad para hacer las cosas mejor, más inteligentemente, y poder llegar a triunfar. El fracaso se convierte en un paso más en el camino al éxito".

Como dice la creadora de Harry Potter, "es imposible vivir sin fallar en algo". La voluntad y la disciplina que se desarrollan a partir de las caídas son también una forma de crecer.

viernes, 27 de abril de 2018


“LA ERA DE LA MUJER ARTEMISA”

Jean Shinoda Bolen, psiquiatra, escritora y autora de Las diosas de cada mujer, estuvo en México y conversó sobre las mujeres perseverantes y luchadoras.

La semana pasada estuvo en México la reconocida psiquiatra y escritora estadounidense Jean Shinoda Bolen, quien visitó nuestro país para dar unas conferencias sobre el “poder femenino”. Analista de la teoría de Carl Jung, es creadora de un paradigma de psicología femenina que reconoce arquetipos -modelos o maneras innatas de ser y reaccionar- como una forma de desarrollar el potencial interno. Su libro Las diosas de cada mujer (1984) se convirtió en un éxito de ventas y, con el tiempo, en un clásico.


Su teoría -que desplegó a lo largo de trece trabajos- está basada en los patrones arquetípicos que personifican algunas de las principales diosas de la mitología clásica. Asegura que todos ellos están potencialmente activos en cada persona: ya sea encarnados en cada uno, proyectados en los demás o reconocidos en las películas que vemos. Desde la fría y sabia Atenea, a la creativa y amante Afrodita o la diosa del hogar y los templos Hestia, "las historias son vehículos maravillosos de imágenes, sentimientos, ambientes e interioridades porque llevan a los lectores o al público a identificarse con los personajes y a aprender de ellos. Empezamos con nuestra propia experiencia y establecemos una conexión", explica Jean, quien nos anima a imaginarnos siempre como el personaje principal.

En su último libro, Artemisa. El espíritu indómito de cada mujer, retoma a esta diosa de la caza y de la luna para retratar a las mujeres "Artemisa" de la actualidad, aquellas con objetivos propios, capaces de dirigir su energía hacia lo que les importa; perseverantes, precisas, protectoras, independientes, igualitarias, luchadoras.


Es la diosa con el arco de plata y las flechas, rasgo que representa el propósito y la determinación de estas mujeres. Por eso, es –a la vez- el arquetipo de la "activista", la mujer indomable e indomada, porque es consciente de que algo tiene que cambiar, cree que esa transformación es posible y necesaria y decide hacer aquello que se siente llamada a hacer. Dice que este arquetipo se expresó, por ejemplo, en 1848 en Seneca Falls, durante la primera convención sobre los derechos de las mujeres en Estados Unidos, que fue el principio del Movimiento Sufragista de las Mujeres; tiempo después, la "hermandad" de Artemisa se puso de manifiesto en la década de los 60 y 70, con la lucha por la igualdad de derechos.

La paquistaní Malala Yousafzai, defensora de la educación de las mujeres y niñas y ganadora del Premio Nobel de la Paz a los diecisiete años, es una de las personas que, para ella, da voz a Artemisa. Entre otras cosas, por su resistencia frente al peligro y su esfuerzo por recuperar la salud después de recibir los disparos que la convirtieron en un símbolo del valor. Artemisa es la chica que no se rinde.


Durante la conferencia que brindó el pasado jueves en un auditorio en el barrio porteño de Belgrano, Bolen relacionó este arquetipo con el movimiento Ni Una Menos, a raíz de la búsqueda de generar cambios y lograr justicia. "Artemisa representa cualidades idealizadas por el movimiento feminista: realización y competencia, independencia de los hombres y opiniones masculinas, y preocupación por las mujeres y jóvenes, escogidas como víctimas indefensas –explica Bolen-. Los intereses de Artemisa son similares a los intereses del movimiento feminista". La analista junguiana se considera a sí misma una activista, tal es así que fue la principal impulsora de la campaña a favor de que se realice una nueva conferencia internacional de la mujer, para "abordar asuntos nuevos y emergentes que afectan a mujeres y niñas desde la Conferencia de Beijing en 1995".

Estos "modelos", lejos de reproducir ideas cerradas o acotadas de la realidad, intentan describir e influir en una situación compleja: comprender los patrones internos será la base para decidir cuál de ellos cultivar y, así, superar dicotomías restrictivas del estilo madre-amante o profesional-ama de casa. Porque el poder transformador empieza en cada uno.

jueves, 26 de abril de 2018


“UN BREVE RELATO SOBRE EL MACHISMO COTIDIANO”

Una joven lanzó una idea en Twitter y las reacciones fueron desalentadoras.

"Lo lindo de esta industria es que hay contenidos para todo el mundo y, si no existe eso que buscas, lo puedes crear", decía a Crece Mujer Martina Santoro, presidenta de la Asociación de Desarrolladores de Videojuegos Argentinos (ADVA), a fines de 2017. "Nunca fue más fácil hacer videojuegos, ni tener las herramientas para hacerlos: con una computadora medio pelo y un teléfono celular puedes empezar. Ya no hay excusas".


