“ANTIPRINCESAS PARA
PODER CAMBIARLE LA CARA A EINSTEIN”
Los estereotipos de género nos influyen más de lo que
pensamos: científicos detectaron que ya a los 6 años las nenas se ven menos
inteligentes que los varones. Cómo desarmar los clichés y acompañar -y
encender- el interés científico de las jóvenes.
A un grupo de nenas y nenes de entre cinco y siete años se
les leyó una historia de una persona muy inteligente: mientras las más chicas
asociaron la brillantez con su propio género -al igual que los varones de su
edad-, las de seis y siete años fueron menos propensas a señalar a una mujer
como inteligente. Esta prueba forma parte de una investigación publicada en la
revista Science, donde investigadores de tres universidades estadounidenses
estudiaron la influencia de los estereotipos de género en las nociones de
inteligencia y habilidad de los chicos. En una charla organizada por Escuela de
maestros -el espacio de formación para docentes del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires- la semana pasada, se conversó sobre cómo desarmar esos clichés y
acompañar -y encender- el interés científico de las estudiantes.
"Creo que falta incentivar a las jóvenes a que sigan
carreras científicas; sobre todo, en disciplinas en las que su participación es
muy baja y existe una percepción de que 'son carreras demasiado difíciles para
ellas'. Eso requiere un cambio a varios niveles: por un lado, que en las casas
se incentive (o, al menos, no se inhiba) desde los juegos o juguetes la
interacción de las nenas con este mundo, así como que en el colegio se les
presente la ciencia como una posibilidad a todos por igual", comenta a
Crece Mujer la doctora Noelia Weisstaub, co-directora del Laboratorio de Cognición
Molecular del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional de la
Universidad Favaloro.
Si cuando pensamos en un modelo de científico, se nos viene a
la cabeza un hombre canoso, de pelos parados y anteojos (similar a Albert
Einstein), no es producto de la casualidad, sino que es el resultado de un
modelo que se ve reforzado desde que somos chicos, en donde desde los libros
hasta los programas de televisión nos muestran imágenes similares. Con ese
"archivo" mental, las mujeres tendrán que hacer un mayor esfuerzo
para "imaginarse" científicas, porque no tienen modelos de su propio
género en los cuales reflejarse. Libros como Antiprincesas o películas como
Hidden figures (Talentos ocultos) ayudan a construir nuevos role models que
empujan a las chicas a imaginarse como astronautas o heroínas. Y el poder de los
estereotipos se puede ver, también, en cómo fue variando la composición de
género de los estudiantes de la carrera de Computador Científico de la UBA:
mientras desde 1962 y durante algunas décadas las mujeres fueron mayoría,
actualmente las mujeres representan solo el 18% de los estudiantes de
informática.
Andrea Buccino es doctora en Ciencias Físicas. Se dedicó a la
astronomía, área donde -asegura- existe una larga pelea de género que
posibilitó que hoy haya paridad de género. Sin embargo, opina que "lo peor
que nos ocurre a las mujeres en las ciencias llamadas 'duras' es la
autodiscriminación: a veces nos excluimos de aquellas tareas relacionadas a la
parte 'más fierrera' de los proyectos por autodiscriminación cultural,
entonces, son pocas las científicas que están vinculadas a la parte operativa
de proyectos instrumentales".
Si bien en Argentina en varias carreras la cantidad de
estudiantes mujeres es mayoritaria, la proporción de mujeres se achica a medida
que se asciende en las jerarquías: mientras en la categoría de investigadores
asistentes o adjuntos las mujeres representan el 60% y 54%, respectivamente, en
los niveles principal y superior son el 39% y 26% (datos publicados en el sitio
web de CONICET, con fecha de diciembre de 2016). Esto refleja una tendencia
global: las mujeres representan solo el 30% de los investigadores del mundo y
su participación es aún menor en los niveles de toma de decisiones, según
cifras del Instituto de Estadística de la UNESCO (2016).
Situaciones de violencia, discriminación e incluso la
maternidad van opacando el desarrollo de la carrera científica de las mujeres.
"Si eres investigadora, desde hace poco tiempo se puede pedir una prórroga
en la fecha de entrega de informes si fuiste madre recientemente; pero, a la
hora de evaluar las promociones (es decir, cambiar de categoría a una mayor),
no se tiene en cuenta si una investigadora fue madre recientemente o tienen
hijos a su cuidado", explica a Crece Mujer Vanina Fernández, doctora en
Ciencias Biológicas y becaria postdoctoral de CONICET. La paridad de género
aporta, además, una mirada más rica de la realidad, que decantará en una agenda
de investigación más diversa.
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