“LA ERA DE LA MUJER
ARTEMISA”
Jean Shinoda Bolen, psiquiatra, escritora y autora de Las
diosas de cada mujer, estuvo en México y conversó sobre las mujeres
perseverantes y luchadoras.
La semana pasada estuvo en México la reconocida psiquiatra y
escritora estadounidense Jean Shinoda Bolen, quien visitó nuestro país para dar
unas conferencias sobre el “poder femenino”. Analista de la teoría de Carl
Jung, es creadora de un paradigma de psicología femenina que reconoce
arquetipos -modelos o maneras innatas de ser y reaccionar- como una forma de
desarrollar el potencial interno. Su libro Las diosas de cada mujer (1984) se
convirtió en un éxito de ventas y, con el tiempo, en un clásico.
Su teoría -que desplegó a lo largo de trece trabajos- está
basada en los patrones arquetípicos que personifican algunas de las principales
diosas de la mitología clásica. Asegura que todos ellos están potencialmente
activos en cada persona: ya sea encarnados en cada uno, proyectados en los
demás o reconocidos en las películas que vemos. Desde la fría y sabia Atenea, a
la creativa y amante Afrodita o la diosa del hogar y los templos Hestia,
"las historias son vehículos maravillosos de imágenes, sentimientos,
ambientes e interioridades porque llevan a los lectores o al público a
identificarse con los personajes y a aprender de ellos. Empezamos con nuestra
propia experiencia y establecemos una conexión", explica Jean, quien nos
anima a imaginarnos siempre como el personaje principal.
En su último libro, Artemisa. El espíritu indómito de cada
mujer, retoma a esta diosa de la caza y de la luna para retratar a las mujeres
"Artemisa" de la actualidad, aquellas con objetivos propios, capaces
de dirigir su energía hacia lo que les importa; perseverantes, precisas,
protectoras, independientes, igualitarias, luchadoras.
Es la diosa con el arco de plata y las flechas, rasgo que
representa el propósito y la determinación de estas mujeres. Por eso, es –a la
vez- el arquetipo de la "activista", la mujer indomable e indomada,
porque es consciente de que algo tiene que cambiar, cree que esa transformación
es posible y necesaria y decide hacer aquello que se siente llamada a hacer.
Dice que este arquetipo se expresó, por ejemplo, en 1848 en Seneca Falls,
durante la primera convención sobre los derechos de las mujeres en Estados
Unidos, que fue el principio del Movimiento Sufragista de las Mujeres; tiempo
después, la "hermandad" de Artemisa se puso de manifiesto en la
década de los 60 y 70, con la lucha por la igualdad de derechos.
La paquistaní Malala Yousafzai, defensora de la educación de
las mujeres y niñas y ganadora del Premio Nobel de la Paz a los diecisiete
años, es una de las personas que, para ella, da voz a Artemisa. Entre otras
cosas, por su resistencia frente al peligro y su esfuerzo por recuperar la
salud después de recibir los disparos que la convirtieron en un símbolo del
valor. Artemisa es la chica que no se rinde.
Durante la conferencia que brindó el pasado jueves en un
auditorio en el barrio porteño de Belgrano, Bolen relacionó este arquetipo con
el movimiento Ni Una Menos, a raíz de la búsqueda de generar cambios y lograr
justicia. "Artemisa representa cualidades idealizadas por el movimiento
feminista: realización y competencia, independencia de los hombres y opiniones
masculinas, y preocupación por las mujeres y jóvenes, escogidas como víctimas
indefensas –explica Bolen-. Los intereses de Artemisa son similares a los
intereses del movimiento feminista". La analista junguiana se considera a
sí misma una activista, tal es así que fue la principal impulsora de la campaña
a favor de que se realice una nueva conferencia internacional de la mujer, para
"abordar asuntos nuevos y emergentes que afectan a mujeres y niñas desde
la Conferencia de Beijing en 1995".
Estos "modelos", lejos de reproducir ideas cerradas
o acotadas de la realidad, intentan describir e influir en una situación
compleja: comprender los patrones internos será la base para decidir cuál de
ellos cultivar y, así, superar dicotomías restrictivas del estilo madre-amante
o profesional-ama de casa. Porque el poder transformador empieza en cada uno.
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