Hace unas semanas -cuando el "que empieces buen año" todavía estaba a la orden del día- la entusiasta Mechi Valle (24) lanzó en Twitter una idea que se viralizó: crear una versión "alternativa", colaborativa y, sobre todo, en clave "argentina", del popular videojuego Pokémon. Aquello que empezó como una broma hoy reúne a setenta "colaboradores" permanentes que aportan canciones de música popular "reversionadas al estilo videojuegos, en ocho o 16 bits" (como temas de Rodrigo, el clásico de Alcides o canciones de Soda Stereo) e ilustraciones especiales de personajes como Diego Maradona, Moria Casán o hasta de Marley y su hijo Mirko. Sin embargo, su iniciativa también generó numerosas reacciones misóginas y machistas.

"Existen muchos proyectos similares, pero éste se destaca de forma muy positiva por la participación de la comunidad en la creación del juego, por la temática autóctona y porque es un muy buen caso de ejemplo para otras desarrolladoras que quieran embarcarse en proyectos similares", comentó a Clarín Agustín Pérez Fernández, desarrollador de videojuegos independientes y uno de los impulsores de la Fundación Argentina de Videojuegos (FUNDAV).



Valle estudia comunicación en Paraná (Entre Ríos), su ciudad natal. No tenía experiencia en programación, pero cuando surgió la idea buscó de qué manera podía darle forma, se descargó un programa sencillo y puso manos a la obra. Como no era un proyecto para una sola persona, pidió ayuda en la red. Se encontró con que, de las setenta personas que hasta el momento están colaborando, "solo hay una chica, Euge, que hizo -entre otras cosas- los diseños de Susana Giménez, Alejandro Fantino, los hermanos Caniggia o Tangalanga. El porcentaje por género está fulero", reconoce.

Este pedido de ayuda on line generó, además, una catarata de comentarios despectivos en un conocido foro sobre esta temática: "Me menospreciaban por ser mujer; no solo por ser desarrolladora, sino por el solo hecho de ser mujer. Existe este 'impuesto' que pagamos las mujeres en los ámbitos que están dominados por varones, como los videojuegos. La mayoría de los comentarios pedían fotos mías, con un interés puramente sexual o estético. Y había otros que decían que cómo yo iba a saber desarrollar si soy mujer. Pero por suerte salió mucha gente a defender el proyecto", cuenta.


Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), dijo a Crece Mujer: "Esto revela -una vez más- cómo en nuestra sociedad todavía hay una desvalorización sobre lo que podemos hacer las mujeres, y lo que vale nuestro trabajo. Hay que llamar a esto por su nombre: es una forma de violencia que resulta tan perversa como las formas más agresivas, porque permite que se sigan perpetuando normas que en algún momento justifican que haya violencia más agresiva y que se va sustentando en estas cosas 'no tan graves'".

A raíz de los comentarios recibidos, desde ADVA publicaron un comunicado en apoyo a Valle repudiando el maltrato y el acoso recibido: "Mechi está haciendo. Está aprendiendo. Y no queremos que se detenga. Queremos construir una industria donde ella y todas las demás mujeres se sientan libres de hacer y aprender lo que quiera, como quiera. No le demos lugar a la misoginia en nuestra industria. Mechi tiene nuestro apoyo para crecer y esperamos que también tenga el de todos ustedes".


Es que, aunque la mitad de los consumidores de videojuegos son mujeres y, aunque de a poco hay una mayor diversidad de personajes que reflejan historias de vida diferentes y variadas, al nivel de la "cocina" aún son muy pocas y se convierte en un ambiente hostil que, sumado a este tipo de comentarios y actitudes, no hace otra cosa que expulsar a aquellas que empiezan a animarse.

miércoles, 25 de abril de 2018


“HACER HISTORIA CON VOCES DE MUJERES”

La escritora e historiadora Gabriela Margall -junto a la periodista Gilda Manso- trabajaron en una colección de tres libros que busca "restituir a las mujeres su papel protagónico".


"Si entendemos la Historia como la historia de las batallas, de los 'grandes hombres' y la política, y las mujeres no tenían lugar en el ejército ni podían participar en política, tenemos un problema, porque así ellas nunca son protagonistas, y no conocemos la historia de la mitad de la sociedad", dice a Clarín la escritora e historiadora Gabriela Margall. Junto a la periodista Gilda Manso, durante los últimos dos años trabajó en La historia argentina contada por mujeres (Ediciones B), una colección de tres volúmenes que busca "restituir a las mujeres su papel protagónico en la historia". El primero de ellos, De la conquista a la anarquía (1536-1820), se lanza en marzo.

Gabriela se dedica a escribir novelas histórico-románticas desde 2006; allí combina la investigación sobre la vida cotidiana de las mujeres con personajes de ficción. Varios de sus trabajos están ambientados en la realidad argentina de la primera mitad del siglo XIX, por ejemplo, con Mariquita Sánchez de Thompson como protagonista principal. También se animó a "ponerle el cuerpo" a una historia contemporánea donde narra sus experiencias y su interés por la obra de la escritora inglesa Jane Austen, y su última novela se centró en la relación de la escritora inglesa Agatha Christie con el arqueólogo Max Mallowan.


