“POR QUÉ TODAS SOMOS
MICHELLE WILLIAMS (Y NO QUEREMOS SERLO MÁS)”
La brecha salarial de género existe mucho más allá de las
luces y los brillos de Hollywood, y con mayor presencia aun en los trabajos
informales o poco regulados.
Que Michelle Williams haya cobrado 1.500 veces menos que Mark
Wahlberg -su compañero de elenco en Todo el dinero del mundo- llama la
atención. Pero que los comentarios al pie del artículo periodístico que contaba
la noticia repitan que la actriz -nominada al Oscar y ganadora en los Golden
Globes- "negoció mal" o que su representante no fue lo
suficientemente "astuto" para conseguir un sueldo mejor alarma más.
¿Por qué aún hay quienes consideran natural que las mujeres cobren menos que
los hombres?
El director Ridley Scott decidió "borrar" a Kevin
Spacey -acusado de abuso sexual- de la película, por lo que debieron
"refilmarse" varias escenas: la protagonista de Una semana con
Marilyn accedió a hacerlo a cambio de un salario casi simbólico (mil dólares),
mientras que Wahlberg cobró por el mismo trabajo un millón y medio de dólares.
Esto es, en forma gráfica y para dummies, la diferencia o brecha salarial de
género, que existe mucho más allá de las luces y los brillos de Hollywood, y
con mayor presencia aun en los trabajos informales o poco regulados.
El argumento de la negociación fallida pierde de vista que
las trabajadoras no parten de la misma situación que la de los varones, ya que
las prácticas machistas están aún muy arraigadas y ellas siguen en una posición
de mayor subordinación social: no solo tienen que hacerle frente a los
estereotipos machistas que las ubican en el lugar de las "débiles"
(en el caso de que no puedan o quieran imponerse) o de las "mandonas"
(si logran un puesto jerárquico), sino demostrar más lo que valen, es decir,
deben probar continuamente que se "merecen" el puesto que ocupan y el
salario que ganan (la famosa premisa de la "meritocracia", que solo
las cuestiona a ellas).
Desde principios de año en Islandia entró en vigor una ley
que impone la paridad absoluta en cuanto a sueldos entre hombres y mujeres que
cumplan la misma tarea. Alemania, por su parte, permite desde hace unos días
que las trabajadoras alemanas conozcan el sueldo de sus compañeros varones que
realicen el mismo trabajo, medida que persigue el mismo objetivo. Así, lejos de
apelar a una supuesta "capacidad de negociación", estos países ponen
el foco en establecer políticas públicas que aseguren y equiparen las
condiciones laborales de las mujeres.
En Argentina, las mujeres ganan en promedio un 27,2% menos
que los varones y, además, son mayoría entre los que reciben menores ingresos.
En diálogo con Clarín, la economista Corina Rodríguez Enríquez, investigadora
adjunta de CONICET con sede en el Centro Interdisciplinario para el Estudio de
Políticas Públicas (CIEPP), opina que para revertir esta situación "se
requiere una participación activa del Estado para trabajar sobre los
determinantes de esa desigualdad".
Entonces, ¿cuáles son los ejes que construyen estas
diferencias? Uno de ellos es que las mujeres trabajan menos cantidad de horas
en el mundo laboral remunerado. ¿Por qué? Porque dedican mucho más tiempo a los
trabajos domésticos y de cuidado (de chicos y adultos mayores) al interior del
hogar, es decir, trabajo no pago, pero que requiere esfuerzo y tiempo que no
pueden dedicar a un empleo fuera de la casa.
Otro factor es la "división sexual del trabajo"
que, apoyada en estereotipos, asocia la educación, la salud y el servicio
doméstico a tareas vinculadas con "lo femenino"; tareas que, a su
vez, representan los trabajos peor pagos.
Al interior de las empresas, además, a las mujeres les resulta
más difícil despegar de los puestos de poca calificación ("suelo
pegajoso") y llegar a ser jefas (el conocido "techo de
cristal"); y, como decíamos más arriba, incluso en aquellos casos en los
que logran un puesto de trabajo a cambio del mismo salario que el varón, muchas
veces deben mostrar más "títulos" o contar con más educación para
"merecerlo" (mayor capital humano).
Rodríguez Enríquez destaca, además, que la representación
sindical tampoco es favorable para las mujeres: "Son ambientes súper machistas
y las cuestiones específicas de las mujeres no están tomadas en la agenda
sindical ni están bien representadas".
Como está pasando con el #MeToo y las denuncias contra los
abusos sexuales en la meca del cine, que se extienda también a otras geografías
el rechazo a la desigualdad salarial.
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