“POR QUÉ LA BIOGRAFÍA
DE HILLARY CLINTON EN TWITTER GENERÓ POLÉMICA”
La cuestión de priorizar su rol como esposa o excandidata
demócrata.
Hillary Clinton modificó hace una semana el texto de su
biografía en Twitter, aquella que resume en pocas palabras logros y
definiciones del propietario de la cuenta. Quizás no sería un dato de gran
relevancia si no fuera porque el germen inicial del cambio se gestó en una
charla pública que la excandidata presidencial estadounidense por el Partido
Demócrata mantuvo con la reconocida escritora feminista nigeriana Chimamanda
Ngozi Adichie, en el marco del festival de literatura PEN World Voices el 22 de
abril en Nueva York.
"En tu cuenta de Twitter, la primera palabra que te
describe es 'esposa'. Y luego creo que es 'mamá', y luego es 'abuela'. Cuando
lo vi, debo confesar que me sentí un poco molesta. Y luego fui y miré la cuenta
de Twitter de tu marido, y la primera palabra no fue 'marido'", le dijo la
escritora a la también defensora de los derechos de las mujeres. "Bueno,
cuando lo pones en esos términos, voy a cambiarlo", lanzó Hillary.
Sin embargo, luego dio una respuesta más profunda, en la que
reflexionó sobre los conflictos internos (y externos) que viven hoy las mujeres
y puso sobre la mesa la disyuntiva que aparece cuando una mujer está
comprometida tanto con su familia como con su profesión: "No debería ser una
cosa o la otra", dijo sobre las definiciones, y aseguró que hoy muchas
mujeres se encuentran "en el medio", buscando integrar todos los
aspectos de la vida. "Eso es lo que intenté hacer durante mucho
tiempo", cerró Clinton, quien priorizó su nominación demócrata y otros
logros profesionales en su nueva versión de la biografía.
El argumento de Chimamanda no deja de ser lógico: Hillary se
consolidó como modelo de mujer líder alrededor del mundo y es mucho más que
"solo" una esposa. Sin embargo, cada persona tiene derecho a
definirse como mejor se sienta identificada, aunque haya sido la mujer que más
lejos haya llegado en la carrera presidencial de su país.
El problema es que, muchas veces, destacar las relaciones
vinculares por sobre la carrera laboral supone una desventaja y nos deja en
desigualdad de condiciones (laborales) frente a los hombres, quienes -al menos
a nivel público- muchas veces aun concentran la energía -y sus descripciones en
biografías- en sus roles laborales y/o profesionales.
Por el contrario, las mujeres "fuertes", corajudas
o con un destacado empuje profesional aún son penalizadas por esa actitud y son
señaladas como insensibles, mandonas o hasta "con pantalones", es
decir, masculinizándolas en un último recurso machista para asimilar que una
mujer es jefa o líder. En este contexto, si se tiene en cuenta que Hillary es
la mujer que peleó por la presidencia de Estados Unidos, es dable pensar que
los estudiosos de marketing político le hayan sugerido "ablandar" su
perfil destacando sus relaciones vinculares, como para contrarrestar esa
experiencia profesional que se desvirtúa y decodifica como "dureza" y
se condena.
¿Cuántas veces se presenta a los varones como esposos o
padres por sobre su profesión en situaciones públicas? En cambio, a la
gobernadora María Eugenia Vidal se le pregunta cómo se organiza con su rol de
madre, o se genera un revuelo político tras el anuncio de la primera ministra
de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, por embarazarse durante su mandato. Con este
tipo de planteos y preguntas diferenciadas, la llamada "conciliación
vida-trabajo" parece ser una cuestión a resolver solo por las mujeres
trabajadoras que, cuando son madres, deben hacer malabares para afrontar esta
cuestión. Ante esto, las licencias por paternidad que equiparen en tiempo y
dedicación a la de las mujeres pueden empezar a generar un cambio de conciencia
-dejando de manifiesto que no solo son ellas las que deben enfocarse en la
crianza- que debe concretarse, además, eliminando la idea del "marido que
ayuda".
Porque, en esto de las representaciones, mientras se destacan
los roles domésticos de las mujeres se ocultan otros y, encima, la ocupación
por las que se las nombra (por ejemplo, "amas de casa") es
menospreciada. El trabajo que ellas mayormente realizan al interior de los
hogares -y en muchos casos les da una identidad- no se valora, lo que las deja
en un juego peligroso de subvaloración constante, dentro y fuera del hogar.
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