En nuestro país, la novela romántica está íntimamente ligada a la narración histórica; así fue como, entre el polvo de las bibliotecas y archivos documentales que frecuentaba para construir sus relatos, se dio cuenta que en esos papeles amarillentos había otra historia que esperaba ser contada. Otra Historia, con mayúsculas.

"Quisimos recuperar el protagonismo que tuvieron las mujeres, porque si abro la mirada y cambio el foco, puedo contar cómo era la vida cotidiana, e incluso ver que ellas estaban participando en la prensa o en las cuestiones políticas", explica y detalla que, si bien desde 1983 en Argentina existe una serie de corrientes historiográficas que empiezan a estudiar las clases oprimidas, la cuestión social y la historia de las mujeres, "ese material no estaba traducido a divulgación", y en eso es lo que se enfocan con esta trilogía.

Las escritoras buscan contar no necesariamente una historia de las mujeres -"porque ya hay", reconoce Margall-, sino una historia construida por las mujeres. Que sean sus propias voces las que narren los hechos. Que sean ellas las que aportaran sus visiones sobre la realidad del momento. Así, en cada capítulo toman dos o más cartas o documentos históricos firmados por ellas.


El relato comienza con la conquista y el dominio de América con las cartas de dos conquistadoras españolas, pero -claro- se pierde la voz de las nativas americanas, que no tenían dominio de la escritura: "Sabemos que ellas fueron parte de pueblos asesinados si no aceptaban someterse o bien castigados en su sometimiento, pero lo sabemos desde los relatos de los conquistadores".

De la misma manera, la mayoría de las mujeres del momento eran analfabetas, o no tenían acceso a la vida pública. Su lugar, dicen las autoras, era principalmente el hogar. Fue en tiempos de revolución cuando éste cobra un nuevo sentido, y se convierte en lugar de reunión. "El salón familiar, donde antes se recibía a los parientes, se convirtió en el lugar de recepción de los partidarios políticos, los aliados, los futuros compañeros de luchas".


Uno de los documentos más significativos para Margall son las cartas que Guadalupe Cuenca le envió a su marido Mariano Moreno; aunque los mensajes nunca llegaron a destino, "muestran a una mujer completamente integrada a lo que pasa a su alrededor, y es completamente diferente de entenderla como una mujer que borda en su casa mientras espera a su esposo".

También recabaron documentos que registran denuncias de violencias de género, como abusos, golpizas y violaciones que, si bien desafían la idea que supone que la violencia era parte de la sociedad de la época y algo "no cuestionado", las resoluciones judiciales sí dan cuenta de una justicia patriarcal, con sanciones menores para los violentos.

Este rescate histórico de mujeres corajudas combina bien con las de este tiempo, en el que las vemos agitar pañuelos verdes para construir una agenda política con mirada de género.

martes, 24 de abril de 2018


“MUJERES EN CINE: ¿POR CASA CÓMO ANDAMOS?”

La aun escasa presencia de mujeres profesionales en rubros de peso en los premios Oscar -los principales galardones del cine- nos lleva a hacernos la pregunta en clave local: ¿cuál es la participación de las mujeres en las producciones nacionales?

Pasaron los premios Oscar, y no ganaron ni la quinta mujer en ser nominada como mejor directora en la historia de los galardones -Greta Gerwig- ni la primera nominada como directora de fotografía en 90 años -Rachel Morrison-. La aun escasa presencia de mujeres profesionales en rubros de peso nos lleva a hacernos la pregunta en clave local: ¿cómo andamos por casa en cuanto a la participación de las mujeres en el cine argentino?


En un relevamiento informal pero preciso que hicieron desde el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), se revisaron las 1.627 películas que se hicieron en Argentina con apoyo de esta entidad durante la última década (2007-2017): solamente 284 de ellas fueron dirigidas por mujeres, lo que representa un 17,5%.

Si se mira este número año a año, la evolución histórica marca un avance, aunque aún está notablemente alejado de la paridad. El pico histórico se dio el año pasado, cuando ellas dirigieron 54 películas sobre un total de 220 (24,5%). Fernando Juan Lima, vicepresidente del INCAA, dijo a Crece Mujer que “hay un crecimiento consistente y constante; en una comparación internacional, Argentina es el país iberoamericano que está más avanzado en cuanto a representación, aunque sigue siendo poco”.


Hay más mujeres haciendo documentales, y no necesariamente porque les interese más que la ficción. Hay detrás una cuestión de presupuesto: para hacer ese tipo de filmes se necesita menos plata. La directora, guionista y miembro de la asociación La Mujer y El Cine –fundada por María Luisa Bemberg y un grupo de mujeres-, María Victoria Meni, aseguró que “no suele ser lo más común que las mujeres manejen presupuestos altos; los productores no se los dan porque aún existe el miedo a las maternidades (hay mucho prejuicio si la directora está en la edad de tener hijos) y al rumor de que no saben manejar el dinero”.

El informe del INCAA relevó la cantidad de directoras cruzando los datos de fiscalización de la entidad. Lo que no es tan sencillo de medir es cómo están formados los equipos técnicos: ¿cuántas sonidistas, productoras, iluminadoras fueron contratadas para hacer películas en nuestro país? Sabrina Farji, directora de cine, productora y guionista e integrante de dicha asociación –que en septiembre celebrará sus 30 años con una semana de festejos-, estimó que “las mujeres representan entre el 50 y 55% de las estudiantes y egresadas en carreras audiovisuales, pero en la masa laboral -con suerte- representamos el 35% del total. ¿Qué pasa con el resto?”


