“ASÍ TRIUNFARON 7
APASIONADAS QUE HOY TRABAJAN SIN JEFES”
Las mujeres ganadoras del premio INICIA comparten sus
desafíos y oportunidades.
"Un cuento de origen sufí llamado La vaquita fue el que
me terminó de 'empujar' a tomar la decisión que, para mí, contiene cuatro
claves: primero, soñar en grande y más allá de lo que la lógica nos dicta;
segundo, determinarse siempre a salirse de la 'zona de confort' porque nos hace
mediocres y no deja brillar nuestro máximo potencial; tercero, hasta que uno no
decide dar el 'salto' y toma la decisión de renunciar a su trabajo 'seguro',
está imposibilitado de ver lo que le espera; y cuarto, comprender la
importancia de tener un guía espiritual, aunque al principio creamos que no lo
necesitamos, la vida se encarga de demostrarte lo contrario", asegura
Marina Alba Rizzo, fundadora de El Caballito de Palermo -dedicado a la
enseñanza del juego de ajedrez- y una de los diez finalistas que tuvo el premio
INICIA a lo largo de su historia y una de las siete que fueron mujeres, con
quienes conversamos.
Dejar un trabajo en relación de dependencia y ser su propio
jefe es una situación con la que muchos sueñan. Pero lograr un cambio requiere
no solo de una decisión, sino de una buena idea, mucha energía para que se
convierta en un proyecto "real" y muchas, pero muchas ganas, esfuerzo
y trabajo para hacerlo crecer.
La historia de Natalia Romero empezó hace doce años, cuando
trabajaba en un laboratorio de control de calidad de lana como técnica
especializada en ensayos físicos y químicos de fibras naturales. Un día la
invitaron desde el INTI para hacer una especialización en fieltro -un textil no
tejido, en forma de lámina- y descubrió su magia. Empezó a clasificar los
descartes que se generaban en su trabajo y a planificar qué podía hacer con
eso. "Experimenté un año con el material, entre investigaciones, pruebas y
errores. Desarrollé productos, y diseñé y creé procesos de producción que me
permitieran llevar un proceso artesanal a una escala semiindustrial, para algún
día llegar a industrializar. Después de varios comentarios desalentadores, con
esfuerzo, dedicación y constancia, avancé sin escuchar los miedos al fracaso
que tienen los demás", narra. Así fue como en 2014 creó Puro Fieltro para
producir este versátil y noble textil.
Tener la posibilidad de manejar sus propios horarios fue el
principal incentivo de Verónica Reguera, quien dejó su trabajo en relación de
dependencia para aventurarse al mundo emprendedor al crear AINÉ Juguetes. Hoy,
dieciocho años después y "a pesar de la montaña rusa que significa
emprender en Argentina, me sigo alegrando de haber tomado esta decisión. Nunca
pensé que este sería mi futuro, y me hace feliz ver que mis hijas se piensan a
sí mismas con muchísimas más opciones de las que yo imaginé alguna vez. Creo
que la clave es siempre intentarlo de nuevo, reinventarse, y nunca jamás dejar
de crear y aprender".
La diseñadora industrial Ana Inés Siro se quedó sin trabajo
justo cuando estaba empezando a armar Volá, una línea de juguetes para niños
con discapacidad. Ante el imprevisto, decidió enfocarse full time a su
emprendimiento. Después de tres años, ganó el premio INICIA, se capacitó y, con
ese empujón, creó Juguetes Universales, una juguetería especializada en
productos para niños con discapacidad.
Claves emprendedoras
con sello de experiencia
Hace unos años, Lorena Núñez fundó Totebag, un emprendimiento
que producía bolsas reutilizables con diseño, junto a su prima. Con el tiempo,
se asoció con Rocío González y establecieron la fábrica Daravi, donde hacen
productos a partir de descartes. Evaluar los pros y los contras y hacer una
lista de lo que perdía y lo que ganaba fueron sus imprescindibles en la primera
etapa, cuando en su balanza pesó mucho disfrutar a su hija y acompañarla en su
crecimiento. "Sentía que perdía demasiado tiempo irrecuperable. Emprender
me permitió equilibrar mi vida profesional con la personal", comenta
Lorena.
