“CUANDO TE LA CREÉS:
QUÉ ES EL SÍNDROME DEL IMPOSTOR (Y POR QUÉ TE AFECTA MÁS DE LO QUE IMAGINÁS)”
La directora operativa de Facebook, Sheryl Sandberg,
reconoció esta sensación en su libro más famoso, mientras un millonario
canadiense dedicó su charla TEDx a contar cómo enfrentó el problema.
Ella estaba convencida de que fracasaría. Temía que le
preguntaran algo en clase y, después de los exámenes, siempre estaba segura de
que le había ido mal. En cada ocasión que sobresalía por algo, creía que había
vuelto a engañar a todos. Ella es Sheryl Sandberg, actual directora operativa
de Facebook y una de las mujeres ejecutivas con más influencia de Estados
Unidos. Describe esta sensación de sentirse un "fraude" en uno de sus
libros -Lean In- e incluso menciona que habitualmente se siente así. Y no es la
única: Valerie Young, autora de The secret thoughts of successful women (Los
pensamientos secretos de las mujeres exitosas) y especialista en este tema,
asegura que el "síndrome del impostor" afecta al 70% de las personas.
Las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes fueron las
primeras en ponerle nombre a esta sensación en 1978 y describe la imposibilidad
de internalizar los propios logros, a pesar de contar con pruebas de su éxito.
"Si bien no es exclusivo de las mujeres, es más probable que ellas sufran
más sus pequeños errores y se culpen a sí mismas ante un fracaso", dice
Young.
Ansiedad, perfeccionismo, duda y miedo. La autodesconfianza
puede adquirir distintos disfraces: "tuve suerte" o "fue pura
coincidencia" son algunos de los pensamientos que llevan a una persona a
enredarse en sus propias teorías mientras pone los logros en el ámbito de la
mera casualidad. "No hice nada para merecer esto. No sé qué estoy haciendo
acá. Esto tiene que ser un error", se repetía la empresaria Lou Solomon
hasta que su terapeuta le puso nombre a su padecimiento. Durante la charla TEDx
que dio sobre este tema en la ciudad de Charlotte, Estados Unidos, instó a
confrontar las mentiras y las creencias limitantes que nos aíslan y reconoció
que al día de hoy continúa atenta a sus pensamientos.
Otro que dedicó su momento TEDx a este síndrome fue el
millonario canadiense Mike Cannon-Brookes, cofundador de la empresa de software
Atlassian: contó que se sentía aterrorizado en reuniones con ejecutivos o
gerentes de personal y narró la sensación de sentir que en cualquier momento lo
iban a "desenmascarar", porque se "darían cuenta" que él
era una mentira, que en realidad no era tan bueno. Es que son, justamente, las
personas más autoexigentes y con "alto rendimiento" quienes más
frecuentemente no pueden sentirse orgullosas de su éxito y experimentan
intensos sentimientos de fraude intelectual y/o profesional. Investigadores de
la Universidad de Salzburgo, Austria, descubrieron que aquellos que tenían las
calificaciones más altas en sus años universitarios, eran los más propensos a
desarrollar este síndrome. Además, concluyeron que se alimenta por la baja
autoestima y el miedo al fracaso, que actúa como una barrera interna al
desarrollo profesional, por ejemplo, para lograr ascensos o posiciones de
liderazgo.
Estos pensamientos tienen, finalmente, consecuencias
concretas: aquellos que se sienten "impostores" de sus logros deben
encontrar la forma de lidiar con su ansiedad, por lo que suelen mantenerse
"debajo del radar", es decir, no levantan la mano para decir su
opinión en reuniones, copian a otros para pasar desapercibidos, o se
autosabotean.
La semana pasada, durante la última edición de
#EllaHaceHistoria Buenos Aires, el programa de empoderamiento de Facebook para
emprendedoras, la psicóloga Ingrid Rivera -coach de Las Leonas durante las
Olimpíadas de Londres 2012- habló sobre estas barreras invisibles para alcanzar
el éxito e instó a diferenciar exigencia y excelencia: "A las personas muy
autoexigentes les cuesta mucho reconocer los pasos que van dando y registrar
sus logros, porque miran constantemente lo que les falta". Por su parte,
Alicia Belous, psicóloga y consultora especializada en el desarrollo de
talentos, se refirió a las "personas capaces que se han puesto un objetivo
tan alto imposible de alcanzar que viven en estado de impotencia, resultante de
la distancia entre el ideal y la realidad de lo posible".
Tal como dijo Young, esas mujeres deberán empezar por darse cuenta
que aquellos que no se sienten "impostores" no son más capaces o
inteligentes: la única diferencia entre unos y otros está en sus pensamientos
diferentes; y es una buena noticia: "solo" deberán aprender a pensar
distinto.
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