Mientras en los últimos tres años (2015-2017) las mujeres representaron el 60% del ingreso a la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC), según una encuesta realizada por el Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina (SICA) en 2016, el 34% de los puestos técnicos de la industria fueron cubiertos por personal femenino.

¿En qué roles trabajan las mujeres? Maquillaje, vestuario o asistente de producción solían ser los rubros donde se encontraban más mujeres, alejándolas de aquellos con mayor manejo de dinero –como producción- o de “fierros” –como iluminación o fotografía-: “Eran tareas imaginadas para hombres; ahora las cámaras son más livianas, pero tampoco somos débiles, sino que podemos llevar y cargar –dice Farji-. Es necesario un cambio de mentalidad para que las mujeres no se caigan del mapa laboral”.


Dado que son trabajos freelance, que empiezan y terminar con una película, es difícil aplicar sistemas de cupos porque no son empresas que tienen un plantel estable. Integrantes de distintas asociaciones proponen un sistema de cupos de género rotativos en los comités de evaluación de las películas en festivales (que hoy son mayoría masculina y trasladan ese sesgo -a la vez- a las películas elegidas). Lima contó que se están evaluando medidas de “discriminación positiva” para aquellas películas cuya producción presente diversidad de género, por ejemplo, otorgando más puntaje a la hora de repartir los subsidios a aquellos proyectos que presenten un equipo paritario.

lunes, 23 de abril de 2018


“MUJERES EMPODERADAS: CONVERSACIONES ACTUALES SOBRE LA IMAGEN CORPORAL”

Discursos que desacralizan la idea del cuerpo perfecto o el peso ideal.

“Mi autoestima no depende de cuánto peso”, escribió la actriz y cantante Jimena Barón en una extensa carta en su cuenta de Instagram hace unos días, después de que se mostraran fotos del “antes y después” de su cuerpo, haciendo hincapié en su transformación física. Afortunadamente, su mensaje engrosa el de un conjunto cada vez más amplio de personas públicas que, al menos desde lo discursivo, empiezan a desacralizar la idea del cuerpo perfecto o el peso ideal.


Desde hace años sabemos que el maquillaje hace magia para ocultar imperfecciones en premiaciones o eventos y que las publicidades usan (abusan) de los retoques fotográficos, pero hasta hace un tiempo eso aun generaba una atracción particular: hace menos de una década, por ejemplo, los artículos sobre los “errores” del Photoshop que hacían evidentes las groseras modificaciones de las fotografías en avisos o tapas de revistas generaban especial furor, era como descubrir el detrás de escena o la verdad oculta detrás de esas piernas finitas y cutis impolutos. Hoy estas modificaciones no solo siguen existiendo, sino que han perfeccionado sus técnicas para que se note aún menos que esas alteraciones fueron hechas; por eso, quizás, ya no sorprende tanto cuando sale a la luz la evidencia de algún retoque; lo peligroso es que esa naturalización nos haga pasar por alto que esa imagen “perfecta” es solo una ilusión.

La modelo estadounidense Gigi Hadid, de 22 años, habló recientemente de los cambios de su propio cuerpo y se refirió a este tema: “Es importante que los jóvenes no se comparen con lo que ven en Internet. Nuestro trabajo como actores o modelos es estar en forma (…) y, aun así, el 99,9% de las imágenes están photoshopeadas”. Pero, ¿ese mensaje llega a las chicas o chicos jóvenes que ven esas fotos? Más allá del aviso “legal” que avisa del retoque, los mensajes siguen siendo –al menos- contradictorios, si recordamos el anuncio televisivo de una marca de productos antiacné que hace un par de meses les decía a los adolescentes que, como empezaban las clases e iban a volver a ver a sus amigos, “lo último” que iban a querer era arrancar con granitos. ¿Cómo deberían sentirse aquellos que no podían, o no querían, eliminar u ocultar su acné?


A comienzos de año, la modelo Kendall Jenner -hermanastra de Kim Kardashian- fue a los Golden Globes dejando ver sus marcas de acné, y las reacciones no se hicieron esperar. Ella ya había hablado de su afección cutánea en varias entrevistas, pero el hecho de que haya asistido al evento sin disimular esas marcas, hace que a sus palabras resuenen un poco más y aporten algo a cierto mensaje de amor propio. Su decisión va en línea con el movimiento llamado “skin positivity” (derivado del “body positivity”), que apunta no solo a aceptar las imperfecciones, sino a celebrarlas. La cantante Alicia Keys fue una de las primeras en lucir su cara “lavada” en público, pero el efecto “no makeup” parece expandirse como un sinónimo de liberación y honestidad frente a uno mismo y frente a los otros. Este fue el principal argumento de la cantante Christina Aguilera cuando salió en la portada de la revista Paper luciendo sus pecas por primera vez y libre de maquillaje.