Lucrecia Grande Rocha, fundadora de OM House y la última
ganadora del premio INICIA, considera que en su desarrollo fue clave
"tener solvencia económica para seguir cuando no logras los resultados en
el tiempo esperado y contar con el know how necesario; además, la constancia y
el creer 100% en lo que estás haciendo, así como trabajar mucho".
Por su trabajo con el fieltro, para Romero es clave la
especialización en el área que se busca emprender; a su vez, sugiere ser
"constante, paciente, y jamás rendirse" e "identificar cuál es
nuestra debilidad y buscar ayuda. Además, confiar en nuestro instinto que, en
general, siempre acierta; escuchar a los que más saben, pero tener en cuenta
que nadie sabe más de lo tuyo que vos".
La intuición fue también clave en la experiencia de Ana
Dorado, quien dejó un estudio de diseño infográfico para invertir casi dos años
en la búsqueda de su verdadera vocación. "Siempre me había apasionado
ayudar a amigos a ordenar visualmente sus ideas, hacer historietas con
anécdotas y tomar apuntes visuales, y quería que mi pasión fuera mi profesión.
Empecé a probar con colegas: '¿te puedo ayudar a ordenar las ideas de tu
proyecto?' Tras cada sesión, capitalizaba la experiencia, publicaba fotos en
las redes y seguía buscando. Me solían decir: 'Veo que haces dibujitos y pegas
papelitos, pero no entiendo tu trabajo' y yo les contestaba: 'Yo tampoco'.
Participaba en todo lo que se pareciera a ordenar y sintetizar ideas".
Encontrar el concepto de "visual thinking" la ayudó a darle forma a
su propio proyecto: toma notas visuales, en un gran pizarrón, a partir de lo
que se dice en charlas, eventos o talleres, generando un
"infográfico" en vivo.
En su afán por esquematizar las ideas, Ana comparte siete
actitudes que la ayudan a avanzar:
Focalizar. Dibujar cómo quiero que sea mi día, mi semana, mi
emprendimiento a futuro.
Reflexionar. Ir más despacio, escuchar, procurar estar
presente.
Sistematizar. Estandarizar tareas para que cada vez me lleven
menos tiempo y esfuerzo.
Formarme. Ir a cursos, escuchar audios, leer libros,
preguntar mucho.
Difundir. Asegurarme de que mi entorno sepa lo que hago y
mantener las redes sociales.
Participar. Asistir a eventos y formar parte activamente en
comunidades, como INICIA.
Intercambiar. Rodearme de colegas con los que compartir
ideas, temores y alegrías.
El error está de moda
Equivocarse ya no asusta tanto, ya que hoy se valora como un
gran aprendizaje vivido. Tanto, que a los eventos de Fuckup Nights Buenos
Aires, se le sumó un ciclo de charlas abierto y gratuito, ¡OOPS! ¡Otra
Oportunidad para Superarse!, que se realizará bimestralmente en el Centro
Cultural San Martín. Esta perspectiva entiende el "fracaso" como una
plataforma de aprendizaje que permite corregir, intentarlo nuevamente y
alcanzar el éxito. "Como ex ajedrecista, muy pronto tuve claro que uno
aprende y se beneficia de los errores, cuando los analizas con esa
intención", dice Rizzo.
"Cuando emprendemos hay muchas respuestas que no podemos
contestar, creo que la clave para triunfar es activarse desde el hacer, porque
hacer es equivocarse y aprender. Tenemos que ser exploradores, flexibles para
revisar lo que hemos construido, y siempre ir a la mejora constante",
opina Lorena.
Un gran aprendizaje para las chicas de Daravi fue venderles a
grandes tiendas (retail) porque "nos puso en un lugar complejo en el que
aprendimos a los tumbos". Dice Lorena: "Un error común en este tipo
de ventas es olvidarse algún 'costo oculto' que te hace perder la rentabilidad.
De esos errores cometimos varios: no prever los cortes de luz en diciembre,
complicarnos financieramente porque los pagos se demoran y así puedo seguir,
pero lo importante es que en el próximo pedido estábamos más afiladas y ahora ya
casi no tenemos sorpresas porque se incorporaron esos temas en nuestra matriz
productiva".
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