En La guía de las chicas (Paidós, 2018), la gimnasta y experta en hula-hula Marawa Ibrahim se pasea por los cambios hormonales, vergüenzas y dudas frecuentes de la preadolescencia con divertida naturalidad y respuestas concretas para “aprender a amar tu cuerpo”. Mostrarnos como somos es, probablemente, la mejor estrategia contra el “body shaming” (en español, vergüenza corporal), el término que le pone nombre al odio y las críticas en redes sociales a raíz de cómo luce una persona. Así como en el mundo, en Argentina existen diferentes formas de hacerle frente a esta problemática. El movimiento de activismo gordo por primera vez fue el tema de un taller en el pasado Encuentro Nacional de Mujeres, en Chaco. Como explicó Laura Contrera, una de sus referentes en nuestro país, éste “desafía al pensamiento hegemónico que considera a la gordura como algo digno de ser erradicado, que siempre es patológico y que habla de una persona sin voluntad que es desagradable para la sociedad”. Desde otra perspectiva, desde AnyBody Argentina luchan contra “la epidemia del odio corporal” y, por ejemplo, llevaron maniquíes a la última edición de Lollapalooza 2018 para hacer evidente la diversidad de cuerpos y, por ende, la necesidad de una ley de talles nacional e inclusiva.


Existen nuevos modelos, nuevas conversaciones, que inspiran a las personas a sentirse mejor consigo mismas y con lo que les devuelve el espejo. Porque, como escribió Barón, “la felicidad, la libertad, el amor propio, la sexualidad, la confianza, el respeto y la integridad no se pesan en la balanza y nada tienen que ver con la imagen”.

viernes, 20 de abril de 2018


“PASIÓN, TRANSGRESIÓN Y TRABAJO, CLAVES DE TRES DIRECTORAS DE MÚSICA Y DANZA”

Silvia Zerbini, María Isabel Sanz y Margarita Fernández son las mujeres que hoy están al frente de tres de los nueve elencos de la Dirección Nacional de Organismos Estables del Ministerio de Cultura de la Nación.

Conversar con ellas transporta por un rato a una sala de ensayo, de esas que tienen pisos de madera y algunos espejos para reflejar los movimientos que dibujan los bailarines, o a un escenario con gradas, donde su ubican las voces de niños cantantes. La profesora de danzas folclóricas argentinas Silvia Zerbini, la licenciada en artes musicales María Isabel Sanz y la maestra y coreógrafa egresada del Teatro Colón Margarita Fernández son las mujeres que hoy están al frente de tres de los nueve elencos de música y danza de la Dirección Nacional de Organismos Estables del Ministerio de Cultura de la Nación. Tenacidad, pasión y constancia son palabras que rodean su actividad cuando se les piden definiciones.


Durante 34 años María Isabel estuvo cerca del Coro Nacional de Niños: desde los 8 hasta los 16 años como coreuta, desde 1992 como maestra preparadora y pianista acompañante y, a partir de 2010, como directora artística. "Lo que más me gusta es ver el proceso del niño, esa felicidad que le provoca descubrir que puede cantar. Ver cómo se va transformando su voz, su capacidad musical y su sensibilidad, que va in crescendo", cuenta a Clarín. Además, reconoce que su disfrute se ensancha puertas adentro, en la intimidad de los ensayos, lejos de los reflectores de los shows. "Es el momento donde uno trabaja sobre la excelencia y le saca el mayor jugo al aprendizaje: se puede repetir lo que salió mal y pulir hasta que salga mejor, pero en el concierto tiene que salir lo mejor que se pueda".

Sanz empezó a dirigir el coro tras el retiro de Vilma Gorini, su fundadora y directora por 42 años. Estar "a la altura" de las circunstancias fue uno de los mayores desafíos de su carrera: "Quería mantener o superar el nivel del coro, que era muy alto. Trabajar bien y estar tranquila con mi propia consciencia fue la clave".


A Silvia los desafíos se le fueron mezclando con la vida y la transgresión se convirtió en su sello, aunque sin buscarlo conscientemente. Dejar la universidad para dedicarse a bailar fue la primera decisión en la que volanteó el rumbo. ¿Las siguientes? "Decidir qué bailar (he llegado a recibir agresiones del público porque bailábamos cosas con música folclórica que nadie entendía) e ir a enseñar a lugares a los que nadie quería ir: al medio del campo a lomo de mula o a los desiertos de Catamarca", recuerda, divertida, mientras asegura que esas arriesgadas apuestas no le impidieron abrir el Festival de Jesús María o integrar el ballet oficial de Cosquín durante 20 años. "No soy una hoja al viento que me dejo llevar, pero siento las cosas en el camino. Tal vez suene esotérico, pero es mi visión, mi intelecto en el cuerpo", dice esta madre de cuatro y abuela de diez que considera que "incorporar a los hijos" al mundo artístico fue uno de sus grandes logros: "¿Viste que siempre dicen 'o bailas o tienes familia'? Yo anduve con los cuatro chicos a cuestas por todos lados, por eso celebro que los bailarines también lo hagan".

Durante su infancia en Villa Carlos Paz, Zerbini se envolvía con unos manteles y cantaba tango mientras bailaba flamenco. Eso es lo que hizo en su vida artística adulta: mezclar lenguajes. "No puedo decir que fue una decisión; aunque parezca loco, me fue acomodando la vida. Creo que pasa por dormir tranquila y sentir que lo que hago es lo que siento que tengo que hacer, y no lo que manda la mayoría", dice la directora del Ballet Folklórico Nacional, cargo por el que dejó sus treinta años en Chilecito y se vino a vivir a Buenos Aires hace cinco meses.


Apasionada por la danza en todas sus formas ("la popular o la estilizada"), Margarita encontró en el movimiento su canal de expresión. "Ahí se provoca la magia", se entusiasma la actual directora de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea. "Se trata de entender lo efímero y que la gente pueda sentir que algo de eso queda (aunque haya videos, el alma no está ahí)".

Esta maestra de bailarines cree que su destino empezó a escribirse desde el día de su nacimiento, cuando su abuela gallega y casi analfabeta se puso a bailar la jota para expresar su regocijo. "Me da orgullo: ella no me podía escribir una tarjeta, pero podía bailar. La danza es un trabajo que lleva mucha paciencia, se trata de sacar lo tuyo de adentro para los demás".

"Me interesa que se den cuenta que trabajando seria y honestamente se logran objetivos más elevados. El éxito es fruto del trabajo que uno hizo todos los días", lanza Sanz. Las tres coinciden en la fuerza de la disciplina y la constancia. "No se puede ser un bailarín en tres días. Si quieres ser profesional, tienes que trabajar, estudiar, nutrirte y tener siempre ojos de niño", resume Fernández.

jueves, 19 de abril de 2018


“EMPRENDEDORES CON HIJOS: ¿POR QUÉ ES MÁS DIFÍCIL PARA LAS MADRES?

Conversamos con Fabiana Jafif, creadora de De Madre a Madre, quien prepara para la cuarta edición del evento Mujer, Madre y Emprendedora.

Fabiana Jalif (32) es relacionista pública, consultora independiente digital, mentora y creadora del blog De Madre a Madre, que fundó tras convertirse en mamá de Olivia y Nina. Trabajó para grandes empresas en el rubro digital y, luego de su vuelta de la maternidad, decidió renunciar para dedicarse a emprender su proyecto, De Madre a Madre, un blog desde donde busca incentivar a las mujeres a hacer realidad sus ideas.


Al poco tiempo, organizó los primeros encuentros Mujer, Madre y Emprendedora y los Ciclos De Madre a Madre, que surgieron a partir de la propia experiencia de Fabiana y la necesidad de generar un espacio para madres emprendedoras.

"Amo los desafíos. La maternidad me trajo nuevas motivaciones y herramientas para crear y avanzar. Tanto en el blog como en los diferentes encuentros que promuevo, busco colaborar con otras mamás para que se sientan acompañadas, se animen y quieran emprende motivándolas para que realicen sus sueños", dice Fabiana Jafif, organizadora del evento. Lo creó hace tres años, a los pocos meses de haber creado su blog De Madre a Madre. "La idea es que en este evento pueda reunirse con pares, intercambiar experiencias, inspirarse, capacitarse y tejer redes", explica. El objetivo de esta cuarta edición es generar un espacio de mentoreo, capacitación profesional y personal para que las madres puedan tomar la iniciativa o continuar sus proyectos.


Fabiana dice que no encontró "un lugar de encuentro especialmente pensado para mamás con el fin de charlar de como seguimos en la vida profesional luego de ser mamás. Les hablo a las madres porque, si comenzar un emprendimiento es difícil para cualquiera, nosotras lidiamos con el tema de la culpa que, sin dudas, entorpece nuestro camino emprendedor". Y agrega: "Noté que a muchas les pasaba lo mismo que a mí, y no tenían ciertas herramientas que yo había aprendido al haber trabajado siempre en comunicación y marketing digital y se me ocurrió que sería bueno compartirlas e intercambiar experiencias".

- ¿Es más difícil emprender para las mujeres? ¿Y para las madres?

- Sí, por eso armé estos espacios. Es muy difícil emprender para las mujeres en general, pero cuando hablamos de emprendedorismo materno, ganamos en dificultad porque cargamos "pesos" que nos hace muy difícil dar los pasos necesarios para emprender. La sociedad, las opiniones del otro, convertirse en 'mala madre', sentir culpas, sentir que no lo vamos a lograr y, en muchos casos, que no lo merecemos. Todo eso hace muchísimo más difícil el camino de querer emprender o comenzar algo propio. A todo esto, hay que sumar las dificultades básicas de cualquier emprendedor, como lo es animarse, capital, conocimientos, competencia, etc.


- ¿Detectas características específicas de las emprendedoras tras convertirse en madres?

- Las madres somos grandes emprendedoras y lo que muchas no valorizan son las herramientas que tenemos al convertirnos en madres. La motivación, el multitasking, la creatividad. Todo eso lo implementamos diariamente con nuestros hijos; la clave es empezar a utilizarlo en nuestros proyectos y con nosotras mismas... sobre todo, la motivación.

- ¿Cuáles son los rubros o emprendimientos más frecuentes?

El emprendedorismo materno es un abanico de rubros. En mi experiencia lo que más veo es productos de decoración, pastelería, amigurumis y textil. En la mayoría de los casos lo crearon para abastecer una necesidad propia con sus hijos. La torta de cumple de tu hijo que se convirtió en un emprendimiento.


- ¿Hay espacios de este tipo para los hombres emprendedores? ¿Por qué crees que en los varones los "conflictos" en relación a combinar sus diferentes roles (padre y trabajador) no es un tema a tratar?

- Hay espacios mixtos. Nunca escuché de algo tan vox populi de "solo hombres" para charlar de la dificultad de emprender y ser papá. Creo que todavía nosotras estamos en una etapa que sentimos que tenemos que "pedir permiso" para hacernos el lugar de participar de estos eventos. Esto sucede porque, si bien hay avances, aún se habla de "ayuda" cuando el padre cambia el pañal, y no de responsabilidad. Todavía vivimos en una sociedad donde si eres madre y quieres hacer algo, hay que ver si se puede. No terminamos de delegar del todo, y eso hace que sigamos tomando ciertas actividades como solo nuestra desplazando y dando por sentado que a ellos no les corresponde. Eso hace que, a partir de ser padres, sigan con su vida laboral con "normalidad" (en la mayoría de los casos) y nosotras de alguna manera empezamos a cambiar nuestra rutina para adaptarla a la de nuestros hijos.

miércoles, 18 de abril de 2018


“DEL TRABAJO GLAMOROSO AL “NICE GIRL”: SESGOS DE GÉNERO EN LA OFICINA”

Influyen más de lo que imaginamos en nuestra percepción y, claro, en nuestras decisiones.


Para no perder de vista lo crucial del asunto a la hora de pensar el plan de carrera, Gabriela Terminielli –vicepresidenta del capítulo nacional de Voces Vitales y co chair de Women Corporate Directors Argentina- asegura que "las mujeres tenemos que ocupar espacios donde todavía no estamos y, además, cambiar la conversación, es decir, no hablar exclusivamente de conciliación vida laboral-personal, sino hablar de negocios cuando es el momento de hablar de negocios". Además, asegura la integrante del Consejo Consultivo de CIPPEC, "hay que ocupar espacios en las entidades, cámaras y asociaciones y salir un poco del box porque la carrera corporativa se construye, en gran parte, fuera de las paredes de la oficina". Que ellas sean expertas en recursos humanos y ellos, en finanzas o logística responde –sabemos- a meras cuestiones culturales, a prejuicios y estereotipos con los que crecimos y a través de los cuales no solo interpretamos la realidad, sino que asignamos determinados comportamientos “esperables” a las personas que nos rodean. El problema es que olvidamos que estos sesgos influyen en nuestra percepción y, claro, en nuestras decisiones.


“Hay muchos programas de liderazgo femenino que transmiten la idea de que si tú haces todo tal cual lo hizo un mentor o que un hombre, te va a ir bárbaro, pero en realidad no es así. La evaluación de las conductas y los comportamientos, así como del mérito, son desiguales si se trata de una mujer o de un hombre: el género interviene en la percepción del mérito y del trabajo”, asegura a Clarín Cintia González Oviedo, psicóloga y directora de Bridge The Gap, una consultora enfocada en género, liderazgo y comunicación responsable para organizaciones.

Entre los sesgos de género que las alejan de la toma de decisiones y pueden verse a diario en las oficinas, pueden señalarse algunas actitudes específicas. El show-off –esa actitud expansiva, canchera o graciosa durante una presentación o en una situación de mayor visibilidad- está validado socialmente cuando el protagonista es un varón. Esos “trabajos glamorosos”, con alta exposición e impacto, suelen ser acaparados por hombres. “Es estar en el ‘spotlight’; las mujeres pueden llegar a estar en los mismos lugares, pero no ocupan los roles principales”, detalla la psicóloga.


Ellas, por el contrario, suelen hacer la mayoría de las “tareas domésticas”, como llamar al delivery, preparar el café en una reunión o comprar el regalo de cumpleaños de un compañero. Son las que ocurren fuera del foco de atención y, no solo se las piden más, sino que están más presionadas a ofrecerse como voluntarias ya que, si no, les puede jugar en contra en su reputación. Pero por estas labores no recibirán felicitaciones ni obtendrán ningún ascenso...

Además de ser eficiente, a la mujer se le exige ser una “nice girl”, una buena chica que consiente y no confronta, que es agradable a la vista y en sus modales. “Es un rasgo que no se les pide a los hombres; de hecho, el mismo comportamiento que en ellos se ve como asertivo y no vacilante, en ellas se toma como un signo de inseguridad y agresividad”, explica González Oviedo.

Estas disparidades existen en todas las industrias y, a tal punto influyen, que se empiezan a tomar medidas para evitarlas: por ejemplo, para no repetir estos sesgos, la institución que hace los Premios Grammy -The Recording Academy- anunció hace unos días que Tina Tchen, exjefa de gabinete de la Primera Dama Michelle Obama y cofundadora de Time's Up, liderará un equipo de trabajo para evitar estos prejuicios de género en la industria, después de la 60° edición de 2018 que prácticamente ignoró a las artistas femeninas.


¿Cómo cambiar esto? Las investigadoras Joan C. Williams y Marina Multhaup proponen una respuesta en un artículo reciente en Harvard Business Review. Para ellas, “las técnicas más comunes, como entrenamientos de sensibilización de una sola vez, no funcionaron” y la clave es darle la oportunidad de llevar adelante las tareas glamorosas a quienes no se las darían en una primera instancia, así como asignar las actividades domésticas en forma rigurosamente equitativa a todos los integrantes del equipo.

Brindan, así, una lista para visibilizar algunas de las tareas domésticas habituales:

Tomar notas en reuniones;

Reservar la sala de conferencias;

Procurar que todos los convocados estén conectados a la conferencia (telefónica o web);

Planificar reuniones o celebraciones;

Manejar clientes de menor valor o jerarquía;

Encargarse del trabajo rutinario (en comparación del que es central para la estrategia de negocios de la empresa);

Hacer el seguimiento de la lista de tareas.

Entonces, corramos los prejuicios a un lado: ni ellas son “más organizadas” ni ellos son “torpes”. Cambiemos la conversación.

martes, 17 de abril de 2018


“LA ARGENTINA QUE INVESTIGA UN HISTÓRICO NAUFRAGIO DEL SIGLO XVIII”

Dolores Elkin lidera el equipo que explora los restos de la fragata española Purísima Concepción, que encalló en Tierra del Fuego en 1765.

Recién llegada del "lugar más remoto que puedes imaginar", península Mitre, en el sureste de la isla Grande de Tierra del Fuego, Dolores Elkin ya se prepara para emprender otra expedición. A mediados de la década del 90, se convirtió en la primera arqueóloga submarina del país y hoy lidera el equipo que busca recuperar la historia de la fragata española Purísima Concepción, que encalló en las costas de esa provincia en 1765.


Llegaron al lugar tras cabalgar tres días; la lancha que les llevaba la comida a la decena de exploradores llegó dos días tarde. En viajes anteriores las fuertes ráfagas de viento helado les rompieron las carpas que los cobijan entre dos y tres semanas. Y, como son aguas muy peligrosas ("por algo hay tantos naufragios"), no es fácil encontrar a alguien que les haga el apoyo náutico porque casi nadie quiere arriesgarse. "Hay muchas variables a tener en cuenta, y muchas veces no luce cuando uno escribe un artículo", comenta a Clarín una de las únicas dos mujeres arqueólogas que hoy tienen la habilitación de buzo profesional científico otorgada por la Prefectura Naval Argentina.

Después de recibirse en 1987, Dolores trabajó en arqueología prehistórica andina en la árida Antofagasta de la Sierra, Catamarca, investigación por la que obtuvo una beca de CONICET e hizo un doctorado. Pero su interés por el patrimonio cultural escondido en las costas marítimas nacionales empezó en 1993, cuando se enteró, casi por casualidad, que había un barco hundido en Santa Cruz: era la corbeta inglesa Swift, que naufragó en 1770 y hasta el momento no había ningún arqueólogo en Argentina que lo investigara. "Pensé que estaría bueno aprender a bucear y que alguien empezara; si no había nadie que se ocupara de lo que estaba bajo el agua, después no podíamos quejarnos de que no estaba bien investigado o que estaba siendo depredado".


Al año siguiente empezó la capacitación: "Ingenuamente, pensé que con un curso de buceo ya estaba, pero me faltaba el entrenamiento para bucear en la Patagonia, que no es lo mismo que hacerlo en Brasil o el Caribe, ya que nuestras aguas son muy frías, tienen mucha corriente y muy poca visibilidad, y tampoco hay una logística que te ayuda". En poco tiempo, tuvo un hijo, defendió su tesis de doctorado y creó el Área de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (Ministerio de Cultura de la Nación), que aún hoy dirige. Forma parte de un consejo internacional que asesora a la Unesco en temas de patrimonio cultural subacuático y desde hace dos años integra la Comisión Nacional de Monumentos Históricos.

Esta especialista que participó del estudio de más de ocho naufragios, cuenta que el trabajo de campo se suele concentrar en los meses de verano, por la cuestión climática. En las inmersiones -que duran alrededor de 45 minutos y que repiten dos veces por día en las expediciones- hacen un reconocimiento del sitio arqueológico para, luego, sacar fotos, filmar, hacer un croquis (dibujo con lápiz de grafito y un "papel" de plástico) o, incluso, excavar con pincel o extraer algunos artefactos pequeños, como pueden ser platos, copas, balas o algún armamento menor.


A pesar de haber sido pionera y contar con tanta experiencia en su haber, asegura que a veces se pregunta si este mundo acuático es para ella: "No la arqueología, que me gusta desde chiquita, sino el agua. No vengo de familia náutica y el mar me gustaba como a cualquier persona promedio. Me fascina el mar, pero me gustaría tener más facilidad; a veces me siento un poco torpe en el agua con el traje seco que es más voluminoso y engorroso". Hoy investiga, además, un cargamento de loza y vidrio del siglo XIX que "tiene que haber sido transportado en barco, pero aún no lo encontramos", y también tiene proyectos en península de Valdés, Chubut, y en la provincia de Buenos Aires. Y confirma que el mar resguarda el camino que eligió para su vida.